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Uso De Las Parabolas


Enviado por   •  6 de Noviembre de 2013  •  6.928 Palabras (28 Páginas)  •  315 Visitas

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INTERPRETACIÓN DE PARÁBOLAS

Entre las formas figuradas del lenguaje bíblico la parábola ocupa un sitio preeminente.

La parábola es especialmente digna de estudio por constituir revelaciones de su reino celestial. También las empleaban los grandes rabinos contemporáneos de Jesús y frecuentemente tropezamos con ellas en el Talmud y otros libros judíos. Entre todos los pueblos orientales parece haber sido una forma favorita de transmitir instrucción moral y la encontramos en la literatura de la mayoría de las naciones.

El término "parábola" se deriva del griego parábola, que significa arrojar, o colocar al lado de, y lleva a la idea de colocar una cosa al lado de otra con el objeto de comparar. Es, esencialmente, una comparación o símil y, sin embargo, todos los símiles no son parábolas. El símil puede apropiarse una comparación de cualquier género o clase de objetos, ora reales o imaginarios. La parábola está limitada en su radio y reducida a las cosas reales. Sus imágenes siempre incorporan una narración que responde con verdad a los hechos y experiencias de la vida humana. No emplea, como la fábula, aves parlantes y fieras o árboles reunidos en concilios. Como el acertijo y el enigma, la parábola puede servir para ocultar alguna verdad de la vista de los que no poseen penetración espiritual para percibirla bajo su forma figurada; pero su estilo narrativo y la comparación formal, siempre anunciada o supuesta, la diferencian claramente de toda clase de dichos intrincados que tienen por fin principal el confundir o causar perplejidad. La parábola, una vez entendida, revela e ilustra los misterios del reino de los cielos. El enigma puede incorporar profundas verdades y hacer mucho uso de la metáfora, pero nunca, cual la parábola, forma una narración o pretende hacer una comparación formal. Entre la parábola y la alegoría hay mayor analogía. Tan es así que las parábolas han sido de¬finidas como "alegorías históricas" pero difieren entre sí en la misma forma, substancialmente, en que el símil difiere de la metáfora. La parábola es, esencialmente, una comparación formal y obliga al intérprete, a fin de hallar su significado, a ir más allá de 1<9 narración que ella hace; en tanto que la alegoría es una metáfora extendida y den¬tro de sí misma contiene su interpretación. Por consiguiente, la parábola se destaca y distingue como una modalidad y estilo del lenguaje figurado. Actúa en un elemento de sobria vehemencia sin que sus imágenes traspasen jamás los límites de lo posible, es decir, de lo que pudieran ser hechos reales. Puede, tácitamente, contener elementos de enigma, de tipo, de símbolo y de alegoría, pero difiere de todos ellos y en su propia esfera, escogida de la vida real y diaria, se adapta muy peculiarmente a presentar ense¬ñanzas especiales de Aquél que es "el Verax, no menos que el Verus y la Veritas".

El intento general de la parábola, como de todo lenguaje figurado, es el de embellecer y presentar las ideas y las enseñanzas morales en forma atractiva e impresionante. Presentadas en lenguaje ordinario, literal, muchas verdades se olvidarían apenas se escucharan; pero adornadas con la vestimenta parabólica despiertan la aten¬ción y se aferran a la memoria. Revestidas del ornato parabólico, las amonestaciones y censuras resultan menos hirientes y, sin embargo, producen mejor efecto que el que se lograría usando el lenguaje ordinario. La parábola de Nathan (2 Samuel 12:1 14) preparó el corazón de David para recibir provechosamente la tremenda represión que iba a administrarle el profeta. Algunas de las parábolas más punzantes con que el Señor zahiriera a los judíos, y que aquellos percibieron que iban dirigidas directamente contra ellos contenían reprensión, censura y amonestación y, sin embargo, a causa de su forma y adorno fueron un medio de escudarle contra la violencia (Mat. 21:45; Marc. 12:12; Luc. 20:19). También es fácil ver que una parábola puede encerrar una profunda verdad o un misterio que los que la escuchan no perciben al principio, pero que, a causa de su forma notable o memorable, se arraiga mejor en la mente y, permaneciendo allí, al fin rinde su profundo y precioso significado.

El motivo y objeto especial de las parábolas del Señor lo hallamos declarado en Mat. 13:10 17. Hasta esa fecha de su ministerio parece que el Señor no había hablado en parábolas. Cuando se reunieron multitudes, cerca del mar de Galilea, para escucharle, y "les habló muchas cosas por parábolas" (Mat. 13:3) los discípulos, inmediatamente, se dieron cuenta de que ya no estaba usando el lenguaje ordinario que acostumbraba y le preguntaron: "¿Por qué les hablas por parábolas?" Su respuesta fue muy notable por su mezcla de metáfora, proverbio y enigma, tan combinada con una profecía de Isaías 6:9¬10 ), que se convierte en uno de los discursos más profundos del Señor:

"Porque a vosotros es concedido saber los misterios del reino de los cielos más a ellos no. Porque a cualquiera que tiene, se le dará y tendrá más, pero al que no tiene, aun lo que tiene le será quitado. Por eso les hablo por parábolas; porque viendo no ven y oyendo no oyen ni entienden. De manera que se cumple en ellos la profecía de Isaías, que dice: "De oído oiréis y no entenderéis y viendo veréis y no miraréis. Porque el corazón de este pueblo está engrosado y de los oídos oyen pesadamente y de sus ojos guiñan; para que no vean de los ojos y oigan de los oídos y del corazón entiendan y se conviertan y yo los sane". (Mat. 13:11 15).

El pensamiento predominante de esta respuesta parece enseñar que el Señor tenía un doble propósito al usar estas parábolas, a saber, a un mismo tiempo revelar y ocultar grandes verdades. Había, en primer término, aquel círculo interno de adeptos que recibían su palabra con gozo y quienes, como los que participan en los concejos secretos de otras reinos, tenían el privilegio de conocer los misterios del Reino Mesiánico, tan largo tiempo escondidos pero que ahora estaban por revelarse (compar. Rom. 11:25; 16:25; Col. 1:26) . Estos realizarían la ver¬dad del proverbio "al que tuviere, se le dará, etc.". Este proverbio expresa de una manera enigmática una ley importante y maravillosa de la experiencia en las cosas de Dios. Quien está dotado con un deseo de conocer a Dios y de apropiarse rectamente las provisiones de su gracia, crecerá más y más en conocimientos y sabiduría por las múltiples revelaciones de la verdad divina, pero el de carácter opuesto, que tiene corazón, alma y mente con qué amar a Dios pero carece de voluntad para emplear sus facultades en la investigación seria de la verdad, perderá aun lo que parece poseer. Sus facultades se debilitarán

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