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San Ignacio de Loyola


Enviado por   •  5 de Diciembre de 2023  •  Biografías  •  2.243 Palabras (9 Páginas)  •  62 Visitas

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Introducción

La vida de los santos es misteriosa y admirable, ya que cada santo encuentra su camino, como lo hizo San Ignacio de Loyola (Iñigo), el contexto en el que vivió no se pudo imaginar llegar a ser un personaje tan importante para la orden jesuita, los estudios realizados y la época en la que vivió se calcula que era en la edad media, y sus actos aun suenan hasta en nuestra época, la Universidad Rafael Landivar ha adoptado estos valores de la compañía de Jesús y se nota la aplicación en cuanto a la educación, por lo que para poder sumergirse a las virtudes que la universidad enseña, primero hay que saber el origen de ellas.

San Ignacio de Loyola

Según los historiadores, el contexto en el que se vivió este acontecimiento fue en la edad media, época donde se sitúa la presencia de la Iglesia Católica como modelo de vida fundamental, por ejemplo, la educación, giraba en torno a las enseñanzas de la iglesia, incluso las cátedras las daban religiosos, en las universidades (las cuales fueron fundadas a partir de ésta época, como lo es Oxford, una de las universidades más reconocidas), tenían cátedras de filosofía y teología, dos campos de estudios fundamentales para la época.

Se puede resaltar que en ésta época la Iglesia tuvo la dicha de formar a varios santos, dentro de ellos y los más destacados de la edad media son; San Agustín, Santo Tomas de Aquino, teólogos y filósofos cristianos. Dentro de la lista de santos que la edad media nos ha dejado, podemos encontrar a San Ignacio de Loyola, que como varios santos tuvo una conversión y una vida ejemplar, un personaje muy importante para los Jesuitas.

San Ignacio de Loyola nació el 24 de octubre de 1941 en el castillo de Loyola en Azpeitia, población de Guipúzcoa, cerca de los pirineos. Fue el menor de una familia de ocho hijos y tres hijas, sus padres eran personas reconocidas por la sociedad su Padre era don Bertrán y su madre Marina Sáenz, inicialmente San Agustín tenía por nombre Iñigo, fue el nombre dado al momento del bautismo. Se podría decir que su familia era de un estatus social muy reconocido, por lo que la familia de San Ignacio de Loyola no tenía problemas con los recursos básicos en aquella época.

San Ignacio fue creciendo y adoptando varias virtudes, por ello inicia una carrera en la milicia a las órdenes de Antonio Manrique de Lara, estuvo dando su servicio militar por un tiempo, no sería hasta el 20 de mayo de 1521, ya que en esta fecha Ignacio se encontraba luchando contra los franceses en el norte de castilla y en dicho lugar se le rompió una pierna por una bala de cañón, y los franceses lograron vencer en esta batalla, pero por respeto hacia los vencedores, dejaron que Ignacio fuese llevado de regreso al Castillo de Loyola, donde la pierna afectada fue atendida, le hicieron varias cirugías sin anestesia. San Ignacio soporto el dolor de cada operación y asumió con gran paciencia la convalecencia, estuvo en cama por un largo tiempo y para no aburrirse mando a traer libros sobre las hazañas militares o aventuras de la milicia, ya que a Ignacio le atraía demasiado este tipo de literatura, pero para su suerte lo único que tenía a la mano era sobre la vida de santos y un calendario de santos, es decir, un libro que habla de un santo según la fecha y se cuenta su vida.

Durante la lectura, Ignacio iba encontrando grandes ejemplos de santidad, notaba y profundizaba sobre la vida de ellos, por lo que quedó tan maravillado que pensaba que, siendo personas ordinarias como él, llegaron a ser grandes santos, por lo que él también podría serlo, es aquí donde se da la conversión, San Ignacio había vivido rodeado de una casa estable y una economía estable hasta ese momento, es entonces durante su recuperación cuando se cruza el objetivo de seguir la vida de Cristo.

Se resalte un hecho importante que sería el punto de partida en este camino hacia la santidad, una visión sobre la Virgen con su hijo en brazos, algo tan hermoso que cautivo a San Ignacio de Loyola y que lo llevaría hacia una peregrinación al Santuario de Nuestra Señora de Montserrat en el año 1522, al llegar al santuario de la virgen deja sus vestidos y espada, comienza una vida de oración guiándose por las virtudes de Cristo, la humildad, la sencillez y la caridad.

Continua su camino y llega a Manresa donde empieza su nueva vida, se alojaba en conventos y empezó a vivir a base de la limosna, para el momento de orar se alejaba hacia una cueva donde se mantenía por un periodo indefinido de tiempo, es por ello que empieza a ser un maestro de los ejercicios espirituales, que luego dedicaría un libro sobre ello.

En su estadía en Manresa tuvo dos obstáculos, el primero fue a lo que llamaba noche obscura, que es un estado en el que la persona se encuentra con una pereza espiritual, la oración y los sacramentos ya no le causaban ninguna sensación, empezaba a dudar sobre lo que hacía, ya que no le encontraba sabor a la oración, pero a pesar de ello, a base de la constancia, logró salir de ésta noche oscura, ampliando así sus conocimientos sobre los ejercicios espirituales. La segunda, los escrúpulos, que es el no poder discernir bien sobré los actos morales, es decir, no saber si lo que se está haciendo es pecado o no, por lo que éste último lo llevaría a una desesperación enorme, por no poder discernir bien sobre el pecado, pero gracias al espíritu luchador que tenía y por la divina providencia, logó vencer esto, terminando así las experiencias que más enseñanza le ha dejado a lo largo de su camino espiritual y que obviamente le sería de gran ayuda en lo que estaba por venir.

El objetivo de la peregrinación de San Ignacio, era llegar a Tierra Santa (Jerusalén), pero por el odio que se tenía a la religión en esas regiones, y por qué San Ignacio aún era muy impulsivo en cuanto a sus actos como aquel acontecimiento donde una personas estaba desprestigiando a la iglesia y estuvo a  punto de atacarlo, los superiores del convento en Tierra Santa le dijeron que siguiera su misión en otro lugar, por lo que regresa a Europa de nuevo.

Estando ya en Europa decide comenzar a estudiar, porque así lo ayudaría en su misión apostólica, se metió a la universidad con una edad ya avanzada por lo que era la burla de sus compañeros de estudio, pero como es rasgo de San Ignacio, lo tomó todo con mucha paciencia y bondad, no era tan bueno con los estudio, por lo que una joven lo ayudó en su estadía en la universidad.

Estando en España, lugar donde estudió, siempre vivía a partir de la limosna que conseguía y siempre trataba de predicar las escrituras y de enseñar la vida de Cristo, pero por la falta de autoridad que tenía en esas tierras es acusado con el obispo y por ende encarcelado, a lo largo de sus predicas fue encarcelado otras veces más, pero él siempre trataba de ver todo como un servicio hacia Cristo y todo obstáculo solo era una prueba más para demostrar fidelidad a su camino de santidad.

En su estadía como estudiante, encontraría a compañeros en su camino, se le unieron algunos varones compañeros de universidad, los cuales luego serían ordenados con el sacramento del sacerdocio.

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