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Enviado por   •  27 de Noviembre de 2013  •  1.358 Palabras (6 Páginas)  •  184 Visitas

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¿Qué áreas comprende la estimulación temprana?

Para favorecer el óptimo desarrollo del niño, las actividades de estimulación se enfocan en cuatro áreas: área cognitiva, motriz, lenguaje y socioemocional.

Área cognitiva: Le permitirá al niño comprender, relacionar, adaptarse a nuevas situaciones, haciendo uso del pensamiento y la interacción directa con los objetos y el mundo que lo rodea. Para desarrollar esta área el niño necesita de experiencias, así el niño podrá desarrollar sus niveles de pensamiento, su capacidad de razonar, poner atención, seguir instrucciones y reaccionar de forma rápida ante diversas situaciones.

Área Motriz: Esta área está relacionada con la habilidad para moverse y desplazarse, permitiendo al niño tomar contacto con el mundo. También comprende la coordinación entre lo que se ve y lo que se toca, lo que lo hace capaz de tomar los objetos con los dedos, pintar, dibujar, hacer nudos, etc. Para desarrollar esta área es necesario dejar al niño tocar, manipular e incluso llevarse a la boca lo que ve, permitir que explore pero sin dejar de establecer límites frente a posibles riesgos.

Área de lenguaje: Está referida a las habilidades que le permitirán al niño comunicarse con su entorno y abarca tres aspectos: La capacidad comprensiva, expresiva y gestual.

Área Socio-emocional: Esta área incluye las experiencias afectivas y la socialización del niño, que le permitirá querido y seguro, capaz de relacionarse con otros de acuerdo a normas comunes.

El bebé durante el primer mes

 Desarrollo cognitivo

La percepción de la realidad presenta diferentes particularidades, según cuál de los cinco sentidos se activa mediante su estimulación.

En esta etapa, los estímulos visuales presentan algunas limitaciones. Los ojos del bebé pueden ver con nitidez a una distancia de hasta unos 25 cm. Esta distancia coincide con los centímetros que distan entre la cara del bebé y la cara de su mamá cuando está en posición de ser amamantado. Es muy sensible a los estímulos luminosos y responde a ellos en forma reflejada.

Las respuestas ante los estímulos auditivos, por otra parte, son muy irregulares durante los primeros días de vida. Suele evidenciar una sensibilidad a los sonidos agudos y cortos. Tiene a adquirirse cuando oye la voz humana.

Con respecto a los estímulos gustativos –salado, dulce, ácido y amargo-, estos generan movimientos corporales y gestuales de placer o disgusto, según el caso.

En cuanto a los estímulos táctiles, cabe considerar la percepción del contacto en general, de la presión y de los cambios térmicos. Estos últimos se presentan con suma evidencia. De este modo, aparecen en el pequeño conductas como el estremecimiento, la retracción, o los giros corporales. Por otro lado, el bebé manifiesta sensibilidad ante maniobras externas que puedan resultarles incómodas o un poco dolorosas, luego del primer día de vida.

De todas formas, la respuesta es desigual en las distintas regiones cutáneas. La cabeza y la planta del pie suelen ser las regiones más sensibles.

Por otra parte, los reflejos innatos que el pequeño se desarrolla le permiten reaccionar ante el medio y rescatar información de él; en consecuencia, puede asimilar así un enorme bagaje de experiencias diversas.

De este modo, comenzará, por ejemplo, a discriminar la succión nutricia (la del pecho materno) de la succión no nutricia (la de su propio dedito).

Todos estos conocimientos serán esenciales para que, gradualmente, el niño sea capaz de insertarse en la realidad, conocerla y actuar sobre ella.

Además, la posibilidad de integrar la percepción y el uso de reflejos posibilita al recién nacido la habilidad de encontrar el pecho de su madre por sí mismo, y de decidir cuándo alimentarse por primera vez. Solo necesita estar piel a piel con ella. Entonces el bebé se ira acercando con su cuerpo hacia el pecho, hasta poder prenderse a él.

La atención, por otra parte, se desarrolla como una actividad primaria en función de la lactancia. Así, el bebé puede dirigir su atención hacia el rostro materno en los primeros días de vida. Luego, podrá conectarse con el rostro paterno y, paulatinamente, con el resto de su entorno.

En este período, la atención es labial y se dispersa muy fácilmente. No busca los objetos, tan solo percibe lo que ocasionalmente se presenta ante él.

El lenguaje, finalmente,

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