Analisis De Derecho
RABH199330 de Noviembre de 2014
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Introducción
La práctica de la justicia ha ido evolucionando desde su aparición hasta nuestros días, ha tenido desde una aplicación brutal, hasta otras totalmente humanas y llenas de ética hacia los sentenciados, tal es el caso de Australia y su sistema penitenciario envidiable.
Volviendo al inicio la aplicación de la justicia en siglos pasados era aplicada de formas que para nuestros días y para nuestros pensamientos mas humanos en este tiempo contemporáneo, es vista de una forma indescriptible, dicho esto por la aplicación de torturas, suplicios y muertes aterradoras que para un pensamiento sensato, moral y lleno de ética, es indignante recordar ese pasado oscuro de la humanidad.
Citando ejemplos de algunos países en los cuales incluían en su sentencias clasificaciones detalladas de suplicios y torturas se encuentran Francia o Inglaterra por mencionar a quienes mantenían en práctica continua estos actos, los cuales debían de seguir un patrón o un orden en la forma en que estos debían de ser aplicados al “paciente” o sentenciado, podía variar desde una tortura rápida en la cual solo se eran incluidos azotes, golpes y un tormento físico leve(relativamente), esto podía ser aplicado según la falta dada o el interés el cual mostraba el acusado hacia el juez o hacia el monarca. A los sentenciados por algún delito de fuerza mayor, su suplicio era hecho todo un tormento al que se le comparaba con una probada terrenal de lo que sería su tormento en el infierno, variaban desde azotes ya mencionados, cortadas con armas punzo-cortantes, contacto en la carne con hierros calentados al rojo vivo, ya sea para marcarlos como al Ganado por la falta cometida o por el simple hecho de causar un dolor atroz al quemar la carne y dañar directamente el sistema nervioso y óseo en algunas ocasiones, también podía ser incluido el fundir plomo y ya sea solo o mezclado con azufre dejándolos hervir para mantener una temperatura muy alta, se les colocaba con la ayuda de un cucharon en el cuerpo o si se quería llegar a un tormento indescriptible este les era depositado en la boca, los ojos o se hacia una incisión en el vientre y se le arrojaba adentro fundiendo órganos internos no importantes pues así no podían morir pero si sufrir de un dolor totalmente atroz.
Después de recibir este tipo de tormentos los cuales eran aplicados por sentencia o para que en acusado se arrepintiera o diera confesión de sus actos, se pasaba a darle muerte. Si bien le iba al acusado era ahorcado o degollado al instante, si no se le ataban las extremidades a caballos, los cuales tiraban de estas hasta desprenderlas del cuerpo y después se pasaba a decapitar, terminar de cortar el cuerpo en barias piezas y quemarlo, también se utilizaban hogueras en las cuales se colocaban los pacientes y podían mantenerse por horas hasta que fueran reducidos a cenizas.
A continuación doy ejemplos de la aplicación de la justicia en diferentes épocas y una crítica al pensamiento.
Los juicios por brujería de Salem
El proceso que acabó con la vida de 19 personas en Massachussets, entre los meses de mayo y octubre de 1692, es uno de los episodios más tristes de la historia judicial de los Estados Unidos. Ocurrió en un pequeño pueblo llamado Sálem; en la Costa Este norteamericana, a 25 km al norte de Boston. Un lugar que no se recuerda por la inmejorable situación de su puerto –fundado por una cofradía de pescadores en el invierno de 1623– ni por el pintoresco estilo de su arquitectura colonial, sino por los juicios por brujería que atemorizaron a toda la comarca durante seis meses cuando nadie estaba a salvo de morir ahorcado o aplastado por un montón de rocas si una de las niñas del pueblo decía tu nombre y te acusaba de pactar con el diablo.
A finales del siglo XVII, la vida de aquellos colonos era muy dura: tenían que sobrevivir a la inclemencia de los inviernos, al contagio de la viruela y a los ataques de los indios, sin otras normas que las que dictara el rey Guillermo de Inglaterra desde la lejana metrópoli; por ese motivo, no es de extrañar que la gente hallara consuelo en la fe. El problema llegó cuando su estricta lectura e interpretación de la Biblia cegó sus sentidos y cualquier lógica, aferrando sus decisiones a las convicciones más puritanas.
En ese contexto, los inocentes juegos de Tituba –la esclava antillana del reverendo– basados en sus propias creencias y ritos fueron la espoleta que detonó la convivencia de los vecinos. Mientras les veía el futuro a las niñas, la hija y la sobrina del reverendo Parris cayeron en un estado de trance que sólo se interrumpía por convulsiones y gritos incoherentes. Pronto, la histeria se contagió a las demás niñas del pueblo que acabaron confesando la práctica de magia negra, algo que entonces se castigaba con la pena de muerte.
Aquellas niñas, convertidas de la noche a la mañana en el epicentro del pueblo, empezaron a acusar a todas las personas que les caían mal, a quienes envidiaban o, simplemente, a los que sus padres miraban con recelo porque no pertenecían al clan de los poderosos Putnam, llevando al cadalso a 19 condenados por un Tribunal que les enjuició basándose, exclusivamente, en los testimonios de aquellas niñas poseídas y en lo que entonces se denominaron evidencias espectrales –los testigos sabían la verdad porque se la contaban los fantasmas o el propio demonio– hasta que, finalmente, se impuso la cordura y el Tribunal se disolvió por mediación del Gobernador de Massachussets poniendo en libertad, sin cargos, a más de 150 detenidos y sospechosos señalados por la histeria colectiva, incluyendo al rector de la Universidad de Hárvard y a la propia esposa del Gobernador Phips. Curiosamente, la esclava que –sin quererlo– originó el escándalo con sus ritos de vudú, fue una de las pocas que se libró de la horca al reconocer bajo tortura, durante el interrogatorio, que era bruja.
El proceso que iniciaron los descendientes de aquellas personas injustamente condenadas, para lograr su rehabilitación, concluyó el 31 de octubre de 2001 –es decir, más de 300 años después de que finalizaran los juicios de Sálem y, casualidades de la vida, la noche de Halloween– cuando el Gobierno del Estado de Massachusetts exhoneró a las 5 últimas víctimas: Bridget Bishop, Susannah Martin, Alice Parker, Wilmot Redd y Margaret Scott
SUPLICIO – VIGILAR Y CASTIGAR
El cuerpo de los condenados
Como bien dice el título de la primera sección del primer capítulo de VIGILAR Y CASTIGAR. Nacimiento de la prisión, lo que el autor explica es qué cambios se dan con respecto la forma física de los individuos sentenciados en cuanto al castigo que se les da.
En primer lugar, Foucault describe el caso de un hombre acusado de regicidio (pues mató al rey) y parricidio (pues mató al padre de la patria), cuyo castigo fue la tortura. La misma es descripta con escalofriantes detalles, para luego ser contrastada con un reglamento para un reformatorio de París, en el cual las tareas eran estrictamente separadas en tiempo por el ruido de tambores: un suplicio y un empleo del tiempo con una distancia de sólo 75 años.
Es entonces cuando se dan diversas modificaciones. Una de ellas es la desaparición de los suplicios. Aquí se hace referencia a los cambios en los castigos a los cuerpos de los condenados. Se habla de una “humanización”: “ha desaparecido el cuerpo como blanco mayor de la represión penal.” Foucault suele comparar el suplicio con un espectáculo. Explica que a fines del siglo XVIII y principios del siglo XIX desaparece “el espectáculo punitivo El castigo ha cesado poco a poco de ser teatro,” y “tenderá, pues, a convertirse en la parte más oculta del proceso penal.”
“Es feo ser digno de castigo, pero poco glorioso castigar.” Con estas palabras, Foucault pretende presentar al castigo del delincuente como la marca que le deja frente a los demás su propia condena, que al mismo tiempo a la justicia le avergüenza poner. Explica que el principal objetivo del castigo es corregir, reformar <<curar>> y no castigar. Pero que además, “las prácticas punitivas se habían vuelto púdicas.” Se quiere castigar algo que no es el cuerpo mismo, pero utilizándolo como intermediario para privar al individuo de su libertad. “El castigo ha pasado de un arte de las sensaciones insoportables a una economía de los derechos suspendidos.” He aquí la “utopía del poder judicial: quitar la existencia evitando sentir el daño, privar de todos los derechos sin hacer sufrir, imponer penas liberadas de dolor.”
Pero hacia fines del siglo XVIII un nuevo castigo habría de surgir: “a todo condenado a muerte se le cortará la cabeza”, [siendo este] una muerte igual para todos; una sola muerte por condenado; el castigo para el condenado únicamente.” “Casi sin tocar el cuerpo, la guillotina suprime la vida, del mismo modo que la prisión quita la libertad, o una multa descuenta bienes.” Y junto a estos cambios en el castigo al cuerpo de los condenados, también hay cambios en cuanto la exposición de los mismos: el condenado no tiene ya que ser visto cuando son conducidos al patíbulo.
Como previamente explica el autor, “desaparece, pues, en los comienzos del siglo XIX, el gran espectáculo de la pena física; se disimula el cuerpo supliciado; se excluye del castigo el aparato teatral del sufrimiento. Se entra en la era de la sobriedad punitiva.” Se considera que entre los años 1830-48 se consiguió dicha desaparición de los suplicios.
Foucault dice que la pena ha dejado definitivamente
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