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Salmo 4

francoarnoneExamen9 de Febrero de 2014

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Salmo 4:4b Meditad en vuestro corazón estando en vuestra cama, y callad. Selah

El rey David un varón lleno de Dios, un varón que buscaba alabar al Señor y estar en adoración. Un varón que aún creó, inventó 69 instrumentos de alabanza; el 70 fue él mismo, fue su propio ser, fue el instrumento número 70 para alabar a Dios. Un varón que amaba profundamente al Señor. Y dentro de lo que él escribe nosotros encontramos aquí en la Palabra algo que a mí llama mi atención que dice: Meditad en vuestro corazón estando en vuestra cama, y callad. Y hay una palabra posterior del lado derecho que dice: Selah.

¿Qué significa Selah? En hebreo significa silencio, significa callar, significa meditar. Cada vez que tú veas la palabra Selah en los Salmos principalmente, significa que es un tiempo en el cual tú tienes que hacer silencio, significa un tiempo en el cual tú tienes que meditar sobre lo que tú acabas de leer, ése es el propósito. Está haciendo énfasis el salmista de que aquí te debes detener, guardar silencio y meditar en la Palabra, esto es algo que tienes que llevar a cabo.

Cuando David, nosotros lo vemos en los Salmos, derramaba su corazón ante la presencia de Dios, había momentos en los cuales las palabras salían sobrando y lo único que podía hacer era guardar silencio y meditar. Era un momento tan estrecho en la presencia de Dios, tan íntimo, tan especial, que por esa razón él aún extiende eso que pasa en su vida y dice: aquí guarda silencio, medita sobre los caminos de Dios, medita sobre lo que tú estás leyendo, guarda silencio y espera en Dios.

Pero ¿cuál es el problema en la actualidad? En la actualidad nosotros vivimos muy de prisa, demasiado de prisa. El tiempo que tenemos no es suficiente para que nosotros realicemos todas las actividades que queremos. Cuando nos damos cuenta resulta que el día ya terminó, un descuido y ya se acabó la semana, un pestañeo de ojos y el mes ya terminó. Y en un descuido más resulta que ya es fin de año, y no hicimos todo lo que nosotros quisimos. Y volteamos para atrás y decimos: ¡cómo es posible! Qué rápido se está yendo el tiempo. El tiempo no me alcanza. El tiempo está como el dinero, no alcanza para nada, no nos alcanza.

Vivimos muy acelerados, es una época en la cual, principalmente en las grandes ciudades, estamos viviendo de una manera muy acelerada, estamos todos los días corriendo. Corremos y corremos por muchas razones, tal parece ser que tenemos como el síndrome del hamster. No sé si ustedes lo han visto. Son los animalitos parecidos a los ratones, los meten en una jaula, tienen ahí una rueda donde corren, y corren, y corren y no llegan a ningún lugar, pero todo el día están corriendo. Y corren, y corren y corren. Ay qué chistosos.

Y luego así estamos nosotros, parece que tenemos el síndrome del hamster, y corremos, y corremos por toda la ciudad y corremos por todos lados, y corremos en nuestra casa y finalmente parece como que no hacemos nada. Y después de varias horas decimos: “bueno, estoy muy cansado, pero ¿qué hice? Bueno pues tal vez nada más fui a trabajar, hice algunas cosas pero me la pasé corriendo”. A las amas de casa no les alcanza el tiempo; salen, llevan a los niños a la escuela, regresan, empiezan a hacer los quehaceres propios del hogar, y al rato todavía no terminan cuando ya tienen que ir por los niños, no han terminado la comida, o si empezaron a hacer la comida ya no les alcanzó el tiempo para hacer otras cosas, salen corriendo porque los niños ya salieron. En fin, todo el día corriendo, absolutamente todo el día.

Y yo puedo advertir que los problemas, las preocupaciones, las presiones, las enfermedades, aun la falta del dinero, las situaciones adversas y aun las ocupaciones, ocasionan que nosotros vivamos de una manera muy acelerada. Estamos dejando de hacer una gran cantidad de cosas porque no tenemos tiempo para hacerlas, no nos alcanza el tiempo. Y vamos dejando pendientes en una larga lista que cada día crece más. ¿Qué tengo que hacer? Tenía que hacer esto, pero ya no me alcanzó el tiempo. Bueno, después lo hago, pasa a la lista de los pendientes. Y al otro día en lugar de hacerlo ya tenemos algo más que no alcanzamos a hacer, y pasa a la lista de los pendientes. Y así vamos aumentando la lista de los pendientes.

Había un vecino que en el transcurso de la semana la mamá le decía, por ejemplo: oye, necesito que vayas a traer la despensa a la tienda de autoservicio. Entonces él le decía: voy el sábado. Bueno. Oye, por cierto anda mal el baño, necesito que lo arregles. El sábado lo arreglo. Oye, necesito que hagas esto, quiero que hagas lo otro. El sábado. Alguien lo iba a invitar para hacer algo. “Vamos el sábado”. El caso es que hacía una larga relación para el sábado la cual no podía cumplir por una simple y sencilla razón: no le alcanzaban las 24 horas del sábado para hacer todo lo que había transferido para el sábado.

Y así nos pasa a nosotros, yo lo puedo ver a mi alrededor, y puedo ver a los hermanos, puedo ver sus preocupaciones, sus ocupaciones y no les alcanza el tiempo. ¿Por qué no vienes a la reunión de varones? “Es que no tuve tiempo”. Hermana, y a la reunión de mujeres, ¿por qué no viniste? “Es que no me dio tiempo. Yo pensaba venir pero no tuve tiempo porque tuve que terminar otras cosas”. Y ¿por qué no viniste el sábado a tal actividad? “Ah, porque en la semana no tuve tiempo de lavar y me tuve que quedar el sábado para lavar”. O hay hermanas que aún el domingo cuando se despiden dicen: “me voy rápido para alcanzar todavía sol porque tengo que lavar, porque toda la semana no lavé”.

Y gloria a Dios tenemos muchas cosas que hacer y el tiempo no nos alcanza. En lo espiritual está la situación más crítica. En lo espiritual no nos da tiempo para crecer ni para fortalecernos, ¿por qué? Porque no tenemos tiempo para hacer lo que Dios establece. Primero no tenemos tiempo para leer la Biblia. Y si no tenemos tiempo para leer la Biblia, mucho menos vamos a tener tiempo para estudiar la Palabra. Menos aún vamos a tener tiempo para reflexionar o como dice la Escritura apara meditar en la Palabra. No tenemos tiempo para asistir a los cursos.

”Es que yo tenía el firme propósito de ir el domingo en la mañana al culto”. ¿Y qué pasó? “No tuve tiempo, me levanté tarde por equis razones”, o: “tuve que hacer esto”, “tuve que hacer lo otro antes de venir a la iglesia y no tuve tiempo”. Entonces no tenemos tiempo para cosas elementales que sirven para fortalecer nuestro espíritu. Por supuesto que no tenemos tiempo para orar, no hay tiempo para que oremos. Nuestras oraciones, llega el momento en que son oraciones, cuando se llegan a hacer, demasiado breves. Tan breves que no nos da el tiempo verdaderamente de invocar a nuestro Dios.

Son oraciones breves porque no tenemos tiempo para oraciones más largas. No tenemos tiempo para detenernos en la oración ¿por qué? Porque ya va a empezar el programa de televisión, porque ya va a empezar el fútbol. Porque ya estamos cansados. Porque al otro día nos tenemos que levantar temprano. Porque nos queremos distraer, porque no nos da tiempo de hacer todo lo que tenemos que hacer. Nuestras oraciones cada día se van disminuyendo en lugar de aumentarse. Nuestras oraciones son breves y en muchos casos son oraciones que se manifiestan única y exclusivamente a la hora de los alimentos.

Y como dice la Palabra de Dios que oremos específicamente, hay quien se sienta y dice: “Señor, te doy gracias por estos alimentos, bendícelos, en el nombre de Jesús, amén”. Y ya se siente bien, ya siente que oró y que está en una estrecha relación con Dios. Pero hay un problema dentro de todo este acelere, dentro de toda esta carrera, estamos muy preocupados porque Dios nos oiga, queremos que Dios nos oiga, que Dios nos escuche, y sobre todo, queremos que Dios nos responda.

Andamos a las prisas, andamos a las carreras, nuestras oraciones son breves, aun hay oraciones que hacemos en el camino al trabajo, camino a la escuela, cuando vamos de un lugar para otro. Oraciones breves en medio de todo el ruido, en medio de todo el acelere, no solo nuestro sino de toda esta ciudad, y hacemos unas oraciones las cuales queremos que en ese momento Dios nos responda.

Vamos en la calle, de repente vemos alguna situación volteamos los ojos al cielo para clamar al Señor, y lo primero que nos encontramos es con un gran espectacular, con anuncios mega gigantescos. Grandes anuncios que estorban nuestra visión, estorban nuestros oídos. En la ciudad hay demasiado ruido visual, y demasiado ruido audible. Esto nos impide tener comunión con Dios, ocasiona que nos tengamos que detener en esa desenfrenada carrera que llevamos para buscar a Dios. Y tenemos que buscar a Dios ahí donde Él está manifiesto.

Dios, dicen, está en cualquier lugar. Sí, en cualquier lugar que se le invoca. “Dios lo podemos encontrar en el lugar que sea”. Yo tengo mis dudas. Hay lugares en los cuales yo sé que no está Dios. Yo no puedo concebir que Dios esté en un bar, esperando que un cristiano entre al bar y ore. No lo puedo creer. No puedo creer que esté en un antro, esperando que un jovencito cristiano que entró al antro, clame a Dios por una razón. O sea, no puedo creerlo. Yo creo que hay lugares en los cuales Dios no está.

Pero hay lugares en los cuales efectivamente sí está Dios. Sí está y es muy fácil encontrarlo y es muy fácil que Él se manifieste porque está en ese lugar. En nuestras oraciones, nosotros en términos generales le pedimos a Dios que

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