EDUCAR PARA EL FUTURO
lermanduvan4 de Marzo de 2014
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EDUCAR PARA EL FUTURO…
“Uno de los principales objetivos de la educación debe ser ampliar las ventanas por las cuales vemos el mundo”.
Arnold Glasow.
¿Cómo educar al ser humano del futuro? Esta es una pregunta que quizá muchos nos planteamos y desde la cual percibimos que la respuesta seguramente está en la influencia que ejerce el contexto integrado por el Estado, La Familia, la Escuela, o tal vez por los ambientes de aprendizaje dentro y fuera de su muros, de la autonomía que se ejerce individual y colectivamente, de la motivación para desarrollar la actividad y la actitud de la persona frente a sus expectativas de superación de sí misma y del entorno.
El contexto operado por el Estado deberá brindar las garantías necesarias en cuanto a oportunidades que sean de interés para el individuo, tanto en lo académico, profesional y demás aspectos relacionados con su formación integral, siempre y cuando sean de compromiso social; la familia por su parte, debe suministrar las bases de la formación personal y brindar apoyo incondicional al cumplimiento de las expectativas personales guiando el camino y haciendo de éste un ser capaz, comprometido y líder incondicional en el devenir de todo su entorno sociocultural y ambiental; debe ser garante además de la ética profesional para desarrollar con idoneidad cada una de las actividades encargadas o que tenga a bien desarrollar la persona. La Escuela, tiene la misión de continuar y reforzar la educación primera que se aprende en el hogar y velar por la formación holista de sus educandos. Tarea que sin lugar a dudas es una de las más trascendentes en el devenir de las comunidades humanas.
Y algo bien importante. El sujeto mismo, quien responderá a las exigencias tanto personales como de su entorno social, cultural, ambiental, emocional, afectivo, haciendo acopio de su libertad, autonomía y autorregulación para aportar un verdadero liderazgo en su comunidad, contribuyendo a desempeñar una loable labor en beneficio de los demás y del suyo propio.
¿Será acaso la educación, el proceso mediante el cual el ser humano se adapte para poder sobrevivir en medio de las arideces del transcurrir de décadas interminables por llegar a la plenitud del idealismo? ¿Ó será la felicidad total, sabiendo que aunque no lo tiene todo, ha sobrevivido a una serie de dificultades que han hecho llagas pero que son fruto del trabajo?
Pues la educación tiene que ser instrumento primordial para el crecimiento académico, económico, cultural, científico, para la reducción implacable de la pobreza intelectual, para enfrentar con convicción los rápidos y exorbitantes cambios de la tecnología, la globalización, al igual que cada una de las reformas económicas que generan diariamente drásticas transformaciones en la estructura de las culturas universales. ¿Cómo se verá el hombre en los retos futuros entre los cuales está confrontar el tradicionalismo, al igual que el rápido entorno evolucionista?. Cada transformación da avanzadas y ascendentes puntadas en cada una de nuestras regiones; por lo mismo, se debe ser un agente activo de esta sociedad globalizada de tecnología, innovación, información y conocimiento.
Todo esto implica un cambio trascendental en el papel desempeñado por la educación, ya sea mediante el acto activo del entorno social del ser humano como de su capacidad para asimilar procesos transformadores; es ahí cuando la función tradicional de educar dejará de ser transmisionista, pasiva, indiferente a la realidad, para asumir el reto de evolucionar a la par con las demandas del entorno, para generar condiciones necesarias de apoyo a la expansión permanente del conocimiento y educar en coherencia con las necesidades de ese mundo futuro que deberán enfrentar las generaciones actuales. Es ahí donde le corresponde
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