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“Yo comía cuando había comida. Cuando salí de Costa de Marfil y comencé a ganar dinero, me di cuenta que la gente comía 3 veces por día”


Enviado por   •  15 de Mayo de 2016  •  Ensayos  •  1.444 Palabras (6 Páginas)  •  429 Visitas

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Caracas, 9 de abril de 2015

Colegio “Cristo Rey”-Altamira

5to de Ciencias

Valentina Deffit

“Yo comía cuando había comida. Cuando salí de Costa de Marfil y comencé a ganar dinero, me di cuenta que la gente comía 3 veces por día”

Didier Drogbá, futbolista marfileño.

MI EXPERIENCIA CON LA FUNDACIÓN UMA

Muchas veces pienso en la afortunada que soy, en la veces que le he dicho a mi mamá que quiero comer tal dulce o en tal restaurante, y no me doy cuenta en la burbuja que vivo, es decir, en ese lugar imaginario en donde no me doy cuenta de las necesidades del otro, como aquel que nos cuida el carro cuando vamos a comer o simplemente cuando lo dejamos en la calle y los muchos que puede haber como él.

La Fundación UMA (Una Mano Amiga), se dedica a hacer, entre sus muchas actividades para ayudar a la gente en situación de indigencia, “El Comedor de la Esperanza” que se realiza el primer domingo de cada mes y se basa básicamente en la entrega de comida a personas que se encuentran en la situación mencionada anteriormente, la idea es que uno realice unas cuantas comidas en su casa, Mariana y yo hemos llegado al record de 16, de acuerdo al menú del día, siendo este pasta con carne o arroz con pollo y por supuesto tajadas, además de pan y jugo. Después, a las 11:30 está pautado encontrarnos en la Torre Parque Cristal, en donde siempre nos estará esperando Cherry, la directora de la fundación, para que más o menos a las 12 del día salgamos a recorrer nuestra cosmopolita ciudad, Caracas, no sin antes realizar una oración para encomendarnos a Dios y que nos dé todas las fuerza para larga jornada que tenemos por delante.

Vivimos muchas experiencias, entre las más notables, fueron dos hombres que se encontraban durmiendo en su “casa” como ellos la llamaron, esta era unos cartones en forma de una carpa, cuando les preguntamos si querían un plato de comida, estos se miraron entre si y después nos miraron a nosotros con los ojos brillosos y diciéndonos que le habían rezado ese día a Dios, para que les trajera comida porque pensaban que iba ser otro día sin comer, hasta nos pidieron otras dos comida más, fue imposible para Karen (mamá de Mariana), Mariana y yo aguantar las lágrimas por el agradecimiento que sentían estas personas hacia nosotros. También hubo una abuelita, que cuando la vi también se me aguaron los ojos, porque pensé en mi abuela en esa situación, ella simplemente no hubiese podido sobrevivir a vivir en la calle, pero esta señora estaba buscado comida en la basura, y cuando le ofrecimos una comida ella se emocionó tanto que fue imposible no emocionarse con ella, se sentó y comió como si fuese la última vez que comería.

Es increíble como la fundación se ha hecho un huequito en el corazón de muchas personas que viven en la calle, todos los primeros domingos de cada mes nos están esperando, preguntan por Alejandro (hermano de Cherry), por Cherry, y demás personas de UMA, a pesar de sus distintas situaciones siempre nos sonríen y nos tratan con cariño, hay personas que quedarán marcadas en mi corazón, como los uruguayos, que suponemos que son de allá por su acento, y que siempre me pregunté qué razón los trajo a Venezuela a vivir en un motorhome, mamá, papá y sus tres hijos, siempre nos recibieron en su modesta casa, o tal vez la mujer de la noche, que todo lo que ganaba vendiendo su cuerpo lo donaba, que siempre está bien maquillada porque según ella lo último que podemos perder es el glamour, o aquel hombre, abogado que simplemente vivía en la calle porque ningún bufet le quería dar trabajo debido a su edad, ¿es qué acaso la experiencia no importa?, también aquel otro hombre que estudió filosofía en la Universidad de Salamanca, o el que tenía una cantidad increíble de mascotas, unos 14 perros y 14 gatos, que prefirió que le diéramos la comida a ellos. Ninguno de ellos fue nadie importante pero sus estilos de vida me marcaron profundamente y no fue porque ganaron algún premio importante o tenían mucho dinero, sino porque a pesar de sus difíciles situaciones nunca nos dejaron de sonreír.

Tal vez fue por drogas, alcohol, malas decisiones o una familia que no los quiso más debido por ser viejos, pero esas no son razones justificadas para dejarlos de lados y seguir de largo cuando los vemos, debemos empezar a abrirles unos huequitos a la burbuja de indiferencia en la que vivimos, para brindarle una mano amiga al necesitado, al vecino, al amigo, en fin al prójimo, para así poder cambiar ese mentalidad ególatra del venezolano, y así poder lograr el cambio que tanto anhelamos en nuestra querida Venezuela.

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