A vapor: la primera revolución industrial (1760-1840)

A vapor: la primera revolución industrial (1760-1840)

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¨Cuando el vapor comenzó a bombear y las ruedas giraban a tantas revoluciones por minuto, los llamados hábitos de negocios tenían la intención de hacer que la vida del hombre funcionara en armonía con la máquina de vapor, y su movimiento rivalizaba con el tren en la puntualidad. ¨

                                                                   -George William Russell

La Historia esta, aunque no lo parezca, protagonizada por pequeños inventos o descubrimientos que facilitaron la vida del ser humano, por ejemplo, el descubrimiento de la agricultura y la domesticación de los animales evitaron que los humanos emprendieran enormes marchas tras sus presas, así también, el descubrimiento y trabajo del cobre sentó las bases de los primeros imperios, imperios que caerían ante las espadas, lanzas, flechas y mazas de aquellos quienes habrían descubierto el hierro, y a su vez, estos rendirían vasallaje a quienes descubrieron una aleación más duradera, efectiva y poderosa: el acero. No es de extrañarnos entonces, que la máquina de vapor haya marcado un punto y aparte en la Historia de la Humanidad, un invento sin precedentes que supero a las grandes civilizaciones de la Edad de los Metales.

Para comprender esto, nos tenemos que transportar al mundo de mediados del Siglo XVII, un mundo que estaba experimentando los resultados del descubrimiento y colonización de nuevos territorios en ultramar, un mundo que paulatinamente comenzaba a dejar atrás el ideario fantástico e imaginativo para abrazar la aburrida realidad que les rodeaba: un mundo conformado por leyes y construido por enlaces químicos y microscópicos. Los estudios de Galilei, Kepler, Pascal, Descartes, Lavoisier, Hooke entre muchos otros ilustrados, habían establecido una comprensión del mundo cada vez más racionalista y menos dogmática. Así mismo, esta comprensión del mundo vino acompañada de constantes guerras entre las potencias hegemónicas que buscaban el dominio político y económico que solo las colonias podrían proveer a las arcas reales.

Obviamente, el mundo había crecido en densidad poblacional y también había cambiado; el feudalismo se vio sustituidos por expediciones financiadas por familias comerciantes bien posicionadas, y los cuentos de caballería fueron sustituidos por las historias de los audaces marineros que se aventuraban en las tierras desconocidas. Seria en este intrincado contexto que el ingeniero británico, Thomas Savieri (1650-1715) introduciría al Imperio Británico una máquina de vapor, cuyo uso en un inicio, estaba relegado a mejorar el trabajo en las minas británicas, este invento que consistía en un deposito conectado a una caldera y a un par de tuberías, pronto se vería mejorado por el empresario británico Thomas Newcome (1663-1729). El también herrero e inventor, bajo el asesoramiento de Robert Hooke (1635-1703) lograría implementar un cilindro que, sostenido por una viga, mejoraba notablemente el desempeño de la máquina. A pesar de estas mejoras, la maquina seguía presentando un serio problema de desgaste debido al uso y a las temperaturas inestables a las que se manejaba el artefacto. Seria hasta las innovaciones de James Watt (1763-1819) que la maquina alcanzaría el estatus que tiene hoy.

El ingeniero escoses logro implementar un condensador que lograba estabilizar la temperatura de ambas partes de la máquina, evitando así el paulatino desgaste que esta representaba. La optimización de la máquina de vapor pronto paso no solo a ser un objeto primordial en las actividades mineras, sino que cambio el mundo para siempre.

La implementación de la máquina de vapor en la industria manufacturera mejoro notablemente la producción de diversos productos vitales para la economía mercantilista de por aquel entonces. Así mismo, la necesidad de mano de obra trajo consigo un incremento demográfico a las principales urbes industriales, aunque claro, el trato que se le daba a los trabajadores no siempre era el mejor. Pronto, esta tecnología paso a implementarse a la navegación marina, obteniendo barcos mucho más rápidos al ser impulsados por la energía mecánica, en lugar de esperar a vientos favorables, y no solo eso, el ferrocarril sustituyo a los animales de tracción por una energía alimentada por carbón. Los caballos de acero empezaron a desplazarse por el mundo industrializado, y aquellos quienes no implementaron la tecnología del vapor, fueron superados y quedaron como fuente de materias primas.  

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