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Si uno vive en perpetuo enganche a las pantallas


Enviado por   •  27 de Septiembre de 2011  •  1.107 Palabras (5 Páginas)  •  603 Visitas

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Si uno vive en perpetuo enganche a las pantallas, como yo mismo, tiende a colocar películas en lo más alto de su escalafón personal, por detalles o rasgos de esas películas. Puede haber otras que no haya visto, que sean mejores, pero hasta que no las vea no moveré el escalafón. Me explico: siempre coloco a ‘Aliens’ en lo más alto en cuanto a relatos de horror+Sci-fi. Cuando vea una mejor, la sucederá en el escalafón. De momento no ha sucedido. Tampoco ha sucedido que ninguna película que yo haya visto, hasta ahora, supere a ‘El nombre de la rosa’ en cuanto a recreación histórica de la oscura época medieval.

Pero no sólo eso. Pocas películas hay más clásicas que esta. Y digo clásico en el sentido estricto: una obra que no cesa de producir nuevos significados. Es decir, una obra que estará viva durante mucho tiempo. Y por la desgraciada razón de que, por lo visto, la Iglesia Católica, esa secta infame, seguirá viva mucho tiempo, cometiendo crímenes impunes, o crímenes ocultados durante décadas, que para el caso viene a ser lo mismo. ‘El nombre de la rosa’ posee, entre otras muchas virtudes, la sana disposición de no mostrar piedad con los poderes fácticos de la Iglesia Católica y Apostólica, mientras nos narra una apasionante aventura de investigación criminal.

En el ‘making of’ de la edición especial en DVD, Annaud contaba cómo Umberto Eco, autor de la novela homónima, esperaba que aquel año fuera el año de la película, igual que hacía pocos meses había sido el año triunfal de una novela extraordinaria, éxito de ventas en todo el mundo, sobre la que los críticos literarios no habían cesado de vertir lógicos y ferovorosos parabienes. Y lo fue, entre otras porque Annaud, que cinco años antes había filmado la inolvidable ‘En busca del fuego’, se dejó literalmente la piel en éste su cuarto largometraje, y es que por aquel entonces Annaud sólo filmaba hazañas que pudieran demostrar su suicida instinto artístico.

Una ambientación magistral

Con los mínimos elementos, pero sin dejar nada al azar, cuidando al máximo los detalles, Annaud se rodea de espléndidos profesionales que aportan una creación individual de indudable peso en el conjunto. Tanto la soberbia y humilde fotografía del gran operador, ya fallecido, Tonino Delli Colli (habitual de Sergio Leone), como el espectacular, pero comedido, diseño de producción del ahora famoso Dante Ferreti (que lleva dos décadas trabajando para Scorsese), y el inteligentísimo diseño de vestuario de la genial Gabriella Pescucci, sin olvidarnos de la extraña y emocionante música de James Horner.

Este grupo de eminentes artistas, orquestado con mano de hierro por el director, no tiene el menor reparo en mostrar la más oscura época de la edad media en todo su “esplendor”: sentimos en nuestra piel la mugre y la peste de la extrema pobreza (muchas veces provocada por los diezmos salvajes que la Iglesia pedía (robaba) a sus seguidores (esclavos); y también, sobre todo, la jerarquía de clases entre los monjes más poderosos y los más humildes. Pocas veces, o nunca, hemos presenciado una crítica más feroz, pero sutil, y más culta a los estamentos más básicos de la Iglesia, a su hipocresía, su crueldad, su ceguera.

Y Annaud se mueve por este ambiente como pez en el agua, conociendo cada objeto, cada gesto, cada detalle de la escenografía y de la vida de los monjes.

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