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juanaaasApuntes2 de Noviembre de 2017

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En la boca comienza la transformación mecánica y química de los alimentos y se perciben los sabores de la comida. La masticación (mecánica) y la salivación (química) producen el bolo alimenticio, desmenuzando los alimentos e impregnándolos de saliva.

La saliva es segregada por tres glándulas salivales: las parótidas, situadas detrás del maxilar inferior; las submaxilares, localizadas en el lado interno del maxilar inferior, y las sublinguales, que se encuentran debajo de la lengua. La saliva está constituida por un 95% de agua y contiene una enzima llamada amilasa salival o ptialina que actúa sobre el almidón, un polisacárido contenido en ciertos alimentos como el pan y el arroz, transformándolo en maltosa, un disacárido de estructura sencilla. Es decir que la saliva aporta la primera de las enzimas que actúan en la digestión química de los alimentos.

La lengua contribuye a mezclar los alimentos triturados con la secreción salival para formar el bolo alimenticio que durante la deglución, ingresa a la faringe y luego al esófago y estómago. El pasaje del bolo alimenticio se logra por medio de movimientos peristálticos; estos son movimientos rítmicos de las paredes del esófago producidos por la contracción y relajación de los músculos del tubo digestivo regulados por el sistema nervioso de manera involuntaria. Los movimientos peristálticos también se producen en el estómago e intestino.

La digestión del estómago

El estómago es un órgano ubicado por debajo del diafragma y situado entre el esófago y la primera porción del intestino delgado. Se comunica con el esófago a través del cardias, y con el intestino delgado por un orificio llamado píloro, que posee un músculo circular encargado de regular el paso de los alimentos al intestino delgado.

La digestión de los alimentos en el estómago se logra por acción mecánica y química en forma concurrente. Las paredes internas del estómago tienen glándulas gástricas que secretan el jugo gástrico, líquido que interviene en la digestión química. Éste está formado por ácido clorhídrico que proporciona un medio ácido y tiene función antiséptica ya que impide la proliferación de bacterias. El mucus, un fluido viscoso que cubre las paredes del estómago y las protege de la acción del ácido clorhídrico y las enzimas. Entre estas últimas, se encuentran: la pepsina, que es una enzima digestiva que se encarga de la degradación de proteínas en un 10%; la lipasa gástrica que actúa sobre algunos lípidos, convirtiéndolos en moléculas más pequeñas como el glicerol y los ácidos grasos, y la renina actúa sobre la leche separando la caseína (principal proteína) para facilitar su digestión.

Los alimentos parcialmente digeridos, junto con el jugo gástrico, forman una masa semilíquida denominada quimo, que es impulsada a intervalos hacia el intestino delgado por los movimientos peristálticos del estómago.

La digestión en el intestino delgado y sus glándulas anexas

En el intestino delgado se produce la mayor parte de la digestión química de los alimentos. Este órgano, de aproximadamente 6 metros de largo, se divide en tres porciones: la primera es el duodeno, que recibe las secreciones del páncreas, el hígado y las propias glándulas intestinales; y las otras dos porciones son: el yeyuno y el íleon, donde se produce la mayor parte de la absorción de nutrientes.

El páncreas, ubicado detrás del estómago, es una glándula de secreción interna y externa. Algunos de los productos que secreta se vuelcan directamente a la sangre (secreción interna) y otros se vierten hacia órganos como el estómago. Como glándula de secreción externa produce el jugo pancreático que contiene enzimas: amilasas, proteasas, lipasas que descomponen hidratos de carbono, proteínas y lípidos respectivamente.

El hígado produce bilis: un líquido que se almacena y concentra en la vesícula biliar; cuando el quimo llega al intestino delgado, la vesícula se contrae y libera su contenido a este. Las sales biliares actúan sobre las grasas formando una emulsión (mezcla de dos líquidos inmiscibles como el aceite y el agua) de esta manera facilita la acción de la lipasa pancreática sobre los lípidos.

Otras funciones importantes del hígado son su actividad de síntesis de proteínas, almacenamiento de glucosa en forma de glucógeno y degradación de sustancias tóxicas.

En el intestino, el alimento es agitado continuamente por las contracciones peristálticas. Este proceso ayuda a la mezcla del alimento con el jugo intestinal y las secreciones de las glándulas anexas. El jugo intestinal es segregado por las células de la mucosa intestinal y contiene diversos tipos de enzimas: la eripsina, que actúa sobre los péptidos transformándolos a aminoácidos; la lipasa intestinal, que actúa sobre los lípidos transformándolos en ácidos grasos y glicerol, y la amilasa intestinal, que actúa sobre el almidón transformándolo en maltosa y luego en glucosa.

La acción conjunta del jugo pancreático, el intestinal y la bilis transforma el quimo estomacal en un líquido de aspecto denso y opaco llamado quilo que, debido a los movimientos del intestino, está en permanente contacto con la mucosa intestinal incrementando la digestión y la absorción de nutrientes.

La absorción en el intestino delgado

La absorción intestinal se produce principalmente en el yeyuno e implica la incorporación al sistema circulatorio de los nutrientes resultantes de la digestión para ser distribuidos a todas las células del cuerpo. En este punto, los hidratos de carbono han sido degradados a monosacáridos, sobre todo glucosa; las proteínas han sido fragmentadas en sus aminoácidos, y los lípidos, desdoblados en ácidos grasos y glicerol.

La pared interna del intestino tiene estructuras especializadas para la absorción de nutrientes llamadas vellosidades, que son pliegues de la mucosa que aumentan notablemente la superficie de absorción; estos a su vez tienen unos pliegues más pequeños: las microvellosidades, que tienen asociados una red de capilares sanguíneos que distribuyen al resto del organismo.

El agua, las vitaminas y los minerales son absorbidos en el intestino delgado prácticamente sin sufrir transformaciones mecánicas ni químicas. Estas sustancias, junto con los monosacáridos y aminoácidos, ingresan al sistema circulatorio por los capilares sanguíneos (circulación sanguínea).

La reabsorción en el intestino grueso

El resto del quilo no absorbido es conducido al intestino grueso por los movimientos peristálticos intestinales. El intestino grueso comprende cuatro porciones: el ciego con el apéndice, el colon, el recto y el ano. El ciego tiene forma de ampolla y continúa hacia arriba con el colon, y hacia abajo presenta una prolongación en forma de dedo llamada apéndice. En la parte superior del ciego desemboca el intestino delgado por medio de un orificio que contiene una válvula denominada ileocecal, la cual regula el pasaje de quilo impidiendo su retorno. El extremo final del intestino grueso de 15 cm. se denomina recto, el cual termina en el ano.

En el interior del colon habitan diferentes poblaciones de bacterias que forman la flora intestinal. Estos microorganismos descomponen parte de los materiales no digeribles. Aquí también se produce la reabsorción de agua y sales minerales.

Como consecuencia de la reabsorción intestinal y la actividad bacteriana se forma la materia fecal, compuesta por aquellas sustancias que no pudieron ser digeridas por el organismo, las células muertas que se desprenden por desgaste de las paredes del intestino y los restos de los jugos digestivos. Los movimientos musculares del colon empujan la materia fecal hacia el recto, y con la defecación las heces son eliminadas a través del ano.

El sistema respiratorio

El sistema respiratorio está constituido por las vías respiratorias y los pulmones. Las fosas nasales, la faringe, constituyen las vías superiores, mientras que la laringe, la tráquea y los bronquios pertenecen a las inferiores. Este sistema de conductos lleva el aire a los pulmones.

Por medio de la inspiración, el oxígeno ingresa al sistema respiratorio formando parte del aire, que también contiene otros gases, como por ejemplo nitrógeno y dióxido de carbono. El aire inspirado recorre las vías respiratorias hacia los pulmones y es allí donde se produce la incorporación de oxígeno al organismo. Luego, por medio de la espiración, ese mismo volumen de aire, que ahora posee una composición química diferente (CO2), es liberado al exterior del cuerpo por las fosas nasales. La inspiración y espiración forman parte de un continuo proceso de renovación del aire dentro del organismo. La mayor parte de los órganos que intervienen en la ventilación pulmonar se encuentran en la cavidad torácica. Esta cavidad está limitada por las costillas y los músculos intercostales, y en la base hay un músculo plano, llamado diafragma, que separa la cavidad torácica de la cavidad abdominal.

Las vías respiratorias superiores

Las vías respiratorias superiores son las encargadas de permitir el ingreso de aire y controlar la limpieza y la eficiencia de la respiración.

Las fosas nasales son dos cavidades situadas en la cara por encima de la boca, y separadas

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