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Cuánto tiempo invertirá un maestro de secundaria en impedir que sus alumnos usen el teléfono celular durante la clase? El estudiante siempre buscará la forma de utilizarlo aun cuando sepa que está violando una disposición escolar.

Nicholas Burbules, profesor de la Universidad de Illinois, Urbana/Champaign, Estados Unidos, durante su presentación en Argentina en el seminario "Cómo las TIC transforman las escuelas" (2008), aseguró que el teléfono móvil tiene lo necesario para convertirse en un recurso de aprendizaje potente y creativo, y que, utilizado adecuadamente, disminuiría las posibilidades de funcionar como un distractor. Reconoció, además, lo molesto que puede resultar, "pero también lo es mirar para afuera por la ventana, pasarse notitas con los compañeros o escribir grafitis en el pupitre".

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De acuerdo con las ideas de Jerome Morrissey, director del Centro Nacional de Tecnología de la Educación en Irlanda, la prohibición de los celulares traerá a largo plazo mayores problemas de disciplina en las escuelas, porque estas "cada vez más serán vistas como irrelevantes, aburridas y alejadas de ese mundo guiado por la tecnología en el que viven los jóvenes".

Preocupaciones sobre el uso del celular en la escuela

Una de las principales causas que estimulan la oposición a los teléfonos celulares dentro de las escuelas tiene relación con el control. ¿Cómo puede el maestro controlar y decodificar cada mensaje de texto que envía el alumno? ¿Cómo saber si es una llamada de emergencia la que interrumpe la clase? ¿Estará el alumno tomando una foto con propósitos ilícitos?

Los maestros se quejan justamente porque el celular suena y rompe la secuencia de la clase; algunos denuncian intentos de copiar en los exámenes con ayuda del teléfono y, lo peor, existen casos de robo de celulares.

También se pone en juego el prestigio de la escuela, pues los jóvenes pueden publicar lo bueno o lo malo que sucede en la institución. Además del establecimiento de un tipo de comunicación que no está bajo el control del maestro, entrarían directamente en su área de responsabilidades problemas como el bullying, el acoso sexual y la pornografía, cuestiones que hoy se convierten en verdadera amenaza para los adolescentes.

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El uso de teléfonos celulares en el aula está prohibido. Distraen, y su uso con fines educativos sigue siendo muy limitado, aunque existan múltiples proyectos en este sentido, pues la infraestructura del sistema escolar no lo permite. Los alumnos quieren utilizar el celular con fines de ocio, y no precisamente creador. No nos engañemos. Permitir que los niños y adolescentes usen en clase sus celulares para mandarse mensajitos, escuchar música, sacar fotos o jugar a jueguitos, no es precisamente el concepto de incorporar la tecnología al sistema educativo.

Se educa mediante recursos tecnológicos si son apoyo de alguna actividad del proceso enseñanza-aprendizaje, de lo contrario, resultan obstaculizadores. Puede ser que algún docente ocurrente pueda plantear algunas clases donde se incorpore el uso del celular, por ejemplo en Lengua para analizar críticamente como se escribe en los “mensajitos” que se envían” o utilizar algún programa educativo, pero esto no puede ocurrir a diario, por imposibilidad fáctica.

La escuela no debe ser un lugar aburrido, estresante,

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