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San Pedro


Enviado por   •  4 de Junio de 2014  •  1.151 Palabras (5 Páginas)  •  205 Visitas

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Simón PEDRO

Simón tenía treinta años cuando se unió a los apóstoles. Estaba casado, tenía tres hijos y vivía en Betsaida, cerca de Cafarnaúm. Su hermano Andrés y la madre de su mujer vivían con él. Tanto Pedro como Andrés estaban asociados en la pesca con los hijos de Zebedeo.

El Maestro conocía a Simón desde hacía algún tiempo, antes de que Andrés lo presentara como segundo apóstol. Cuando Jesús le dio a Simón el nombre de Pedro, lo hizo con una sonrisa; iba a ser una especie de apodo. Simón era bien conocido entre todos sus amigos como un tipo imprevisible e impulsivo. Es verdad que, más tarde, Jesús concedió una importancia nueva y significativa a este apodo dado a la ligera.

Simón Pedro era un hombre impulsivo, un optimista. Había crecido permitiéndose expresar libremente sus fuertes sentimientos; se metía constantemente en dificultades porque persistía en hablar sin reflexionar. Esta especie de atolondramiento también causaba problemas incesantes a todos sus amigos y asociados, y fue la causa de las numerosas reprimendas suaves que recibió de su Maestro. La única razón que impidió a Pedro meterse en más problemas por motivo de sus palabras irreflexivas fue que aprendió muy pronto a contarle a su hermano Andrés muchos de sus planes y proyectos, antes de aventurarse a proponerlos en público.

Pedro era un orador desenvuelto, elocuente y teatral. Era también un conductor de hombres nato e inspirador, un pensador rápido pero no un razonador profundo. Hacía muchas preguntas, más que todos los apóstoles juntos, y aunque la mayoría de ellas eran buenas y pertinentes, muchas eran irreflexivas y tontas. Pedro no tenía una mente profunda, pero conocía su mente bastante bien. Por lo tanto, era un hombre de decisión rápida y de acción repentina. Mientras que los demás hablaban asombrados al ver a Jesús en la playa, Pedro saltó al agua y nadó hacia la tierra para reunirse con el Maestro.

La característica que Pedro más admiraba de Jesús era su ternura suprema. Pedro nunca se cansaba de contemplar la indulgencia de Jesús. Nunca olvidó la lección de perdonar a los malhechores no solamente siete veces, sino setenta veces más siete. Reflexionó mucho sobre estas marcas del carácter misericordioso del Maestro durante los días sombríos y tristes que siguieron a su negación irreflexiva y no deliberada de Jesús en el patio del sumo sacerdote.

Simón Pedro vacilaba de manera angustiosa; pasaba repentinamente de un extremo al otro. Primero se negó a que Jesús le lavara los pies, y luego, al escuchar la réplica del Maestro, le rogó que le lavara todo el cuerpo. Después de todo, Jesús sabía que las faltas de Pedro provenían de la cabeza y no del corazón. Pedro representaba una de las combinaciones más inexplicables de coraje y cobardía que se hayan visto nunca sobre la Tierra. La gran fuerza de su carácter era la lealtad, la amistad. Pedro amaba real y sinceramente a Jesús, y sin embargo, a pesar de esta sublime fuerza de devoción, era tan inestable y variable que permitió que una criada le importunara hasta el punto de renegar de su Señor y Maestro. Pedro podía soportar la persecución y cualquier otra forma de ataque directo, pero se avergonzaba y encogía ante el ridículo. Era un soldado valiente cuando lo atacaban de frente, pero un cobarde miedoso y vil cuando era sorprendido por la retaguardia.

Pedro fue el primer apóstol de Jesús que se adelantó para defender la obra

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