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Simpsons


Enviado por   •  14 de Mayo de 2012  •  1.057 Palabras (5 Páginas)  •  432 Visitas

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“El humor -advertía E.B. White- al igual que una rana, puede diseccionarse, pero muere en la operación, y lo que de ello queda puede resultar desalentador para la mente científicamente pura”. Una disección marxista, llevada a cabo por un socialista científico riguroso, casi sin duda matará el humor en cualquier chiste al tiempo que pone al descubierto la fealdad de las entrañas de la ideología en el cuerpo de la comedia burguesa. “Los rojos son gente tan seria, tan sombría”, subraya Tommy Crickshaw (Bill Murray) en Abajo el telón. Y probablemente lleve razón. No es que los marxistas no puedan disfrutar de un buen chiste. El propio Marxs intentó escribir textos cómicos, y entre sus intentos destaca una novela en el estilo de Tristram Shandy. Pero el humor plantea un desafío a cualquiera que se preocupe por la justicia y la igualdad: al fin y al cabo, ¿qué puede haber de gracioso en un país en donde el cinco por ciento de los habitantes controla el noventa y cinco por ciento de la riqueza?Saber que cada semana en Estados Unidos veinte obreros son asesinados y dieciocho mil son víctimas de ataques en sus puestos y reírse de todos modos cuando Apu, dueño de la tienda de ultramarinos, cuyo pecho está cubierto de cicatrices de bala, le dice a Homero: “No le quiero engañar: en este trabajo se reciben balazos” (“El pony de Lisa”) es traicionar los principios marxistas. Tal vez el rabino Krustofsky de Los Simpsons esté en lo cierto: “La vida no es divertida. Es una cosa seria”.

Pero Los Simpsons es una serie divertida, y su comicidad va en tantas direcciones distintas (el fenómeno llamado “algo para todos”) que tal vez sea imposible mirarla y no reírse a despecho de las propias opciones políticas o económicas. Y, dado que a menudo se vende como “subversiva”, podríamos esperar que resultase especialmente sugerente a quienes se muestran críticos hacia la ideología dominante y se interesan por la manera en que el arte pueda usarse para sacudir los cimientos del poder social. Sin dejar de reconocer que el humor puede ser muy subjetivo y que analizar la comicidad podría aguarla un poco, veamos cómo Los Simpsons logra esa subversión mediante el humor por el que es tan conocida.

Risas reflexivas

La serie podría tomarse como modelo en un seminario sobre la comicidad para ilustrar uno de los rasgos fundamentales de la misma: la incongruencia. Solemos reírnos con más ganas ante la conjunción de elementos habitualmente incompatibles, la superposición de ideas, imágenes, sentimientos y creencias que mantenemos separados en la mente, el desmontaje de lo normal o la convención, la frustración de las expectativas o, en palabras de Kant en la Crítica de la facultad de juzgar , “una expectativa frustrada que de improviso se reduce a nada”:

Homero: Oh, Dios mío, ¡extraterrestritos, no me coman! Tengo esposa e hijos, cómanselos a ellos (“La casa-árbol del terror VII”).

Homero: Oh, ¡oficiales!, me dejé seducir por la diversión de buscar chivos expiatorios de la proposición 24 [para deportar inmigrantes sin papeles en Springield], y no me detuve a pensar que podría afectarla a algún vecino y conocido mío. ¿Pero sabes qué, Apu? Voy a echarte mucho, mucho de menos (“Mucho Apu y pocas nueces”).

En ambos ejemplos,

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