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Ser Mujer


Enviado por   •  9 de Junio de 2015  •  2.139 Palabras (9 Páginas)  •  188 Visitas

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Graciela Hierro

FEMINISMO Y ESTUDIOS DE GÉNERO

“Hablar de feminismo en esta época puede representar un problema. Para mi, a los 73 años, no. Al contrario, es la doctrina a la que más le debo en mi vida”

La Revolución Feminista

Primera Fase: Aristóteles se pregunta por el ser de las mujeres, cuando ya ha descifrado el de los hombres. También por el de los esclavos. Brinda una explicación racional que hasta la fecha continúa vigente, a pesar de los avances científicos y humanistas, revoluciones y actos de terrorismo. Afirma que existe una diferencia, al parecer insalvable entre hombres y mujeres; asimismo entre esclavos y hombres libres, etnias, culturas y creencias religiosas.

El argumento aristotélico es más o menos así: Los hombres y las mujeres parecen igualmente humanos en lo exterior, pero n es así. Los hombres libres son seres racionales, plenos, completos. La mujeres son casi racionales, por ello incompletas. Varones fallidos que en su máximo desarrollo alcanzan el de un hombre libre, adolescente. Los esclavos de nacimiento parecen humanos, pero son herramientas que hablan.

Con estas afirmaciones pretende justificar racionalmente la exclusión sexual, con base en la diferencia de género entre hombres y mujeres. Esta idea sigue vigente ya entrado el siglo XXI. Se dice del otro, “no es gente como uno”, por ejemplo en México. En los países anglosajones, “not one of us”.

Desde Simone de Beauvoir sabemos que nosotras somos “el segundo sexo”, es decir, no plenamente seres humanos autónomos, seres “para sí”, como los hombres, sino existimos para satisfacer las necesidades y los deseos de los hombres. Tal como se aclara en la creación de Adán, y luego la Eva de la costilla, para que el hombre “no esté solo”.

La lucha contra estas ideas y las prácticas del patriarcado, que pretenden justificar la exclusión del género femenino, es la razón de la existencia del feminismo, movimiento político, social y teórico, que nace, en primera instancia para luchar por la igualdad con los hombres, dejar de ser “seres para otro” y lograr ser “seres para sí”, como explica Simone de Beauvoir en el “segundo sexo”, la Biblia del feminismo.

Segunda fase: El feminismo ha logrado que el patriarcado haya muerto, por lo menos en el corazón de muchas de nosotras. Gracias a la lucha de infinidad de mujeres, en todos los países del mundo. El feminismo es otra revolución, inacabada, tal vez como todas. Una revolución frente a la violencia moral simbólica y física contra las mujeres.

Se piensa que la peor violencia sucede en el mundo árabe, tan bien documentada a raíz de los tremendos acontecimientos que han conmocionado y transformado el mundo. Yo no estoy tan segura de que la condición de las mujeres árabes sea la peor, existe violencia más o menos fuerte en todo el planeta. Creo que si existe algo globalizado, es el sufrimiento femenino.

Lo que me hace pensar en el comentario de un famoso escritor guatemalteco radicado en México y recientemente fallecido. “Se necesita estar loco para ser mujer”. Me dijeron que era Tito Monterroso, pero no me consta.

Si bien las mujeres ya entramos al mundo público con otra mirada, otro lenguaje y otra subjetividad, con base en la diferencia sexual. Desde Beijing la lucha feminista ha tenido logros internacionales respecto del avance en los derechos humanos de las mujeres en todo el mundo.

Antes, deseo apuntar a la idea de que es muy bueno ser mujer. Y conste que llevo muchos años de serlo.

La perspectiva de género

Antecedentes. La batalla por alcanzar el derecho al voto para las mujeres en México se logró en el año de 1953. Así terminó una larga lucha que revistió muchas formas. Una diosa azteca, Coatlicue, “la madre de todos”, fue superada por el dios cristiano traído por los conquistadores españoles. La derrota sólo fue en la superficie, la diosa ahora vestida como María Virgen de Guadalupe, continúa siendo venerada por el mismo pueblo, en el mismo santuario y día con la misma comida sagrada, maíz.

El segundo eslabón de la cadena es la famosa monja de los tiempos coloniales, la primera feminista de América, en el siglo XVII, Sor Juana Inés de la Cruz. La más celebrada crítica del machismo, una de las más grandes poetas del mundo hispánico. Hija ilegítima de un español y una mexicana. Como las mestizas en México que somos “hijas de un español valiente y de una india condescendiente”, como afirma el gran escritor mexicano Alfonso Reyes, sin embargo no sabemos qué tan condescendientes fueron ellas.

La monja se convertiría en la literaria más importante del nuevo mundo. De niña fue precoz en la lectura, la escritura y la composición literaria. Fue llevada a la corte del virrey de México donde aprendió latín y profundizó en otros estudios.

Hay una historia encantadora sobre Juana en un examen oral que tuvo a los 13 años frente a 40 de los más importantes profesores y autoridades en ciencia, filosofía, matemáticas, literatura, teología y música de su tiempo, al cual ella respondió brillantemente (Macías, Anna, 1982).

Ya en el convento defendió ardientemente la igualdad de las mujeres en la justicia y en la educación. Prefiguró el movimiento feminista en México y fue honrada en su tiempo con el título de la “Décima musa”.

Escribe el poema, “hombres necios....”, que todo mexicano y mexicana sabe e memoria. Acusa a los hombres de incitar a las mujeres a romper el código moral y una vez alcanzado el objetivo, denunciarlas como malvadas.

En su carta autobiográfica “Carta a Sor Filotea” defiende el derecho de las mujeres a estudiar las artes liberales y la teología, y rechaza la idea de que sean acusadas del origen del pecado del mundo.

El sueño de Sor Juana de que las mujeres fueran a la Universidad se cumplió en México en el siglo XX. Entonces pudieron asistir a las escuelas que a ella le estuvieron vedadas. El deseo de Sor Juana, cuando urgía a su madre que la vistiera como hombre para poder estudiar, se alcanzó 300 años después.

Frida Kahlo, la famosa pintora mexicana, reconocida mundialmente, fue una de las primeras mexicanas que estudió en la Universidad Nacional Autónoma de México. Es su época sólo 35 mujeres asistían a la universidad de 2 mil estudiantes. Ella quería estudiar medicina, pero un fatal accidente le impidió seguir su carrera y se dedicó a la lucha política y a la pintura, con su pareja Diego Rivera.

Una de sus obras más antiguas la muestra en el centro de su casa, en el centro de México, en el centro del mundo, reflejando su intensa ambición. Las mujeres en nuestro país hemos sido tradicionalmente condicionadas para no ser ambiciosas. Ella comprendió que para ser persona una tiene que superar la educación femenina tradicional, que yo llamo “domesticación de las mexicanas” (Hierro, Graciela, 1989). Expresa una nueva forma de orgullo feminista.

Frida tuvo una nodriza indígena, así en otra pintura muestra a su “nana” como la encarnación de la herencia azteca.

Vemos en muchas de las mujeres mexicanas de hoy la necesidad de asumir y potenciar los rasgos positivos de la cultura indígena que hemos heredado y aprendimos a nuestras nanas, mujeres indígenas que nos cuidaron y nos compartieron su sabiduría.

Cuando Frida tenía tres años comenzó la Revolución en México. Durante su primera juventud sufrió poliomielitis y padeció intensamente las carencias que acarreó la revolución de 1910. Vivió en carme propia el cambio de valores que trajo consigo el movimiento armado (Herrera, Hayden, 1986).

A partir de la Revolución se levanta la gran ola de nacionalismo después de haber vivido bajo el control español y afrancesamiento del siglo XIX. Se dio el deseo ferviente de las/os intelectuales en México y las/os artistas de descubrir “el alma mexicana”. Se crea el lema de la Universidad Nacional: “Por mi raza hablará mi espíritu”. El tiempo del gran movimiento muralista de México. Rivera, Orozco, Siqueiros, Tamayo. Ella creció con ese grupo y desafió la visión tradicional de las mujeres en la ropa, las costumbres y la creación.

Muchas mujeres desde el mundo prehispánico hasta el presente contribuyeron a la lucha para alcanzar un lugar destacado en la sociedad, pero su memoria se ha perdido en los libros escritos por hombres. Será hasta después de los años mil novecientos cincuenta que se comienza a escribir la historia de las mujeres mexicanas.

Rosario Castellanos, la maestra que lucha por cambiar la identidad de las mexicanas, en su texto “Mujer que sabe latín, ni encuentra marido ni alcanza buen fin” describe el problema de las mexicanas que ni siquiera habían alcanzado el nivel de luchar por la posesión de su cuerpo, estaban aún en el periodo de intentar conocer su propia anatomía.

Escribió la primer tesis feminista en la UNAM, en 1950, preguntándose: “¿Existe una cultura femenina?”, en la Facultad de Filosofía y Letras. Fue nombrada embajadora de México en Israel y su discurso inaugural constituye una revolución en la historia de México. Por primera vez una persona oficial del gobierno se atrevió a hablar de la relación mujer-hombre tan indignante. En Israel murió en un accidente. Se le hicieron grandes honores, y en México se le sepultó en la rotonda de los ilustres. Un parque lleva su nombre, escuelas, bibliotecas y premios literarios.

Estas cuatro poderosas figuras femeninas, Coatlicue, Sor Juana, Frida y Rosario, forman la base de nuestro movimiento feminista contemporáneo, enlazado a través de los momentos más importantes de nuestra historia. Finalmente deseo comentar que el Primer Congreso Feminista de América se hizo en México, en Yucatán, en 1916.

Para este nuevo milenio hemos avanzado en muchos aspectos. Sin embargo, siguen las condiciones de inequidad aún presentes. Las mujeres indígenas en gran miseria y opresión; las obreras que reciben menos salario que sus compañeros y tienen escasas prestaciones laborales femeninas. La clase media que desaparece al impacto del capitalismo despiadado y la doble tarea para las mujeres.

Somos las mujeres universitarias en la actualidad las que constituimos el grupo más amplio del movimiento feminista y hasta ahora sólo hemos logrado tejer redes muy tenues para rescatar a nuestras hermanas más necesitadas.

En el 2003

Hablar de feminismo en esta época para muchas puede representar un problema. Mis hijas, por ejemplo, dicen que ellas no son feministas, la feminista es su mamá. Para mi, a los 73 años, el feminismo no ha sido ni será problema, por el contrario, es la doctrina política y ética a la que más le debo en mi vida.

Las feministas mexicanas de los siglos pasados son mis madres y abuelas que abrieron camino para nosotras, las de ahora, de allí que la deuda es obligada con las más jóvenes, se llamen o no feministas.

Con el feminismo hemos ganado mucho, individual y colectivamente. Logramos autonomía del mundo masculino, entramos en una red de relaciones con otras mujeres y nos volvimos más conscientes de nosotras y más inteligentes con relación al mundo. Sin embargo, no hemos podido traducir el feminismo desde nuestra experiencia personal al lenguaje común. En gran medida sigue estando encerrado en las historias personales que las mujeres escribimos en los “cuadernos de contar la vida”, y en los textos que nosotras escribimos y leemos.

La conciencia feminista es autónoma de las formas del poder. El significado de la libertad femenina surge en las reuniones sólo de mujeres donde se hace evidente la diferencia. Existimos, dejamos de ser el lado oculto de la luna y nos atrevemos a vivir en voz alta.

Ofrecemos nuevas interpretaciones a viejos problemas. Por ejemplo, Eva, la tentadora bíblica para algunas filósofas feministas como yo, representa “la santa madre de la filosofía”. Puesto que la filosofía nace del asombro, como afirma Platón. Ella deseaba conocer el secreto del bien y del mal, de allí la mordida a la manzana. También Pandora que abría cajas que no le correspondía. Finalmente Diótima de Mantinea, la mujer sabia en el amor, que orienta la investigación socrática sobre el Eros, en el Banquete de Platón, aunque no fue invitada a ese evento.

Levantamos el velo de la ignorancia de las contribuciones femeninas a la cultura androcéntrica. Las filósofas feministas hemos creado una filosofía propia y se conoce la existencia y el pensamiento de infinidad de mujeres filósofas que han existido en todo el mundo y cuyos nombres habían sido borrados de la historia oficial de la filosofía “del hombre”.

Por ejemplo en el mundo clásico antiguo, Hipathia, filósofa helenística que fue quemada por los monjes cristianos; Hiparquia, presocrática que se pregunta: “habré hecho una mala decisión abandonando el telar y dedicarme a mi educación”.

Las científicas, artistas, religiosas, políticas, han contribuido a nuestra autonomía, que cada día crece más en el mundo que sólo se consideraba masculino. Y es por ello que nacen en las universidades los estudios de mujeres y los estudios de género, que es la última contribución del feminismo a la cultura.

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