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ORACIONES PARA LA FAMILIA

gyna0719 de Noviembre de 2014

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Oración al comenzar un nuevo día.

Buenos días, Señor.

Un nuevo día que me regalas.

Gracias con toda la fuerza

de que soy capaz.

Gracias por este nuevo amanecer.

Gracias por este nuevo empezar.

Gracias por tu presencia

que me acompañará en toda la jornada.

Quiero comenzar este nuevo día

con entusiasmo,

con alegría reestrenada,

con ilusión nueva.

Me da seguridad el saber

que Tú estas a mi lado:

en mi familia, en mis amigos,

en la gente con la que me voy a encontrar,

en mi propia persona.

Te ofrezco mi trabajo de este día.

Que mi esfuerzo sea fecundo,

sirva para la felicidad de los demás

y me ayude a encontrar mi propia paz.

Que, con mi trabajo, mi día sea un pedacito

del mundo que busco y sueño.

Ayúdame a llenarlo de entrega y amor.

Señor, que hoy viva de tal manera

que cuantos se acerquen a mi

descubran tu presencia y tu ternura.

Buenos días, Señor.

Un nuevo día que me regalas.

Colaboración enviada desde la Parroquia de Santa María

de Portugalete (Bizkaia).

¿Por qué te confundes y te agitas ante los problemas de la vida? Déjame al cuidado de todas tus cosas y todo te irá mejor. Cuando te entregues a mí, todo se resolverá con tranquilidad según mis designios.

No te desesperes, no me dirijas una oración agitada, como si quisieras exigirme el cumplimiento de tus deseos. Cierra los ojos del alma y dime con calma: "JESÚS YO CONFIO EN TI".

Evita las preocupaciones angustiosas y los pensamientos sobre lo que puede suceder después. No estropees mis planes queriéndome imponer tus ideas. Déjame ser DIOS y actuar con libertad. Entrégate confiadamente a mí. Reposa en mí y deja en mis manos tu futuro. Dime frecuentemente "JESÚS YO CONFIO EN TI".

Lo que más daño te hace es tu razonamiento y tus propias ideas y querer resolver las cosas a tu manera. Cuando me dices "JESÚS YO CONFIO EN TI", no seas como el paciente que le dice al médico que lo cure, pero le sugiere el modo de hacerlo.

Déjate llevar con mis brazos divinos, no tengas miedo, yo te amo. Si crees que las cosas empeoran o se complican a pesar de tu oración, sigue confiando, cierra los ojos del alma y confía. Continúa diciéndome a toda hora "JESÚS YO CONFIO EN TI".

Necesito las manos libres para poder obrar. No me ates con tus preocupaciones inútiles. Satanás quiere eso. Agitarte, angustiarte y quitarte la paz. Confía sólo en mí. Reposa en mí.

Entrégate a mí. Yo hago los milagros en la proporción de la entrega y confianza que tienes en mí.

Así que no te preocupes, echa en mí todas tus angustias y duerme tranquilo. Dime siempre

"JESÚS YO CONFIO EN TI".

Y verás grandes milagros.

TE LO PROMETO POR MI AMOR.

ORACIÓN DE PROTECCIÓN CONTRA EL MAL

(Oración con el poder de la Sangre de Cristo)

Jesús ha estado diciendo con bastante insistencia que debemos rezar para protegernos de la influencia del demonio. Este causa muchos sufrimientos en el hombre e incluso puede afectar su salud. Jesús nos entregó una oración para que la recemos con frecuencia. Basta con rezar esa oración (de arrepentimiento, sanación y liberación) acompañada de algunos Padrenuestros, sin embargo para aquellas personas que lo prefieran, vamos a entregarles otras oraciones de protección que tenemos guardadas, pero insistimos que basta solamente con la que nos entregó Jesús y con los padrenuestros.

Si tiene agua bendita, vaya rociando por los distintos lugares (opcional).

Señor Jesús, en tu nombre y con el Poder de tu Sangre Preciosa, sellamos toda persona, hechos o acontecimientos a través de los cuales el demonio nos quiera hacer daño.

Con el Poder de la Sangre de Jesús, sellamos toda potestad destructora en el aire, en la tierra, en el agua, en el fuego, debajo de la tierra, en las fuerzas satánicas de la naturaleza, en los abismos del infierno y en el mundo en el cual nos movemos hoy.

Con el Poder de la Sangre de Jesús rompemos toda interferencia y acción del maligno. Te pedimos Jesús que envíes a nuestros hogares y a lugares de trabajo a la Santísima Virgen acompañada de San Miguel, San Gabriel, San Rafael y toda su corte de Santos Ángeles.

Con el Poder de la Sangre de Jesús sellamos nuestra casa, todos los que la habitan (nombrar a cada una de ellas), las personas que el Señor enviará a ella, así como los alimentos y los bienes que Él generosamente nos envía para nuestro sustento.

Con el Poder de la Sangre de Jesús sellamos tierra, puertas, ventanas, objetos, paredes, pisos y el aire que respiramos y en fe colocamos un círculo de Su Sangre alrededor de toda nuestra familia.

Con el Poder de la Sangre de Jesús sellamos los lugares en donde vamos a estar este día, y las personas, empresas o instituciones con quienes vamos a tratar (nombrar a cada una de ellas).

Con el Poder de la Sangre de Jesús sellamos nuestro trabajo material y espiritual, los negocios de toda nuestra familia y los vehículos, las carreteras, los aires, las vías y cualquier medio de transporte que habremos de utilizar.

Con Tu Sangre preciosa sellamos los actos, las mentes y los corazones de todos los habitantes y dirigentes de nuestra Patria a fin de que Tu Paz y Tu Corazón al fin reinen en ella.

Te agradecemos Señor por Tu Sangre y por Tu Vida, ya que gracias a Ellas hemos sido salvados y somos preservados de todo lo malo.

Amén

ORACION DE SANACIÓN POR UN NIÑO ENFERMO (P. José Luis Aguilar)

"Fue, pues, Jesús otra vez a Caná de Galilea, donde había convertido el agua en vino. Había en Cafarnaúm un oficial del rey, cuyo hijo estaba enfermo. Cuando oyó aquel que Jesús había llegado de Judea a Galilea, fue a él y le rogó que descendiera y sanara a su hijo, que estaba a punto de morir.

Entonces Jesús le dijo: Si no veis señales y prodigios, no creeréis. El oficial del rey le dijo: “Señor, desciende antes que mi hijo muera”. Jesús le dijo: “Vete, tu hijo vive”. El hombre creyó la palabra que Jesús le dijo, y se fue.

Cuando ya él descendía, sus siervos salieron a recibirlo, y le informaron diciendo: “Tu hijo vive”. Entonces él les preguntó a qué hora había comenzado a mejorar. Le dijeron: “Ayer, a la hora séptima, se le pasó la fiebre. El padre entonces entendió que aquella era la hora en que Jesús le había dicho: «Tu hijo vive». Y creyó él con toda su casa. (Jn 4, 46-53)

(Un momento de silencio para que la Palabra de Dios con su poder penetre en su corazón y se sienta movido a un acto de fe carismática: Dios Puede hacerlo otra vez)

Amado Señor, tú conoces el corazón de tus hijos, y no te quedas indiferente ante el pobre que te suplica. Tú sabes lo que nos aflige el bienestar de nuestros niños, tu comprendes la preocupación de los papás ante la enfermedad de alguno de sus hijos. Vengo hoy, como el funcionario real del Evangelio, a pedirte que desciendas y sanes a nuestro niño/a (nombre con fe al niño/a enfermo por quien se está orando de manera especial y el mal que lo aqueja).

Aún desde la preocupación que nos causa su enfermedad, desde el dolor y el desconcierto, si esta enfermedad está dentro de lo que tu permites, aceptamos este momento como ocasión de purificación, de abandono en tus manos, de ofrecimiento generoso de nuestras vidas. Aceptamos este momento como una ocasión para unirnos desde el sufrimiento a los dolores de Cristo por la salvación del mundo (Colosenses 1, 24) (Tómese unos minutos y, en calma, que su corazón se una a lo que acaba de decir con sus labios: "con este sufrimiento, me uno, Señor, a tu pasión...")

Ahora, Señor, a ti que quieres que tengamos vida en abundancia, te pido que por el poder del misterio de tu infancia y tu vida oculta en el hogar de Nazaret, sanes al niño/a a quien tú conoces y amas. Cuida de su cuerpito y de su alma. Pasa tu mano sanadora sobre él para que sienta tu alivio, tus cuidados y se restablezca prontamente, según tu voluntad.

Tú, que recibiste los amorosos cuidados de María y José, consuela y reanima a su papá y a su mamá, no dejes que caigan en la desesperación, en la duda, en la depresión, sino que desde su dolor y preocupación recurran a ti como fuente de verdadera, plena, y duradera sanación

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