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Redes Sociales

csolisv8 de Agosto de 2012

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Antecedentes:

Ser joven y bello Se ha convertido en una referencia recurrente en la publicidad alrededor del mundo, inclusive en los productos que van dirigidos a públicos mas adultos, en definitiva lo joven y lo bello se ha convertido en un valor social. La competencia entre las personas, para logra cada día ser lo que socialmente se considera y se acepta como belleza, es una constante que se refleja en la publicidad de muchos productos y servicios de nuestra sociedad. Los niños y niñas crecen con un bombardeo constante de estereotipos negativos acerca de la belleza, estos calaran hondo en su personalidad y es ahí donde más adelante aparecen los trastornos de la personalidad, los trastornos alimenticios, y un sin fin de problemas. Hay que preocuparse por inculcar en ellos valores morales altos que les ayuden a enfrentar este tipo de problemas y así poder lograr sociedades con personas más seguras de sí mismas, esto beneficiara a la sociedad completa.

Entrevista a Virginia Trevignani, ella es profesora de la carrera de Sociología de la Facultad de Humanidades y Ciencias de la Universidad Nacional del Litoral (Fhuc UNL) y realizó un análisis de algunas situaciones sociales que propician o son derivadas de los establecimientos de parámetros de belleza en la sociedad.

La docente se refirió a cómo se promueve la adulteración de las niñas para convertirlas en objetos de deseo para los varones y al papel de los medios de comunicación y de las instituciones sociales en eso.

— ¿Considera que en el último tiempo comienza a revertirse la imagen estereotipada de belleza por las campañas de concientización, por ejemplo, sobre los trastornos alimenticios?

—La inclusión en la agenda pública del tema de los patrones de belleza y sus consecuencias nocivas para el desarrollo de las personas, se relaciona con dos tendencias de más largo alcance: en primer lugar, el auge y arraigo social del enfoque de derechos y, en segundo lugar, el rechazo de las miradas que reducen las enfermedades a un proceso exclusivamente biológico. Mientras que lo primero ha logrado instalar la certeza de la igualdad formal (todos somos iguales, independientemente del sexo, etnia, raza, edad, clase social, preferencia sexual, estilo de vida y preferencias ideológicas); lo segundo ha permitido entender que el surgimiento o agudización de algunas enfermedades tiene que ver con las características de la sociedad en un momento determinado, y, en ese sentido, son enfermedades sociales.

Las responsabilidades

—¿Cómo afecta a un/a adolescente o niño/a ser bombardeado por imágenes estereotipadas?

—En el caso de la infancia y la adolescencia se observa una paradoja en relación a la población infantil femenina. En paralelo a una mayor conciencia sobre los derechos del niño (producto de las normativas internacionales sobre el tema) que supone la concepción de la niñez está como una etapa de protección, donde del juego y la educación son las principales actividades; se da una incorporación temprana de las niñas y adolescentes en esto de convertirse en objetos de deseo de la población masculina, lo cual supone un proceso de adulteración de la niña y adolescente. Algunos programas infantiles dirigidos sobre todo a la población adolescencia son el reflejo de esta paradoja. Es importante destacar que es en la adolescencia donde se dan los procesos de construcción identitaria que permiten a la persona en esa etapa del ciclo vital, comenzar a diferenciarse de sus padres y conformar lo que será como adulto. En ese sentido, el impacto de ciertos estilos de vida y patrones de belleza tiene una importancia significativa en esa etapa porque suponen alternativas difundidas de lo que puede ser elegido.

—Hay quienes señalan que la mayor responsabilidad no está en la publicidad y los medios, sino en cómo las familias abordan el tema. ¿Quiénes son los principales responsables en la reproducción de esos estereotipos?

—Los mecanismos de reproducción de los estereotipos vinculados a la belleza son los mismos que actúan en la reproducción de los roles asociados a los géneros. En términos generales, las instituciones vinculadas a la socialización de la infancia son: la familia, la escuela, los padres, las instituciones públicas que proveen servicios y los medios de comunicación. Pero los medios y las campañas publicitarias difundidas a través de ellos, se mueven bajo la estricta lógica del mercado. Así como no se le puede pedir al mercado que sea “justo” en la distribución de bienes y servicios, tampoco se le puede pedir que opere bajo una actitud “moral” o con un enfoque de derechos.

Los cambios en el rol social de la mujer han permitido la emergencia de modelos familiares diversos. En algunos casos y en relación con el nivel socioeconómico del hogar, se observa un desplazamiento de la función socializadora exclusiva de la familia, hacia otros ámbitos públicos (como la escuela y las instituciones del Estado). Así, el cuidado de los niños, en su sentido más general, en la actualidad no es concebida como una responsabilidad exclusiva de la familia.

“A diferencia del mercado y de la familia, el Estado y sus instituciones tienen la responsabilidad y el deber de garantizar el cumplimiento de los derechos humanos, en este caso, de la población infantil. Según algunos defensores de los derechos de los niños, la función garantista del Estado refiere no sólo a garantizar salud, educación, derecho al juego, sino también el regular los productos mediáticos dirigidos hacia el público infantil”, agregó.

Mandatos sociales

—¿Por qué mujeres seguras de sí mismas y conscientes de lo negativo de esas imágenes, también sucumben a los mandatos de la moda?

—Seguir los mandatos de la moda o querer cumplir con los parámetros de belleza, no son comportamientos que puedan ser atribuidos a personas más o menos inteligentes, más o menos seguras de sí mismas. Las mujeres y los hombres cumplimos mandatos sociales porque vivimos en sociedad. Algunos mandatos sociales se formalizan en códigos de convivencia (leyes), y otros regulan nuestra vida cotidiana en tanto reglas informales. La discusión sobre que tan buenos o malos sean esos mandatos sociales es una discusión que la sociedad resuelve de manera diferente en cada momento histórico. No existe una visión normativa universal que pueda juzgar de manera absoluta y históricamente qué es bueno y malo para la sociedad. Por el contrario, hay acuerdos sociales que permiten mirar críticamente esos mandatos en un momento histórico específico. Por su carácter histórico, esos acuerdos no son fijos, sino que van cambiando a medida que cambian las sociedades.

“En ese sentido, –siguió– las prácticas vinculadas al seguimiento de los patrones de belleza no pueden ser vistas como irracionales. Por el contrario, suponen prácticas racionales que persiguen el cumplimiento de una regla que trae beneficios individuales (como por ejemplo, gustar al otro, ser aceptado socialmente, conseguir un trabajo). Por esa razón, considero que el desafío actual no consiste tanto en etiquetar como nocivos mandatos sociales que circulan masivamente, sino en abrir el menú de opciones. Es decir, ampliar las alternativas que pueden ser elegidas por los sujetos”.

—¿Cómo comienza a revertirse esa situación?, ¿se puede pensar en cambios a corto o mediano plazo o debe ser un proceso de décadas?

—Los cambios culturales son siempre procesos de largo plazo. Los cambios culturales, muchas veces, están influidos por transformaciones en el sistema económico, por transformaciones en las esferas normativas y legales, y por el cambio de orientación en el diseño de la intervención del Estado. Sin embargo, los cambios legales y en la intervención del Estado (por ejemplo, la ley de talles o la posible regulación de productos mediáticos dirigidos a la población infantil y la regulación de campañas publicitarias desde un enfoque de derechos) pueden actuar como aceleradores del cambio cultural.

—Prácticamente todas las localidades tienen fiestas locales en las que se selecciona la reina y princesas del evento. Se trata de situaciones celebradas por toda la comunidad y en la gran mayoría de los casos financiadas y organizadas por los gobiernos, ¿qué mensaje se trasmite a la sociedad al continuar con certámenes de belleza de ese estilo?

—Las celebraciones han sido vistas como mecanismos rituales para difundir la tradición y cultura del lugar a las nuevas generaciones y para mantener activa la integración social comunitaria. Considero que no pueden ser comparables esas prácticas locales con los mecanismos de difusión de patrones de belleza a través de los medios de comunicación. Dicha comparación no sólo no es posible por una cuestión de escala y de cobertura del impacto, sino porque los orígenes y el funcionamiento de esas prácticas son diferentes a las prácticas de consumo. Sin embargo, sí es posible decir que hoy en día nos preguntamos críticamente sobre esas prácticas rituales (algo que era impensable décadas atrás). Como socióloga no puedo juzgar si eso es bueno o malo para la sociedad, sólo puedo ayudar a comprender el funcionamiento de esas prácticas locales y la emergencia de la pregunta crítica sobre ellas.

Justificación e importancia del problema:

Hoy en día el término belleza se ha convertido en toda una confusión y problema, en una confusión por que tantas veces vemos en el televisor, o en vallas publicitarias, o en revistas, entre otras, que se refieren a que algo es bello a millones de cosas distintas,

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