LA INCANSABLE LUCHA ENTRE LA PANTALLA Y EL PAPEL

El mundo ha estado sometido a un incesable ciclo de transformaciones en donde lo virtual ha formado parte de lo cotidiano, es decir de la realidad, las personas pasan tanto tiempo en ambos lados que resulta cada vez más difícil separarlos. Esto ha traído como consecuencia el creciente pensamiento de la extinción de los libros y la propagación de los libros virtuales.

Sin duda los medios audiovisuales han tenido gran éxito al innovar a las modernas generaciones. En la actualidad, la creación y descubrimiento de nuevas tecnologías, ha traído a la humanidad satisfacción y una inevitable necesidad hacia ellas.

Sin embargo, ¿está el mundo consciente de que la pantalla está a punto de remplazar al libro?, ¿qué hay de la emoción generada en las personas al entrar a una librería y saber que pronto tendrá un libro nuevo en sus manos? Esa sensación del lector al sumergirse en un mundo de nuevos personajes, nuevas fantasías y una nueva aventura que es generada por la textura y el olor de un libro nuevo, está a punto de desaparecer.

Sobre este tema, María Isabel Infante en su artículo Papel versus la pantalla, plantea que “Investigadores han explicado que al leer en una pantalla estamos más expuestos a una distracción permanente, la lectura es más lenta porque se necesita un mayor esfuerzo para alcanzar los niveles adecuados de concentración, nuestro cerebro es incapaz de establecer las conexiones neuronales que se necesitan para una capacidad de análisis profundo.”

Las investigaciones hablan por sí solas, no existe algún otro medio que pueda remplazar la intimidad, la concentración y el aislamiento de la realidad que llegue a existir entre el lector y el libro. De manera que, como Mario Vargas Llosa asevera en su texto Un mundo sin novelas, al recurrir a la pantalla para leer novelas, poemas o ensayos, el efecto de esa lectura jamás sería el mismo.

Pese a esto, es importante reconocer que el dueño de la pantalla, el internet, resulta ser un medio extremadamente útil pues dentro de él existe una interminable variedad de textos. Es válido aceptar que aquellas personas que no tienen la habilidad o los medios para poder conectarse con una novela o simplemente no les gusta tener un libro en sus manos, puedan tener el deseo de buscar en internet algún artículo de personal interés, como revistas periódicos o cualquier tipo de información posteada en un blog.

Estas acciones resultan ser idóneas para el Doctor en Lengua y Cultura Escrita, Gregorio Hernández Zamora, quien afirma acertadamente en su artículo ¿Quién define lo que es leer?: “Leer no es una cuestión de “gusto” o “placer”, sino un acto circular de identidad: uno se busca a sí mismo en lo que lee y uno se construye a sí mismo por lo que lee.”

Si bien, la cuestión de la falta de lectura ha sido uno de los temas más importantes en la actual sociedad, no ha habido un necesario énfasis en qué es lo que la gente verdaderamente lee. Bien menciona Gregorio Hernández, la gente busca lecturas con las que logre identificarse. Puede encontrarlas físicamente en puestos de revistas o en tiendas de autoservicio, así como al hacer un buen uso de la gran herramienta que es el internet, después de todo leen, y finalmente es lo que se busca.

Sin embargo, ¿existe un interés de estos lectores hacia aquella literatura por la que se hace esta incesable contienda entre la pantalla y el papel?

Hace falta una disposición hacia una lectura que tenga un contenido reflexivo hacia el lector, que lo invite a poder ser crítico, y lo haga tener hambre de intelecto. Que también le abra la puerta a la fantasía de estar en otro mundo, invitándolo a soñar y emocionarse al pasar las hojas del libro que con interés adopta.

Que no solo se quede en la monotonía de sus acostumbradas y superficiales lecturas, sino que tengan la habilidad de abrir los ojos hacia

...