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Cuantos años Tiene Un Siglo

camilojjj19 de Septiembre de 2013

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PERDIENDO EL FUTURO

Por: Bill Joy. Tomado de: Agenda Cultural Alma Mater, Revista de la Universidad de Antioquia, Medellín, n. 78, pp. 10-12, mayo de 2002.

Acostumbrados a vivir en la ruina de descubrimientos científicos diarios, todavía no hemos comprendido el hecho de que las nuevas tecnologías que se están desarrollando – la robótica, la ingeniería genética y la nanotecnología- suponen un tipo diferente de amenaza distinta al de las tecnologías que las antecedieron. Específicamente, los robots, los organismos diseñados genéticamente y los nanorrobots comparten un peligroso factor amplificador: podrán reproducirse a sí mismos. Una bomba sólo explota una vez, pero un gen alterado puede convertirse en muchos y salir rápidamente de control.

Mientras la replicación en una computadora o en una red de computadoras puede ser una molestia – en el peor de los casos desactiva una máquina o echa una red-, la autorreplicación en las nuevas tecnologías conlleva un riesgo mucho mayor, un riego de daño sustancial en el mundo físico.

Cada una de estas nuevas tecnologías también ofrece una promesa inconmensurable: la visión de un lapso de vida cercano a la inmortalidad. La ingeniería genética puede proporcionar tratamientos, e inclusive curas definitivas, para la mayoría de las enfermedades; mientras que la nanotednología y la nanomedicina pueden ser utilizadas para combatir todavía más enfermedades juntas, estas tecnologías podrían extender nuestra esperanza de vida significativamente y mejorar la calidad de la misma. Aun así, con cada una de estas tecnologías una sumatoria de pequeños avances, individualmente insignificantes, conducirá a una acumulación de gran poder y, tanto, de peligro.

¿Qué puede diferenciar en el siglo XX? Ciertamente, las tecnologías en las que se apoyan las armas de destrucción masiva – nucleares, biológicas y químicas- constituían y constituyen una enorme y poderosa amenaza. Pero la construcción de armas nucleares requería, por lo menos durante un periodo, el acceso a materias primas escasas y a información sumamente protegida.

Las tecnologías del siglo XXI, sin embargo, estarán al alcance de los individuos. No requerirán de grandes laboratorios no de materiales raros. Bastará con conocerlas para permitirse su uso. Así, tenemos la posibilidad no sólo de armas de destrucción ni de materiales raros. Bastará con conocerlas para permitirse su uso. Así, tenemos la posibilidad no sólo de armas de destrucción masiva, sino de destrucción masiva permitida con sólo el conocimiento de la tecnología, que estará muy amplificada por el poder de autorreplicación.

Siempre es difícil ver el impacto mayor de la tecnología desde el vórtice del cambio, pero no entender las consecuencias de nuestras invenciones, mientras estamos cautivos por el rapto del descubrimiento y la innovación, parece ser una falla común de científicos y tecnólogos. Nos hemos dejado guiar por mucho tiempo por un deseo apremiante de saber: ésa es la naturaleza de la búsqueda científica y no se detiene a pesar que el progreso a nuevas y más poderosas tecnologías puede poner en juego la vida misma. Debido al cada vez más rápido y radical avance en los campos de la electrónica molecular y las tecnologías relacionadas con la nanoescala, alrededor del año 2030 probablemente seremos capaces de construir máquinas un millón de veces más poderosas que las computadoras personales de hoy. Cuando este enorme poder la informática se combine con los adelantos en manipulación de las ciencias físicas, y una nueva y profunda comprensión de la genética, un monumental poder transformador se estará liberando. Esta combinación abrirá la oportunidad de rediseñar el mundo completamente, para mejor o para peor. Los procesos replicativos y de evolución, que hasta ahora han estado confinados al mundo natural, dependerá entonces del deseo humano.

¿Dado el increíble poder de estas nuevas tecnologías no deberíamos proceder con gran cautela?

El sueño de la robótica es que máquinas inteligentes puedan hacer el trabajo de nosotros y así permitirnos vidas de ocio, restaurándonos al Edén. ¿Qué tan pronto podría construirse tal robot inteligente? Los próximos adelantos en poder del cómputo parece que lo harán posible alrededor del año 2030, y una vez un robot inteligente exista, sólo hay un pequeño paso para una especie robótica: para un robot inteligente que pueda hacer copias evolucionadas de si mismo. Un segundo sueño de la robótica es que nosotros reemplazaremos nuestro propio cuerpo gradualmente con tecnología robótica y lograremos la inmortalidad al “descargar” nuestra conciencia en tales cuerpos. Estamos ya empezando a ver aproximaciones de esto con la implantación de dispositivos computarizados en el cuerpo humano. Pero si somos “descargados” en nuestras tecnologías, ¿Cuáles son las probabilidades de que sigamos siendo nosotros mismos o incluso humanos?

La ingeniería genética promete muchas cosas: revolucionar la agricultura al aumentar el rendimiento de las cosechas y reducir el uso de pesticidas; crear decenas de miles de nuevas especies de bacterias, plantas, virus y animales; reemplazar la reproducción o complementarla con la clonación; crear curas para muchas enfermedades y aumentar así nuestra esperanza de vida. Sabemos con certeza que los cambios profundos en las ciencias biológicas son inminentes y que desafiarán todas nuestras nociones sobre que es la vida.

Tecnologías como la clonacion humana en particular, han revelado los profundos problemas éticos y morales que enfrentamos. Por ejemplo, si los seres humanos nos rediseñamos, a través del poder de la ingeniería genética, en especies separadas y distintas, entonces amenazaríamos la noción de igualdad que es la piedra angular de la democracia. Las muchas maravillas que traerá la nanotecnología fueron primero imaginadas por el físico Richard Feynman, laureado con el Nobel, en un discurso en 1959, en el que describió cómo la manipulación de materia al nivel atómico podría crear un utópico futuro de abundancia, donde casi todo podría hacerse de una forma increíblemente barata, casi cualquier enfermedad o problema físico podría ser solucionado usando la nanotecnología y la inteligencia artificial.

Imaginen algunos de los cambios que podrían tener lugar en un mundo donde tengamos “ensambladores moleculares”. Los ensambladores podrían transformar a la energia solar en algo increíblemente económico, curar el cáncer y el resfriado común al incrementar el sistema inmunológico humano, limpiar el ambiente, crear supercomputadoras de bolsillo baratas, e inclusive restaurar especies extintas. Parece bastante probable que el descubrimiento que habilitará la creación de los ensambladores ocurra dentro de los próximos veinte años. En esta década, la electrónica molecular debe madurar rápidamente y volverse un negocio enormemente lucrativo, lo que causará un enorme incremento de la inversión en todas las nanotecnologías.

Pero nosotros no podemos hacer ciencia simplemente y no preocuparnos por los problemas éticos. Desgraciadamente, como con la tecnología nuclear, es mucho más fácil hacer un uso destructivo de la nanotecnología que uno constructivo.

La nanotecnología tiene claros usos tanto para los militares como para los terroristas, y no se necesita suicidarse para soltar un artefacto nanotecnológico de destrucción masiva – podrían construirse tales dispositivos para ser destructivos selectivamente, afectando únicamente, por ejemplo, sólo una cierta área geográfica o un grupo determinado de personas con características genéticas particulares-.

Una consecuencia geográfica de la ganga faustiana de obtener el gran poder de la nanotecnología es que nosotros corremos un grave riesgo: destruir la biosfera de la cual depende toda la vida. Por ejemplo, como Eric Drexier explicó en su libro Artefactos de creación. ‘" Plantas’, con ‘hojas’ igualmente eficaces que las células solares actuales, podrían dejar fuera de competencia a las plantas reales, saturando la biosfera con un follaje incomible. Una ‘bacteria’ dura y omnívora sobrepasaría a todas las bacterias reales; se podría extender como polen en el viento, reproduciéndose rápidamente y reproduciendo la biosfera a polvo en cuestión de días”.

Los replicadores peligrosos podrían extender demasiado velozmente, siendo además demasiado resistentes y pequeños para detenerlos. Tenemos ya suficientes problemas controlando virus e insectos. No podemos permitirnos el lujo de tales accidentes con ensambladores autorreplicadores.

Estas posibilidades son todas indeseables. La única alternativa realista es renunciar, limitar el desarrollo de las tecnologías que son demasiado peligrosas, restringir nuestra búsqueda en ciertos campos del conocimiento. Aunque “el deseo de saber” de la humanidad es algo inherente, si el acceso abierto al conocimiento, y el desarrollo ilimitado del mismo, nos pone a todos de aquí en adelante en claro peligro de extinción, entonces el sentido común demanda que nosotros reexaminemos nuestra reverencia por el conocimiento.

Si pudiéramos estar de acuerdo, como especie, en lo que queremos, hacia dónde nos encaminamos y por qué entonces podríamos hacer de nuestro futuro algo menos peligroso… entonces podríamos entender lo que podemos y debemos abandonar. Si el curso de la humanidad pudiera ser determinado por nuestros valores colectivos, nuestra ética y nuestra moral, y si hubiéramos ganado más sabiduría colectiva

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