Administrador
kleytonv26 de Julio de 2013
25.764 Palabras (104 Páginas)329 Visitas
Con dos años y nueve meses, Juan pesaba 12 kilos, vomitaba, tenía «problemas de
conducta», había ido al psicólogo, le seguían revisando en gastroenterología... Fue
entonces cuando su madre leyó la primera edición de este libro.
Nuestra vida ha cambiado por completo, ahora come incluso más que antes, y al
principio estaba un poco desorientado, como alucinado de que no le forzáramos a
terminarse el plato, incluso parecía que lo sentía, como si nos hubiéramos vuelto locos
o algo así. Come más, mejor, incluso me pide comida a deshora, el cambio fue fulmi
nante, desde el mismo día de empezar a aplicarlo. [...]
El tema del carácter ha mejorado notablemente, pero queda mucho por hacer, por
reparar, ahora está en una etapa difícil, pues también está un poco celoso de su
hermana, pero supongo que es algo normal; pero una cosa sí que creo que le ayuda,
cada día me saco leche para él y le doy un vasito de mi leche (70 o 90 ml) con cacao,
y él ve que me la saco para él y que es la misma que toma su hermana, y creo que le
reconforta. También he notado que desde que le doy mi leche no se ha resfriado ni
una sola vez, ya hace más de un mes.
[■■■]
Me parece indignante que tanto mi hijo como mi familia hayamos tenido que pasar por
todo esto, siendo mi hijo completamente sano y normal.
Claro que leer este libro no siempre resulta tan efectivo, y si no que le
pregunten a Aurora:
Justo fue terminar de leer el libro y dejar mi hija de comer. Sigue tan alegre y feliz.
Le juro que no fue culpa de mi libro. Lo que ocurre es que Aurora lo leyó precisamente
cuando su hija tenía doce meses, y ya hemos explicado qué es lo que suele pasar a
esa edad.
TERCERA PARTE
CÓMO PREVENIR EL PROBLEMA
capítulo seis
El pecho sin conflictos
Un consejo muy claro
Como casi todos los problemas, los conflictos con los niños en torno a la
comida son mucho más fáciles de prevenir que de tratar. El título y el contenido
de este libro difícilmente atraerán la atención de las parejas embarazadas, o de
los padres de niños pequeños que todavía comen. La mayoría de mis lectores
(¿o debería decir lectoras?) serán madres desesperadas porque su hijo «no
come» desde hace meses.
Pero no pierdo la esperanza. A lo mejor está usted embarazada, o su hijo es
aún pequeño, y este libro se lo ha prestado y recomendado una amiga o
cuñada que ya pasó por ello. O tal vez piensa usted tener otro hijo, y le gustaría
no volver a pasar por lo mismo.
Esta sección contiene, por tanto, algunos consejos sobre cómo dar de comer a
su hijo sin que surjan conflictos.
El consejo no puede estar más claro:
No obligue a comer a su hijo.
No le obligue jamás, por ningún método,
bajo ninguna circunstancia, por ningún motivo.
Este consejo sólo ocupa tres líneas, y podría usted pensar que es poca cosa
para lo que ha pagado por el libro. Así que me extenderé un poco más. Pero
todo lo demás es accesorio; si en cualquier momento se pierde en mis
divagaciones y necesita volver a lo esencial, vuelva a este consejo.
Confíe en su hijo
Volvamos al principio. Tras nueve meses de espera, tiene por fin en brazos a
su hijo. ¡No se mueva! Aunque algunos se empeñarán en intentar convencerla
de lo contrario, en brazos es donde mejor está.
Para no tener conflictos desde el principio, lo principal es fiarse de su hijo. Su
hijo sabe si tiene hambre, el reloj no. La mayoría de los niños maman entre
ocho y doce veces al día, irregularmente distribuidas. Suelen tardar en cada
pecho 15 o 20 minutos en las primeras semanas, mientras aprenden, pero
hacia los dos o cuatro meses suelen mamar muy rápido, en 5 o 7 minutos o
incluso menos. Esto es lo que hace la mayoría, siempre hay alguno que bate
récords, por mucho o por poco. Si le da el pecho cuando lo pida y le deja el
tiempo que quiera, su hijo siempre tendrá la leche que necesita.
El pecho se da a demanda
En otro capítulo hemos explicado ya por qué. Recordará que los bebés
difícilmente maman con un horario regular, porque es precisamente la variación
del horario lo que les permite modificar la composición de la leche para
adaptarla a sus necesidades.
Dicen que nuestra civilización tiene miedo a la libertad; y tal vez por eso mucha
gente no acaba de aceptar eso de la lactancia a demanda, e intenta ponerle
límites. Y lo triste es que a veces los límites se ponen con tanta sutileza que
parece que digan lo mismo, pero no es lo mismo. Por ejemplo, los siguientes
errores típicos:
Dale el pecho a demanda, es decir, nunca antes de dos horas y media ni más tarde de
cuatro.
Eso no es a demanda. Eso es un horario flexible, y menos da una piedra, pero
no es a demanda. ¿Por qué no va a poder mamar antes de las dos horas y
media? ¿Nunca le ha ocurrido que acaba de comer, se encuentra a una amiga
por la calle y entran en algún sitio a tomar un café? ¿O acaso le dice usted a su
amiga: «Toma tú café si quieres, que yo te haré compañía; pero es que sólo
hace media hora que he comido, y no me vuelve a tocar hasta las cinco»?
En las primeras semanas es recomendable dar el pecho a demanda, pero luego tu hijo
irá cogiendo su propio ritmo.
No todos los niños cogen un ritmo. Y entre los que lo cogen, muy pocos siguen
el ritmo de marcha militar que la frase sugiere (ni cada dos horas, ni cada tres,
ni cada cuatro). Es más fácil que el ritmo elegido sea de chachachá: varias
mamadas muy seguidas, otras más separadas, alguna pausa más larga...23 El
ritmo de la lactancia se manifiesta, cuando existe, de un día a otro: si Laura
suele mamar muy seguido por las mañanas y dormir una buena siesta por la
tarde, es probable que mañana vuelva a hacer lo mismo. Pero también puede
que la sorprenda, y eso es precisamente lo bonito de tener hijos. Son personas,
no robots.
Procura irle alargando entre toma y toma.
Eso tampoco es a demanda. ¿Por qué hay gente tan obsesionada con separar
las tomas? Si su hijo quiere mamar, y usted quiere darle, ¿por qué se ha de
meter nadie a controlar? ¿Ha de alargarle también entre beso y beso? ¿Le
gustaría a usted que le fueran «alargando» entre domingo y domingo, o entre
día de cobro y día de cobro, o entre vacaciones y vacaciones? Tal vez los
empresarios serían muy felices con un domingo cada diez días, pagando una
mensualidad cada cuarenta y tres días y dando un mes de vacaciones cada
año y medio; pero ni siquiera se les ocurre proponerlo. Pues bien, su hijo
respondería con la misma indignación si pudiera hablar y se enterase de que
alguien pretende «alargarle las tomas». (Para más detalles sobre las
desventajas de «espaciar las tomas», véase más adelante el apartado «¿Es
malo comer entre horas?».)
La crisis de los tres meses
Hacia los dos o tres meses, decíamos, los bebés han adquirido tanta práctica
que pueden mamar en sólo cinco o siete minutos, algunos incluso en tres. Si
nadie ha avisado a la madre de que esto iba a ocurrir, si la han engañado con
lo de los diez minutos, ella pensará que su hijo no ha comido lo suficiente,
como pensó Encarna:
Tengo una niña de cuatro meses. Mi problema es que no sé si come suficiente, puesto que
está sólo de tres a cuatro minutos en cada pecho, y me da miedo que sea porque no recibe
suficiente leche. Cuando tenía dos meses comía unos diez minutos de un pecho más cinco del
otro, y ganaba muy rápidamente; en cambio ahora parece que se ha quedado un poco corta en
su curva de crecimiento.
Ahora noto que mis pechos no están tan llenos como antes, que incluso goteaban.
Lo que me desconcierta es que en los primeros minutos traga mucho y rápido, y después
empieza a coger y dejar el pecho, no se está quieta. Tengo que ir alternando los pechos y
probar diferentes posturas para conseguir que se esté unos diez minutos entre ambos.
Me pregunto si lo hace porque quiere más o no.
Otro punto es que me parece que ahora aguanta menos horas de una toma a otra,
especialmente por la noche, que dormía cinco o seis horas seguidas y ahora tres o
máximo cuatro.
Su pediatra me ha dicho que puedo empezar a darle leche artificial en biberón, pero lo
he probado y no los acepta, aunque se los dé otra persona.
Esta madre nos explica a la perfección todos los aspectos de la «crisis de los
tres meses»:
1. El bebé, que antes mamaba en diez minutos o más, ahora acaba en cinco o
menos.
2. El pecho, que antes se notaba hinchado, ahora está blando.
3. La leche, que goteaba, ya no gotea.
4. El aumento de peso es cada vez más lento.
Todo esto es absolutamente normal. La hinchazón del pecho en las primeras
semanas tiene poco que ver con la cantidad de leche, y es más bien una
inflamación
...