Los Nuevos Discursos

…Se escuchan voces, que no quieren ser ruido…

“Es preciso y hasta urgente que la escuela se vaya transformando en un espacio acogedor y multiplicador de ciertos gustos democráticos como el de escuchar a los otros, ya no por puro favor sino por el deber de respetarlos, así como el de la tolerancia, el del acatamientos de las decisiones tomadas por la mayoría, en el cual no debe faltar sin embargo el derecho del divergente a expresar su contrariedad. El gusto por la pregunta, por la crítica, por el debate. El gusto del respeto hacia la cosa pública que entre nosotros es tratada como algo privado, que se desprecia” Paulo Freire

Hay una urgencia. Paulo Freire no se equivoca. La escuela que hoy nos toca vivir, sentir, escuchar y construir nos pide una transformación inmediata.

Se escuchan los gritos que reclaman romper con aquella rigidez de un sistema que sirvió a un modelo de alumno, de sociedad y de educación. Se vislumbran imágenes de un alumnado que no se conforma con “una sola campana” ya que está inmerso en una sociedad que tiene muchas voces, pero que no sabe qué hacer con ellas, y una institución que pretende quedarse en el pasado, en un modelo que ha caducado y ya no es útil ni siquiera a sus propios propósitos.

Hoy nos encontramos frente a una realidad mucho más compleja, los niños y jóvenes de nuestra sociedad (y por supuesto nuestra escuela) reciben un sinfín de información mediante los medios de comunicación. La televisión, las emisiones radiales, los informes en los diarios, Internet, etc., son los medios por los cuales se transmiten pautas culturales, formas de vida, comportamientos apropiados o no y modos de ver el mundo. Lejos de aquel tiempo en el cual la escuela era la única encargada de ello, hoy los medios de comunicación también construyen identidades en las sociedades, de manera más rápida y masiva.

Se pone de manifiesto la aparición de nuevas sensibilidades, lenguajes y tipos de escrituras. Surgen nuevos modos de percibir el espacio y el tiempo, la velocidad, lo lejano y lo cercano.

Toda esta información que los alumnos traen y reciben antes, durante y en la escuela, afecta y determina el funcionamiento dentro de la misma. De manera que si ésta se contradice con la cultura escolar que la Institución pretende producir, transmitir y reproducir entramos en un conflicto donde no sólo se ponen en juego el valor de la Institución educativa y la comunicación, sino también las representaciones sociales.

La emergencia de múltiples discursos que no tienen relación con aquellas tradiciones y regularidades que la escuela pretende imprimir en el plano social (es decir la gramática escolar), provocan una crisis en la cultura escolar y todos sus paradigmas se encuentran desafiados. Este es el gran conflicto que atraviesa a la Escuela.

Lejos de encerrarse o de no oír aquellos reclamos de los que hablamos, la escuela debería enfrentar el desafío de un mundo en pleno cambio. Incorporar aquellas informaciones (saberes y puntos de vista), promover el intercambio cultural y la negociación de significados que traen los niños y jóvenes, sería el plan de acción más adecuado para poder transformar ese conocimiento y re-significarlo en la práctica.

Sin embargo, la atención se dispara hacia otro lado, tal como reflexiona Jorge Huergo “La escuela se posiciona en contra a los medios y asume

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