San Ignacio De Loyola: De Las Armas Al Camino De Dios
yequita8420 de Octubre de 2014
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“San Ignacio de Loyola:
De las armas al camino de Dios”
YESSICA MARLENE PACHECO REBOLLEDO
“San Ignacio de Loyola: De las armas al camino de Dios”
Hombres y mujeres a lo largo de toda la historia de la Iglesia Católica han sido beatificados y canonizados debido a como profesan su fe cristiana, actos que los llevan a ser reconocidos como modelos para ser imitados por los creyentes, quienes junto a la iglesia reconocen oficialmente su testimonio de santidad.
Un ejemplo que podemos encontrar entre estos testimonios de santidad para la Iglesia Católica es la vida de San Ignacio de Loyola, quien fue el fundador de la Compañía de Jesús.
Para saber cómo este hombre llega a ser un hombre de Dios, es necesario conocer su historia, la cual comienza en el año 1491, al norte de España en el valle de Loyola en una villa llamada Azpeitia, donde bajo el nombre de Íñigo López de Recalde, nace el menor de 8 hermanos, a quien se conoce posteriormente con el nombre Ignacio de Loyola.
En una familia con una tradición dedicada a las armas, a los 16 años Ignacio fue enviado a servir como paje de Juan Velásquez, quien además de ser contador era consejero real, por lo que Ignacio frecuentaba la corte. En un periodo de al menos 11 años, mientras permanecía en Arévalo, aprende el dominio de las armas y desarrolla un gusto por las batallas y duelos de los cuales participaba de vez en cuando, además de la lectura y la escritura.
Al fallecer Juan Velásquez en el año 1518, su viuda envía a Ignacio a servir a Antonio Manrique de Lara, duque de Nájera y virrey de Navarra, experiencia que da a Ignacio la oportunidad de mostrar su ingenio y prudencia como soldado, lo que quedó reflejado en la pacificación de la sublevación de Nájera en la Guerra de las Comunidades de Castilla (1520-1522).
En 1521, Ignacio participó en la defensa de la Fortaleza de Pamplona contra los franceses, y convenció al comandante de no rendirse ante la superioridad en número del ejército francés, y es durante esta batalla que recibe una bala de cañón la cual le hiere una pierna y le rompe la otra. En el tiempo de recuperación de esta herida, se dedica a leer los libros “La vida de Cristo”, “Ludolfo de Sajonia”, y el “Flos Sanctorum”, los cuales lo influencian de tal forma que se replantea toda su vida como soldado, cambiando por completo su orientación y decidiendo así consagrarse en la religión.
En su camino a la conversión, Ignacio llega a Barcelona, donde cuelga su vestidura militar, dejando su espada y daga ante el altar del Santuario Benedictino de Nuestra Señora de Monserrat, saliendo con harapos y sandalias. Posteriormente llega a un pueblo llamado Manresa donde permanece por 10 meses trabajando en un orfanato y viviendo en una cueva donde medita, ora y ayuna, comenzando con el desarrollo de las ideas sobre las que se moldeó lo que ahora conocemos como Ejercicios Espirituales, lo cual lo lleva a decidir cambiar el ideal del peregrino solitario por trabajar en bien de las almas, con quienes quisieran seguirle en su camino.
Para completar su proceso de conversión, Ignacio decide aumentar su educación teológica, literaria, y en las artes en las universidades de Alcalá de Henares, Salamanca y París. Sus primeras actividades difundiendo el método de Los Ejercicios Espirituales le hicieron sospechoso de heterodoxia por lo que fue procesado y se le prohibió la predicación (1524). En cambio en París entre los años 1528 y 1534 donde se graduó como maestro en Artes (aunque no terminó los estudios de Teología), Ignacio consigue reunir un grupo de seis compañeros a los que comunicó sus ideas y con los que sembró el germen de la Compañía de Jesús, haciendo juntos votos de pobreza y apostolado en la Cueva
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