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Ser Mujer


Enviado por   •  29 de Abril de 2014  •  2.942 Palabras (12 Páginas)  •  252 Visitas

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Vivimos en una sociedad que se hace llamar moderna, pero muchas veces se tergiversa lo que se entiende por modernismo, ya que vale la pena aclarar no a unos pocos, sino a muchos y muchas que lo moderno no se limita a los avances tecnológicos que nos traen ya esclavizados en el diario vivir. Dice una cita: “La dignidad del ser humano es inviolable”, esto lo podemos encontrar en la Sección 1 del Artículo 2 de la Carta de Derechos de Puerto Rico. Dicho esto, se debe aclarar algo más que muchas, pero muchas veces se les olvida tanto a hombres como a mujeres mismas, pues somos el resultado de una sociedad patriarcal, ser un humano no se limita solamente al hombre. Dicho lo anterior, damos paso a la tesis de este trabajo, ¿Qué significa ser mujer en Puerto Rico? ¿Cómo ha evolucionado el rol de la mujer puertorriqueña en el siglo XXI? La realidad del asunto es que esa supuesta modernidad no es tan moderna como se cree, pues se sigue arrastrando con el legado de cientos de años de sociedad patriarcal que no solo se perpetúa en Puerto Rico, sino a nivel de toda Latinoamérica y el resto del mundo. A la mujer se le sigue tratando (aunque con un supuesto e hipócrita disimulo) como un inferior, lo cual se refleja no solamente en la paga de algunos empleos, sino también en la alarmante cifra de crímenes por violencia de género, mujeres que mueren a manos de sus conyugues que las ven como objetos y no como sus iguales. Según la Real Academia de la Lengua Española, se define inferior como 3. adj. “Dicho de una persona: Sujeta o subordinada a otra”. No se puede negar que desde hace miles de años se le ha tratado de asignar ese papel de ser inferior a la mujer, pero la realidad del asunto es que la mujer no está sujeta ni mucho menos subordinada al hombre pues en estos tiempos y en el Puerto Rico en el cual vivimos, la mujer es autosuficiente y se realiza sola en todas sus facetas, se realiza sola como profesional, se realiza sola como mujer y como madre pues son muchas más las mujeres que crían solas que las que cuentan con una pareja que las “sujete” o “subordine”. La mujer es hoy en menor medida esa representación de los poemas de Homero en los cuales se hace referencia a la mujer “...enclaustrada en la casa, sujeta al tejido y a la preparación de comidas” (Silén, 1970-1995, p.191) Tristemente se debe hacer la observación de que el machismo no se ha erradicado como muchos proponen, sino que vivimos en tiempos de un machismo oculto y solapado, y que en muchas ocasiones quizás por ignorancia o por ser un patrón aprendido en la crianza, son las mujeres quienes perpetúan el machismo en lugar de buscar medidas radicales eliminarlo. Entonces, supongo a modo de burla que el machismo se ha “modernizado” pues no es el machismo del siglo XVI en el cual se le trataba a la mujer como un invisible, tiempos en los cuales la mujer no podía disponer de sus riquezas a menos que contrajera matrimonio y su marido pudiese administrarlas, quizás no estamos en los tiempos en los cuales la mujer se limitaba a parir y a criar, no es el machismo aquel en el cual la mujer no podía opinar ni hablar, pero a fin de cuentas sigue siendo machismo, la diferencia es que el hombre hoy no busca alardear de su prepotencia o poder sobre su pareja, pues en tiempos “modernos” el machismo, aunque solapado, no es del todo aceptado. Podrá sonar confuso y hasta contradictorio, pero es la realidad a la cual nos enfrentamos. Nuevamente surge la pregunta, ¿Cuál es el rol de la mujer puertorriqueña en el siglo XXI? ¿Cuán real es esta evolución y erradicación del machismo? ¿Cuán consciente es la mujer de sus derechos? Pues, tristemente entiendo que no todas las mujeres tiene respuesta a estos cuestionamientos, pues no todas las mujeres conocen los sacrificios que llevaron a cabo otras de sus congéneres para luchar por los derechos que se tienen hoy y que en su mayoría son pasados por alto. Cada vez que se lucha por un derecho, se debe tener en cuenta que siempre aparece algo más por lo cual luchar, pues pertenecemos a una sociedad cambiante y siempre existirá algo por lo cual se deba exigir un cambio.

La clave para terminar ciclos es conocer de historia, conocer de historia nos permite conocer los comienzos, o lo que se piensa fueron comienzos, nos permite conocer luchas, derrotas y victorias. La historia es esa herramienta que se tiene para no volver a cometer los mismos errores una y otra vez. Tal cual propuso Albert Einstein: “no pretendamos que las cosas cambien si siempre hacemos lo mismo”. Nunca es tarde para romper con ciclos, el problema es cuando se cae en el costumbrismo y se perpetúan los errores.

El papel de la religión en la prolongación del machismo ha sido protagónico y pues, como es de nuestro conocimiento, muchos lectores de la biblia la siguen al pie de la letra y se han cogido muy apecho eso de que “la mujer salió de la costilla del hombre”, y buscan con eso justificar la “inferioridad” de la mujer a sus ojos. Como expone Juan Ángel Silén, un gran ejemplo de esto se refleja en la biblia a través de Pablo:

“Pablo en su Primera Epístola a los Corintios, donde queda establecido el principio de inferioridad de la mujer, al establecer que, el varón es la cabeza de la mujer. Para los Padres de la Iglesia, la mujer se vuelve la impura, la seductora, que arrastra hacia el pecado; la Iglesia Católica contribuye a mantener a la mujer en su estado de subordinación. Santo Tomás de Aquino afirma que las mujeres han nacido para estar bajo el yugo de su dueño y señor, el cual, con la superioridad que la naturaleza le ha concedido en todo, está destinado a reinar”. (Silén, 1970-1995, p.192)

Esta epístola al igual que muchos otros libros y versículos de la biblia pone en evidencia el extremismo del machismo a través de la historia, la mujer fue y ha seguido siendo plasmada de estereotipos que han buscado limitarla. Otra visión machista que se ha perpetuado es la de mujer como objeto o “pedazo de carne”, lo cual también se refleja una y otra vez en la biblia: “donde “la religión, las leyes y las propias costumbres de la época, subordinan a la mujer a la prestación de trabajo gratuito y a la entrega de su cuerpo”. (Silén, 1970-1995, p. 192) A través de la historia la mujer ha sido vista como “un objeto de propiedad, para asegurar con una descendencia la propiedad del hombre por medio de la herencia. Con el establecimiento del derecho de propiedad, la mujer es sujeta a un sistema de inferioridad social” (Silén, 1970-1995, p. 191).

Yo me atrevería a apostar que a la mujer se le ha intentado silenciar y limitar por miedo a cuán sobresaliente pueda llegar a ser. Tal cual expuso Eugenio María de Hostos en su ensayo, “La educación científica de la mujer”,

“Y habiendo necesariamente en la educación científica

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