El Cine: Arte, Industria O Espectaculo

“El cine no se ha convertido en arte sino gracias -y en la medida de- su

Industrialización. Pero tampoco hay que olvidar que no podría ser una industria

Si no fuese un arte, un espectáculo de arte, un relato en imágenes animado”

(Jean Mitra, en Hueso, 1998: 61).

Si nos situamos históricamente, el Cine nace en una época (finales del

Siglo XIX) positivista y fiel a las bondades de un mundo mejor ofrecido por la ciencia y la industria. En principio no es más que el reflejo de una sociedad orgullosa de sus alardes tecnológicos, del alcance de su ciencia. En sus orígenes no estaba destinado a ser más que otro portentoso artefacto engendrado por unos seres humanos que parecían carecer de límites en su

desarrollo tecnológico. De hecho, en un primer momento no parece que el

invento pueda tener aplicación útil alguna. Es posteriormente cuando el Cine

vendrá a cubrir unas necesidades históricas en ese momento insatisfechas

(Monterde, 1986), a saber, demanda de ocio barato y fantasioso, para unas

ciudades cada vez más abarrotadas, mecanizadas y deshumanizadas.

Siguiendo este razonamiento, el cine, que se origina en una sociedad

industrializada y es hijo directo del desarrollo científico, fagocita aspectos de la

cultura popular de masas de la época como la revista, el folletín literario o el

music-hall, y los incorpora a su incipiente desarrollo, agotándolos como formato

pero dejándose impregnar por algunas de sus características. De este modo el

Cine acaba por convertirse en un breve lapso de tiempo en el mayor

espectáculo de masas del planeta, pero aún es difusa su catalogación como

arte propiamente dicho; no existe un conjunto de criterios estéticos que lo

avalen como tal, ni se ha comenzado aún la experimentación de las

posibilidades que el medio atesora, algo que, a mi juicio, inicia Griffith.

Hitchcok define a Griffith como el primer director de cine que

verdaderamente crea un lenguaje cinematográfico artístico (Truffaut, 2001), el

primero en concebir y llevar a cabo sus narraciones bajo el tríptico de arte,

espectáculo e industria. Su dominio del medio era tal que incluso ideó un

sistema en los intertextos de las películas para evitar ser plagiado, consistente

en ubicar su nombre en las esquinas del fotograma. El empeño de Griffith y

otros autores por obtener una total independencia artística e industrial le llevó a

crear junto a Charles Chaplin, Douglas Fairbanks y Mary Pickford la United

Artist en 1919. Griffith es considerado, casi sin oposición alguna, la mayor

influencia creativa de todos los autores posteriores, con títulos fundacionales

narrativa y artísticamente como Intolerancia (Intolerance ,1916) y El

Nacimiento de una Nación (The Birth of a Nation, 1915), dos de los mayores

exponentes de la capacidad del Cine como medio para construir relatos

trascendentes y duraderos en el tiempo.

Delimitar a una única persona la transformación del Cine en una arte

propiamente dicho no es nuestra intención, ni seguro era la intención del propio

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Hitchcok, pero sí es cierto que es Griffith el considerado tradicionalmente como

primer “artista” del medio. De cualquier modo lo que logra Griffith es elevar la

propuesta fílmica a cotas donde no había estado hasta el momento. De hecho

conviene recordar que Intolerance costó unos dos millones de dólares, cien

veces más que cualquier producción de la época.

Interviene en todos los procesos, manipula el montaje, la puesta en

escena, la profundidad de campo, “inventa” el primer plano, separa a los

actores de la fuente de luz para buscar lo más posible la apariencia

tridimensional, cambia los puntos de vista según las necesidades del guión, en

definitiva se apropia de todos los aspectos técnicos y de la potencialidad

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