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Las reinas del hogar y sus eléctricos servidores


Enviado por   •  7 de Abril de 2023  •  Apuntes  •  1.422 Palabras (6 Páginas)  •  36 Visitas

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LAS REINAS DEL HOGAR Y SUS ELÉCTRICOS SERVIDORES.

EL TRABAJO DOMÉSTICO Y LA TECNIFICACIÓN DEL HOGAR

La promesa de la modernidad es extendió al ámbito prosaico, rutinario y femenino de las tareas de la casa. Las novedosas aplicaciones científicas dieron lugar a una nueva imagen del hogar asociado al progreso técnico. Asimismo, marcaron profundas transformaciones en las formas, el tiempo y el esfuerzo implicado en el trabajo doméstico. En ese sentido, la estética del confort y la imagen del ama de casa de moderna jugaron un papel central en la promoción de las nuevas tecnologías y artefactos del hogar. Sin embargo, la incorporación de las nuevas tecnologías al hogar también se acompañó de un refuerzo de la desigualdad social y de género.

Las máquinas para el hogar tuvieron un lugar central en los discursos que prometían la liberación de las amas de casa. No obstante, esa liberación fue más problemática, pues no había una relación entre un menor esfuerzo de trabajo y el tiempo de trabajo de las amas de casa a partir del uso de las máquinas. En su lugar, el autor señala que la reducción del tiempo del trabajo doméstico estuvo más estrechamente vinculada a los cambios en los estándares a partir de los que se evaluaba, y a la capacidad de compartirlo con otras personas. Asimismo, indica que la provisión de distintos bienes y servicios marcó profundas desigualdades en las condiciones materiales de ese trabajo y el esfuerzo requerido de mujeres de distintos sectores sociales.

  1.  CIRCULACIÓN Y USOS DE LOS ARTEFACTOS DOMÉSTICOS

 A pesar de que a fines del s. XIX y comienzos del XX aparecieron los primeros electrodomésticos, recién en la década de 1940 dicha mecanización alcanzó a la mayor parte de la población europea debido a la accesibilidad de los precios. En la Argentina, la producción de maquinaria y aparatos electrónicos creció y se diversificó hacia fines de los 40, impulsada por una distribución de ingreso más equitativo.

Distintos artefactos alcanzaron un gran nivel de producción, por ejemplo, la producción de heladeras y lavarropas se duplicó entre 1955 y 1973; cocinas y calefones lograron una producción de 310.000 unidades anuales en 1950, que llegarían a ser 713.000 en 1975. Dichas cifras podrían suponer un consumo generalizado por parte de la población, sin embargo, corresponde, por una parte, a diferencias de clases sumamente significativas: los obreros se acercaban solo al mercado de algunos bienes durables. Por otro lado, están las diferencias regionales: la Capital Federal tenia un mayor número de viviendas equipadas con artefactos, seguido por el Gran Buenos Aires. A pesar de ello, solo un 25% poseía una cocina a gas, el 42% disponía de una heladera eléctrica en la provincia de Buenos Aires. Lo anterior indica la desigual estructura de provisión de servicios.

Una de las formas de pago era en cuotas y al contado. Las relaciones personales jugaban un papel importante en la elección del comercio donde adquirir estos artefactos. El vínculo que se crea con el vendedor se fundamenta por los favores y facilidades recibidas en la transacción. Estas relaciones personales se diferenciaban por el sector al que correspondía el comprador; las cuales se observaban en los intereses más altos o bajos cobrados. De igual modo, las relaciones personales fueron centrales en el circuito de artefactos usados; encontrar otra vía significaba precios más bajos y la posibilidad de adquirirlo de forma rápida. En general, este tipo de circuito se trataría de personas con una posición económica más ajustada.

A pesar de que se promovía el imperativo de que tales tareas se desarrollaran en el marco del hogar unifamiliar, en realidad se dio un uso compartido de los artefactos con personas ajenas al núcleo familiar, por ejemplo, otros parientes y vecinos. La localización entre viviendas jugó un papel importante en la red de intercambios y en la solución de necesidades cotidianas. Por otro lado, el poseer algunos de estos artefactos incentivaba a otros a adquirirla; asimismo, era un signo de distinción, una marca social entre unos y otros.

Las empleadoras y empleadas domésticas son otro panorama que nos permite observar la materialización de un estatus social. La experiencia de Rita habla de ello, como trabajadora doméstica estuvo en contacto con hogares que tenían una gran infraestructura de servicios y artefactos. Durante su testimonio enfatiza su relación con este estilo de vida, donde el acceso a los artefactos domésticos tiene notable relevancia. La posibilidad de comprar alguno de ellos aparece como condición de humanidad, garantía de la igualdad entre empleadora y empleada. Los servicios con que contaba el hogar donde laboraba representa la desigualdad más profunda, en ese sentido, las desigualdades no están en presencia o ausencia de distintos artefactos, sino en la presencia o ausencia de ciertos servicios.

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