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Enviado por   •  3 de Marzo de 2014  •  10.467 Palabras (42 Páginas)  •  204 Visitas

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GLOBALIZACIÓN Y COMPLEJIDAD AMBIENTAL*

Enrique Leff

Globalización Económica, Crisis Ambiental y Reconocimiento del Mundo

La crisis ambiental es la crisis de nuestro tiempo. No es una catástrofe ecológica resultante de la evolución de la naturaleza, sino producida por el pensamiento con el que hemos construido y destruido nuestro mundo. Esta crisis civilizatoria se nos presenta como un límite en lo real que resignifica y reorienta el curso de la historia: límite del crecimiento económico y poblacional; límite de los desequilibrios ecológicos y de las capacidades de sustentación de la vida; límite de la pobreza y la desigualdad social; pero también crisis del pensamiento occidental, de la disyunción del ser y del ente que abrió la vía a la racionalidad científica e instrumental de la modernidad, y que produjo un mundo cosificado y fragmentado en su afán de dominio y control de la naturaleza. La problemática ambiental es un cuestionamiento del pensamiento y del entendimiento, de la ontología y de la epistemología con las que la civilización occidental ha comprendido el ser, los entes y las cosas; de la ciencia y la razón tecnológica con las que ha sido dominada la naturaleza y economizado el mundo moderno. Por ello, la crisis ambiental es sobre todo un problema del conocimiento (Leff, 1986/2000); lo que lleva a repensar el ser, a entender sus vías de complejización, para abrir nuevas vías del saber en el sentido de la reconstrucción y la reapropiación del mundo.

En la caverna de Sócrates, los hombres confundieron la realidad con las sombras que reflejaban “otros” sobre el campo de concentración de la visibilidad de su entorno. Así, nuestra percepción del mundo ha estado cercada por la racionalidad de la modernidad. Hablamos a través del monolingüismo del otro (Derrida, 1997); somos pensados por un pensamiento unidimensional (Marcuse, 1969). El logocentrismo del conocimiento moderno y la racionalidad económica han conducido un proceso de globalización que han tendido a reducir las miradas y las identidades multifacéticas de un mundo diverso y complejo. Conocer la complejidad ambiental implica pues un proceso de desconstrucción y reconstrucción del pensamiento; remite a sus orígenes, a la comprensión de sus causas; a ver los “errores” de la historia que arraigaron en falsas certidumbres sobre el mundo; a descubrir y reavivar el ser de la complejidad que quedó en el “olvido” con la escisión entre el ser y el ente (Platón), del sujeto y del objeto (Descartes), para apropiarse al mundo cosificándolo, objetivándolo, homogeneizándolo. La racionalidad modernizadora se desborda sobre la complejidad ambiental al toparse con sus límites, con la alienación y la incertidumbre del mundo economizado, arrastrado por un proceso incontrolable e insustentable de producción que se ha constituido en el eje sobre el cual gira el proceso de globalización.

La crisis ambiental problematiza al pensamiento metafísico y la racionalidad científica, abriendo nuevas vías de transformación del conocimiento a través de un nuevo saber que emerge desde los márgenes de la ciencia y la filosofía modernas. En el saber ambiental fluye la savia epistémica que reconstituye las formas del ser y del pensar para aprehender la complejidad ambiental. Si lo que caracteriza al hombre es la constitución del ser por el pensar, la complejidad ambiental no es el reflejo de una realidad compleja en el pensamiento. La complejidad ambiental se produce en el encuentro del ser en vías de complejización con la construcción del pensamiento complejo. Ello implica repensar toda la historia del mundo desde la escisión entre el ser y el ente en el pensamiento metafísico, hasta la ciencia moderna como dominación de la naturaleza y la economización del mundo por la ley globalizadora del mercado.

Esta perspectiva de la complejidad ambiental cuestiona al pensamiento de la complejidad (Morin, 1993), concebido como una evolución óntica del ser, como un proceso de auto-organización de la materia que alcanzaría su totalización y finalización en la emergencia de una noosfera donde se plasmaría una ética y una conciencia ecológica que vendrían a completar y a recomponer el mundo fragmentado y alienado, construido y heredado de esta civilización en crisis, a través de un pensamiento sistémico y complejo.

Para salir de la complejidad sistémica y totalizante; para reconstruir el mundo en las vías de la utopía, de la posibilidad, de la potencialidad de lo real, de las sinergias de la naturaleza, la tecnología y la cultura; para restablecer el vínculo entre el ser y el pensar, Heidegger propone un salto fuera del ser y del pensar representativo, que funda a todo ente en cuanto ente, para lograr un reencuentro en ese dominio donde “el hombre y el ser se han encontrado siempre en su esencia [...] en la experiencia de pensar.” (Heidegger, 1957/1988:79). Esta vía de comprensión de la complejidad ambiental hace su entrada por la puerta de la desnaturalización de la historia que habría culminado en la tecnificación y economización del mundo, donde el ser y el pensar se encuentran enlazados por el cálculo y la planificación, por la determinación y la legalidad; a ese mundo dominado y asegurado que llega a su límite con el caos y la incertidumbre.

Para el pensamiento crítico, la complejidad ambiental no se limita a la comprensión de la evolución “natural” de la materia y del hombre hacia el mundo tecnificado, economizado. Esta historia es producto de la intervención del pensamiento en el mundo. Sólo así es posible dar el salto fuera del ecologismo naturalista y situarse en el ambientalismo como política del conocimiento, en el campo del poder en el saber ambiental, en un proyecto de reconstrucción social desde el reconocimiento de la diversidad y el encuentro con la otredad.

Si la sustentabilidad es la marca de una crisis de una época, ello remite a interrogar los orígenes de su presencia en el tiempo actual y la proyección hacia un futuro posible. ¿Cómo pensar la intervención sobre esa marca en el ser que permita la construcción de una racionalidad alternativa fuera del campo de la metafísica, del logocentrismo y de la racionalidad económica que han producido una modernidad insustentable?

Aprehender la complejidad ambiental implica la reconstitución de identidades a través del saber; entraña una reapropiación del mundo desde el ser y en el ser; un reaprehender más profundo y radical que el aprendizaje de las “ciencias ambientales” que buscan internalizar la complejidad ambiental dentro de los paradigmas dominantes del conocimiento. En este sentido, el saber ambiental retoma la cuestión

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