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Textos Carta A Diogneto


Enviado por   •  27 de Diciembre de 2011  •  2.630 Palabras (11 Páginas)  •  1.062 Visitas

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TEXTOS DE LA CARTA A DIOGNETO.-

La Epístola a Diogneto es una apología del cristianismo. A diferencia de otros textos escritos espontáneamente para defender la nueva religión, este es la respuesta de un cristiano a las cuidadosas preguntas formuladas por un pagano llamado Diogneto. Esta pequeña obra, de apenas doce capítulos, es una pieza singular de la literatura cristiana. Estos son algunos de los capítulos tratados más destacables:

1. REFUTACIÓN DEL POLITEÍSMO:

El politeísmo es la doctrina religiosa cuyos seguidores creen en la existencia y adoración de múltiples dioses o divinidades organizadas en una jerarquía. Cada deidad puede ser honrada e invocada de manera individual dependiendo de los aspectos que se le atribuyan. No suele existir una teología propiamente dicha, aunque suele coexistir con sistemas filosóficos y éticos bastante complejos. Cada fuerza sobrenatural o acontecimiento trascendental, atiende a unos mecanismos establecidos, que conforman un complejo orden cósmico muy jerarquizado, descrito mediante mitos, leyendas y obras sagradas.

Este capítulo comienza con una crítica de la religión basada en dos aspectos: la crítica de la idolatría y la crítica de los sacrificios. Después valora la religión judía, a la que atribuye una cosa buena, creer en el único Dios verdadero, y otra mala, adorarle como los griegos, con sacrificios que Dios no necesita:

Las imágenes de los cultos paganos, podían estar hechas de diversos materiales: oro, bronce, piedra, madera. Bajo una serie de símiles, la carta nos da a entender es que todo y todos estamos hecho de materia, y la misma es corruptible. La materia no se ve, no se mueve, no tiene sentimientos, es perecedera y a su vez, destructible. “… ¿Es a esto es a lo que llamáis dioses?; ¿los adoráis y por los que os esclavizáis?; ¿por eso aborreceréis a los cristianos, porque no creen que eso sean dioses?...”

2. REFUTACIÓN DEL JUDAÍSMO:

El término judaísmo se refiere a la religión o creencias, la tradición y la cultura del pueblo judío. Su práctica se basa en las enseñanzas contenidas en la Torá. El rasgo principal de la fe judía es la creencia en un Dios omnisciente, omnipotente y providente. Otra de las características del judaísmo, que lo diferencia de las otras religiones monoteístas, radica en que se considera no sólo como una religión, sino también como una tradición y una cultura.

Valora la religión judía, a la que atribuye una cosa buena, creer en el único Dios verdadero, y otra mala, adorarle como los griegos, con sacrificios que Dios no necesita. Por todo ello, los cristianos no practicamos el judaísmo.

3, LOS CRISTIANOS EN EL MUNDO:

A continuación el autor emprende la defensa del cristianismo:

Los cristianos, no nos distinguimos de los demás ni por nuestra tierra, ni por nuestra lengua, ni por nuestras costumbres. Nuestra doctrina no se basa en la ciencia, ni en el poder. Intentamos su vida sea admirable y ejemplar. Nuestros valores priman ante todo: la humildad, la bondad, la sencillez, la bondad, el respeto a todo y a todos, son algunos de ellos.

Son conocidos como hombres que viven en el mundo, pero no son del mundo. Su religión permanece invisible. Renuncian a los placeres de la carne. Aman a aquellos que les odian. Mantienen la cohesión del mundo. Esperan la inmortalidad en los cielos.

Las tradiciones cristianas no son invenciones, sino manifestaciones de los misterios humanos. Dios nos envió a su hijo, al mismísimo artífice y creador del universo para hacernos llegar su verdad y su palabra, estableciéndola en nuestros corazones.

4, EL DESIGNIO SALVADOR DE DIOS:

Después de los pasajes dedicados a la ciudadanía cristiana y al alma del mundo, el autor afirma que el cristianismo se origina porque Dios ha intervenido en la historia enviando a su Hijo:

Dios, Señor y Creador del universo, hizo todas las cosas y las distinguió según un orden. Siempre fue y ha sido benévolo, bueno, sin ira y veraz con nosotros.

Nos dejó actuar a nuestro antojo, guiados por nuestros impulsos arrastrados por la diversión, por el deseo de bienes materiales, y por las satisfacciones sin impedimento alguno. Fue tolerante con nuestros pecados, preparando el tiempo actual de justicia, forjándonos para ser dignos para recibir la bondad de Dios y abrirnos las puertas de su reino. Llegado el momento, se mostró noble y misericordioso, se compadeció de nosotros, y cargó con nuestros pecados.

Ya que por nuestra propia naturaleza, haciéndonos ver que por nuestra naturaleza no éramos capaces de alcanzar la vida, y habiéndonos mostrado que el salvador es capaz de salvar lo imposible, quiso que creyéramos en su bondad y le tuviéramos como nuestro padre, consejero; como la luz, la fuerza, y la vida, sin que nada material nos preocupase.

A continuación, Diogneto recibe una exhortación donde se enumeran los beneficios que acarrea la aceptación de la fe cristiana, a saber, el conocimiento del Padre y el Reino de los Cielos:

Para alcanzar la fe, debemos conocer primero al padre. Dios hizo el mundo, a las cosas que lo contiene, nos dio la razón, la inteligencia. Ofreció la oportunidad de poder verle, y nos creó a su imagen y semejanza. Envió a su hijo, y nos prometió el reino de los cielos. Sólo así, seremos imitadores de su propia bondad si él así lo quiere.

En adelante, el autor describe la inversión de principios y valores que afectan a la persona y la encaminan a la imitación de Dios:

Viviendo en la tierra, podemos estar convencidos de que Dios es el señor de los cielos; hablaremos de los misterios de Dios; admiraremos a los que arriesgan y dan todo por él. Condenaremos el engaño, conoceremos la vida del cielo, despreciaremos la muerte, ya que la misma será para los condenados.

Para concluir, podríamos decir que:

ÉSTE ES, TAMBIÉN HOY, EL CAMINO REAL QUE DEBEN RECORRER LOS CRISTIANOS, HEREDEROS, TESTIGOS Y COOPERADORES DEL REINO DE CRISTO.

CARTA A UN FUTURO BAUTIZADO:

El bautismo cristiano, consiste en una aplicación del agua sobre una persona, invocando a la Trinidad: el Padre, el Hijo y el Espíritu Santo, con el fin de hacer participar a quien lo recibe en la muerte y la resurrección de Jesucristo, constituyéndole: profeta, sacerdote y rey junto con Cristo, hijo(a) de Dios y heredero(a) de su Reino, e integrándole a la comunidad de la Iglesia,

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