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YO OS HARÉ DESCANSAR


Enviado por   •  15 de Septiembre de 2012  •  3.854 Palabras (16 Páginas)  •  510 Visitas

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Mayo - 2012

YO OS HARÉ DESCANSAR

Mateo 11:28-30

El hombre desde el día que llega a este mundo está con cargas pesadas. Cargas del pecado, cargas del odio, de enfermedades, de pobreza, de preocupaciones, de incertidumbres, de temor, de ansiedad, de desesperación y carga de muerte. Y hoy día está padeciendo de la carga de la crisis económica, la cual causa incierto por el día de mañana; en consecuencia produce temor, desempleo, y destrucción.

Sin embargo, Jesús con los brazos abiertos nos llama diciéndonos: venid a mí y yo os haré descansar. ¿Cómo puede Jesús encargarse de todos los problemas pesadas que ni siquiera el país puede resistir?

Primero, si Jesús nos dice estas palabras es porque él está totalmente capacitado para ayudarnos. Porque de lo contrario se trataría de un enfermo mental. Más Jesús lo puede hacer.

Si leemos en los Antiguos Testamentos, puede darse cuenta que cuando Israel fue preso a Babilonia, en medio de ello también estaban Sadrac, Mesac y Abed-nego, buenos servidores de Dios. El rey Nabucodonosor levantó una estatua en el campo de Dura, y llamó a todos los magistrados, consejeros, gobernadores a la dedicación de la estatua y al tocar la bocina de la flauta del tamboril de todo instrumento de música, se postren y adoren la estatua de oro.

Pues el rey Nabucodonosor en esa época era un hombre temible, nadie le contradecía, ya que en sus manos estaba la vida y la muerte de las personas. ¿Quién osaría no adorar la estatua? Se tocó pues los instrumentos de música y todos se postraron delante de la estatua en adoración, menos Sadrac, Mesac y Abed-nego. Algunos varones caldeos acusaron ante el rey maliciosamente sobre estos jóvenes.

El rey con ira y con enojo mandó llamarles y preguntó: ¿Es verdad que no honrarás a mi dios, ni adoráis la estatua de oro que he levantado? Les dará una segunda oportunidad, y al tocar los instrumentos de música postrado lo adoraréis, mas si no lo hacen serán echados al horno de fuego ardiendo. Mas a estas amenazas del rey, ellos le contestaron diciéndole: “Sadrac, Mesac y Abed-nego respondiendo al rey Nabucodonosor, diciendo: No es necesario que te respondamos sobre este asunto. He aquí nuestro Dios a quien servimos puede librarnos del horno de fuego ardiendo; y de tu mano, oh rey, nos librará. Y si no, sepas, oh rey, que no serviremos a tus dioses, ni tampoco adoraremos la estatua que has levantado” Ellos le confesaron firmemente su fe en Dios. Si usted oh rey nos echa al fuego del horno ardiendo, nuestro Dios nos rescatará; esto es una declaración firme de su fe sobre el Dios Todopoderoso y Omnipotente.

Aunque Dios no nos rescate de este fuego, nosotros no adoraremos a la imagen, fueron la confesión de la fidelidad de su fe en Dios. A estas respuestas el rey se había enojado muchísimo y mando calentar siete veces más el horno, ataron a estos jóvenes y los llevaron al horno de fuego, y quienes lo llevaban los mató el fuego. Sadrac, Mesac y Abed-nego fueron echados al fuego, ¿pero saben lo que pasó? Aparte de estos tres jóvenes en el horno estaba un cuarto hombre con ellos danzando.

En Daniel 3:24-25 podemos leer: “Entonces el rey Nabucodonosor se espantó y se levantó apresuradamente y dijo a los de su consejo: ¿No echaron a tres varones atados dentro del fuego? Ellos respondieron al rey: Es verdad, oh rey. Y él dijo: He aquí yo veo cuatro varones sueltos, que se pasean en medio del fuego sin sufrir ningún daño; y el aspecto del cuarto es semejante a hijo de los dioses” ¿Quién era este cuarto hombre? Era el Hijo de Dios del creador de los cielos y la tierra, Jesús. Por la confesión fiel de Sadrac, Mesac y Abed-nego; el mismo Hijo de Dios, dejó su trono y desató las ataduras de estos jóvenes y danzó con ellos en el horno del fuego. Así es nuestro Señor.

Cuando Jesús dijo “Venid a mí todos los que estáis trabajados y cargos, y yo os haré descansar” no fue un dicho vago. Él lo dijo porque él tiene capacidad para tal cosa; tiene poder para sacar a su pueblo aún del horno de fuego. En Mateo 28:18 nos dice: “Y Jesús se acercó y les habló diciendo: Toda potestad me es dada en el cielo y en la tierra” En este momento, el poder del mundo y el poder del cielo está en las manos del Señor.

Él también en Mateo 28:20 nos dice: “Enseñándoles que guarden todas las cosas que os he mandado; y he aquí yo estoy con vosotros todos los días, hasta el fin del mundo”. El Señor nos promete estar con nosotros las 24 horas del día, y no de momento a momento. De acuerdo a sus palabras, él está en este momento con nosotros. Este Jesús nos dice también: “Llevad mi yugo sobre vosotros y aprended de mí”

Segundo, el Señor nos ordena llevar su yugo y ¿cuál es el yugo del Señor? En los tiempos pasados en Palestina, las vacas araban el campo llevando un yugo; al realizar su labor colocaban también a su cría debajo de la madre. Con la finalidad de que las crías aprendan surcar la tierra correctamente como la madre. Así cuando el labrador les azota, las vacas tiran de su yugo con toda la fuerza; y las crías solo las sigue debajo de ella sin ningún esfuerzo.

Tal vez, la cría mire a su madre y se pregunte ¿por qué mi madre estará tirando de su arado con este dolor y esfuerzo?

Ella no comprenderá el por qué; todo esto porque el yugo está sobre el cuello de la vaca y la carga está detrás y la cría solo tiene que seguirle debajo del yugo. De lejos creerán que tanto la madre como su cría están llevando el yugo. Pero en realidad si le preguntamos a la cría, él le contestará que ella no lleva el yugo ni tiene carga; solo estoy siguiendo a mi madre. Cuando Jesús dijo “lleva mi yugo y aprende de mí” es porque él tenía conocimiento de la labor de las vacas. Jesús nos dice “lleva mi yugo” y no las nuestras. “Lleva mi yugo y aprende de mí” ¿Cuál es el yugo del Señor? Jesucristo llegó a este mundo para llevar yugo; y el yugo de Jesús fue la cruz en el Calvario. Jesús llevó el yugo de la cruz del Calvario y ¿cuáles son las cargas que él tiró del yugo? Las cargas que él llevó no fueron sus cargas, sino las cargas del mundo, cargas tuyas y las mías.

Jesús en su yugo llevó las cargas de nuestros pecados. Los pecados cometidos desde Adán hasta lo último de la tierra, Jesús los tiró de su yugo. De modo que esta carga era muy pesada, dolorosa, y requería de mucha fuerza. Jesús derramó sudor, sangre y rompió su cuerpo, llevando así el yugo.

Así en Juan 1:29 tenemos: “El siguiente día vio Juan a Jesús que venía a él, y

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