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Ahora Recuerdo. Cuarenta años De Historia Política Y Económica En México (Debate-UNAM, 2013).


Enviado por   •  23 de Agosto de 2013  •  1.704 Palabras (7 Páginas)  •  500 Visitas

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Ahora recuerdo. Cuarenta años de historia política y económica en México (Debate-UNAM, 2013).

“Un economista no es particularmente bueno o malo

ni más ni menos virtuoso o valiente o generoso o fiel

que el resto de la humanidad, y ciertamente no es más modesto”.

- George Stigler,

Memorias de un Economista Desregulado

El algún momento de mi prehistoria personal, a inicios de la década de los ochenta del siglo pasado, trabajando en la SPP, asistí de relleno a un seminario sobre economía mexicana en el que participaron economistas mexicanos, latinoamericanos e ingleses. He olvidado casi todo lo que se dijo en las mesas de trabajo, pero no así un par de comentarios escuchados al paso en los pasillos durante uno de los descansos. Uno lo hizo la economista brasileña María de Conceicao Tavares a quien por cierto me comisionaron para llevarla y traerla de su hotel, ella despotricaba impacientemente ante la irritante mezcla de arrogancia e ignorancia sobre América Latina y México de la que, en su opinión, hacían gala sus colegas ingleses (“que, además, ni hablar español saben.”); el otro lo hizo en la zona de café un economista Argentino (así lo indicaba su gafete) –cuyo nombre no recuerdo- quien decía a su interlocutor que, en su inmodesta opinión, el único economista mexicano que realmente sabía de economía era Carlos Tello Macías…che

Se trataba, desde luego, de una ironía dicha con mala leche. Entonces y ahora ha habido buenos y muy buenos economistas mexicanos. También, desde luego, malos y pésimos, pero esa es otra historia. Con todo, el comentario del Argentino acertaba en tanto reconocía que, en efecto, el señor Tello Macías era no el único, pero sí uno de los mejores economistas del país a quien se deben algunos de los mejores estudios sobre la política económica, en especial la monetaria y financiera, y la desigualdad económica y social prevaleciente entre nosotros. También, hay que añadir, se trataba -y se trata- de uno de los economistas más controvertidos tanto por su desempeño como funcionario público como por el conjunto de las ideas y convicciones que rigen su obra académica.

Hoy, a sus 73 años, y después de una dilatada carrera en el servicio público y la academia, Tello Macías publica sus memorias: Ahora recuerdo. Cuarenta años de historia política y económica en México (Debate-UNAM, 2013). Contra lo que aconsejaría cualquier afecto a la psicología, Tello Macías omite de su egohistoria oficial los años de infancia y adolescencia y prefiere iniciar su relato en septiembre de 1955, teniendo entonces 17 años, cuando ingresa a la Universidad de Georgetown (Washington, D.C) para realizar estudios de licenciatura en administración de negocios para, poco más de 450 páginas después, concluirlo con una evocación familiar donde deja constancia de cuan afortunada ha sido su vida y cuan agradable ha sido recordarla.

A lo largo del libro Tello Macías va dando cuenta de su trayectoria profesional y política y dejando constancia de sus decisiones y omisiones, de sus apegos y desafectos políticos, de sus amistades y enemistades. Y si bien es de agradecer que no acuse delirios de grandeza, como es común entre todos los políticos y algunos académicos, ni que pretenda enmarcar su vida en un ovalo de santidad o ejemplaridad, Tello Macías no es, ciertamente, un memorialista que se distinga por su amenidad o perspicacia. Carece de la habilidad literaria, el humor y la capacidad de recreación de entornos, atmósferas y personajes de, por ejemplo, J.M Keynes, J.K.Galbraith, George Stigler o Edmundo Flores, por mencionar unos pocos economistas que han escrito autobiografías, memorias o un puñado de páginas autobiográficas. Con triste frecuencia, el libro de Tello adquiere el sex appeal de un informe de labores de una Secretaría o una dirección general. Son muchas las páginas chatas, a las que les sobra grisura y les falta color y vivacidad y que no estaría fuera de lugar en un manual para sobrevivir en la burocracia federal. Parecería que por largos momentos Tello Macías se sintiese demasiado cómodo viendo al lector como una especie de jefe inmediato a quien se le entrega un pliego de mortaja donde se le participa de las tareas pendientes y que fueron realizadas en el día, con quien se hicieron y cuan interesante y formativo fue hacerlas.

Afortunadamente ésta no es la única voz que se deja escuchar en el libro. La importancia y en ocasiones notable trayectoria profesional, política y académica de Tello Macías vence esos reflejos del memorialista burocrático y logra abrirse paso con suficiente aplomo como para que, por un lado, se nos permita conocer y evaluar sus logros, alcances y limitaciones, como, por el otro lado, sepamos reconocer y apreciar al individuo, o mejor dicho, a la persona que está detrás de ellos. Además, claro, Tello Macías está en buenas condiciones para ofrecer un retrato interior de los usos y costumbres de la clase política mexicana de los últimos cuarenta años, usos y costumbres que, sin duda, siguen en buena medida vigentes

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