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ASPECTOS GENERALES DE CHILE

chompiraspaolaTrabajo9 de Mayo de 2013

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1. ASPECTOS GENERALES DE CHILE

1.1 PANORAMA ECONOMICO Y POLITICO

1.1.1 Población y geografía

Chile es una enorme franja de territorio, situada sobre el océano pacífico en el extremo Sur del continente sudamericano. Este es un país de contrastes pues en el norte se encuentra ubicado el desierto más árido del mundo (Atacama) y en el sur enormes glaciares. Chile tiene todo tipo de climas, excepto el tropical, y el comportamiento estacional es inverso al de los países de Europa y Norteamérica1. Chile posee un área de 756.626 Kilómetros cuadrados (cerca de dos veces el tamaño de California); incluyendo la Isla de Pascua (118 Km2), Islas Juan Fernández (179 Km2), y la Isla Sala y Gómez. El territorio antártico chileno cubre alrededor de 1,250.000 Km2, superficie ligeramente superior al territorio total colombiano. La costa sobre el océano pacífico es de 6.435 kilómetros; y la mayor distancia entre un punto al oeste del país y uno al este no supera los 200 Km.

El 80% del territorio del país es montañoso. Orográficamente se distinguen tres unidades bien diferenciadas: la cordillera de los Andes al este, con alturas que superan los 6.000 m; la depresión longitudinal desde el norte del país hasta Puerto Montt, y la cordillera de la Costa, con una altitud máxima que en contadas ocasiones sobrepasa los 1.500 m. El relieve chileno es muy variado e incluye zonas desérticas en el norte del país, zonas montañosas siempre nevadas, estepas en la zona austral y paisajes polares en el extremo sur. Por otra parte, Chile es un país sísmicamente activo, además de contar con varios volcanes en actividad. La escasa distancia existente entre la cordillera Andina y la costa no permite el buen desarrollo de los ríos.

El clima es suave y seco en el norte y húmedo en el sur. En Santiago (520 m de altitud), el mes más caluroso es enero (19ºC de mínima y 29ºC de máxima) y el más frío, junio (3-14ºC); el mes más seco es febrero, con precipitaciones medias de 2 mm, y el más lluvioso, junio (84 mm).

La población de Chile fue 16.598.074 de habitantes en 2.007. La distribución por sexos es del 49,5 % de hombres frente al 50,5% de mujeres. La capital de Chile, Santiago con más de seis millones de habitantes, es una de las ciudades más grandes de Sudamérica. Está rodeada por la cordillera de Los Andes y por la V Región situada en la costa del Pacífico. Actualmente tiene una extensión de 35 por 40 Km, y es más limpia y segura que otras ciudades de Latinoamérica. Otras ciudades importantes son Concepción (374.166) Viña del Mar (338.779), Valparaíso (284.689), Talcahuano (277.104), Temuco (266.727) y Antofagasta (238.794).

El 77% de la población son mestizos, el 20% son descendientes de europeos y el 3% restante indios. Desde el punto de vista religioso, aproximadamente el 76% de los chilenos se considera católico, 13% evangélico y el 1% protestante.

Un 28% de la población es menor de 14 años mientras que el 65% se encuentra entre los 15 y 65 años. La esperanza de vida al nacer es una de las más altas de Latinoamérica con 75.2 años. La fuerza de trabajo representa un 40% de la población total del país.

1.1.2. Análisis de la Economía

En 2007 el crecimiento de la economía chilena se aceleró en relación con el 4% registrado el año precedente, y se estima que el PIB mostrará una expansión cercana al 5,3%. A estas cifras contribuyó el considerable dinamismo de la mayoría de los componentes de la demanda interna, encabezados por un incremento de la inversión de alrededor de un 12%, que representa un repunte en comparación con los bajos niveles del 2006. Este desempeño fue complementado por un persistente aumento de las exportaciones, gracias a la elevada demanda mundial de los principales bienes de exportación (cobre, molibdeno, celulosa, metanol, salmón). El consumo privado siguió expandiéndose, sustentado por un activo mercado laboral, en tanto que el consumo público se elevó poco menos de un 8,5%, lo que concuerda con lo estipulado en la ley de presupuestos.

Por otra parte, los riesgos que se materializaron en los entornos externo e interno complicaron el manejo macroeconómico. En primer lugar, el auge de los precios internacionales de los productos básicos, que favoreció a varios productos de exportación, se reflejó en alzas del costo de ciertos bienes gravitantes en los precios internos: combustibles, trigo, maíz y leche. Este efecto se acentuó por la crudeza del invierno, el peor en muchos años, que incidió negativa y significativamente en la oferta de frutas y hortalizas, lo que se tradujo en alzas de precios muy marcadas, aunque transitorias. Además, la elevación del costo de los combustibles y la situación de escasez energética condujeron a aumentos de los precios regulados. Como consecuencia, los índices inflacionarios, tanto coyunturales como de tendencia, registraron alzas notorias e inesperadas a partir de abril, por lo que en octubre la inflación en los últimos 12 meses ascendía a un 6,5%, porcentaje que supera el rango meta fijado por el Banco Central. En segundo lugar, la crisis del mercado hipotecario en Estados Unidos se tradujo inicialmente en un aumento de las primas de riesgo país de las economías emergentes, cuyo efecto para Chile fue más bien acotado gracias a que el país se encuentra en buenas condiciones para enfrentar turbulencias de esa índole. No obstante, las medidas adoptadas por la autoridad monetaria estadounidense para hacer frente a la crisis, consistente entre otras cosas en reducciones de la tasa de interés, amplió el margen positivo entre la tasa vigente en Chile y las externas. Esto condujo a una mayor apreciación de la moneda nacional con respecto al dólar, fenómeno que ha erosionado la competitividad de los productos que rivalizan con las importaciones y la de algunos rubros de exportación.

En tercer término, el desencadenamiento de conflictos laborales afectó a la producción minera estatal y privada, como también a la de algunas agroindustrias y empresas forestales. En el caso de la Corporación Nacional del Cobre (CODELCO) se estima que los conflictos se reflejarán en un aumento de los costos y una disminución de la capacidad de generación de excedentes.

Por último, en el mes de julio se impusieron severas restricciones a los envíos de gas natural proveniente de Argentina, lo que no afectó significativamente la generación de electricidad, gracias a que numerosas plantas en las que se empleaba gas natural ya están en condiciones de funcionar con gasóleo o diesel. De todas maneras, se elevó el costo de la generación termoeléctrica de energía y se redujo su valor agregado. Por otra parte, la producción y exportación de metanol, cuyo principal insumo es el gas natural, se vio afectada y cabe prever que la situación se prolongue. Pese a estos hechos negativos, la base de la economía chilena sigue siendo sólida y caracterizándose por una gran solvencia fiscal, un cauto manejo de la macroeconomía y un persistente dinamismo de los mercados de las principales exportaciones, que además son diversificados. Por consiguiente, se trata de una economía que se encuentra en buenas condiciones de enfrentar fluctuaciones externas. Los principales factores exógenos de riesgo son la evolución de los precios del petróleo y la extensión a otras economías desarrolladas de los efectos de una posible contracción de la actividad en Estados Unidos. En el plano interno, una potencial fuente de peligro es la posible exacerbación de los conflictos laborales y políticos en un año de elecciones como el 2008 aunque, a la luz del repunte de los niveles de inversión que permitirá sustentar la oferta y del continuo mejoramiento de los mercados laborales que impulsan el consumo, la mayoría de los analistas prevé para 2008 un crecimiento del PIB en un rango centrado en el 5% anual.

En el plano de las principales políticas predominó la continuidad en términos de orientación, aunque se produjeron algunos cambios en cuanto a los parámetros que las rigen. La política fiscal siguió apuntando al logro de un superávit estructural, objetivo fijado en un 1% del PIB hasta 2007 y que en 2008 se reduciría a un 0,5% de ese indicador, lo que, conjugado con un alza relativa de los ingresos estructurales provenientes del cobre, seguirá estimulando la actividad económica. Se estima que en 2007 la expansión real del gasto será de un 8,5%, en tanto que el superávit efectivo fluctuará en torno al 7% del PIB.

En materia de política monetaria, las autoridades siguieron tratando de mantener la inflación dentro de un rango de un 2% un a 4% anual, objetivo que según el Banco Central se aplica a un horizonte de mediano plazo, es decir a un período de 18 a 24 meses.

Las sorpresivas aceleraciones de la inflación a partir de abril se tradujeron en incrementos sucesivos, de 25 puntos base, de la tasa de política monetaria en julio, agosto y septiembre, por lo que esta ascendió a un 5,75%. Dicha tasa se ha mantenido invariable desde octubre, debido al relativo descenso del dinamismo de la actividad económica, de evidencias de baja propagación de las alzas de precios a otros productos y a los salarios internos, y de que las expectativas de inflación a mediano plazo se mantuvieron estables en un 3% anual. No se descarta la posibilidad de nuevos aumentos de tasas si las alzas de precios de algunos bienes (alimentos, combustibles)

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