Análisis Crítico La explosión imparable de cultos evangélicos: un mecanismo de control social.

Análisis Crítico

La explosión imparable de cultos evangélicos: un mecanismo de control social.

Marcelo Colussi.

Los cultos evangélicos que se han expandido por todos los países latinoamericanos, aparecieron simultáneamente con patrones comunes en lo que, pareciera un intento de detener a la iglesia católica preocupada por las injusticias sociales con su opción preferencial por los pobres. Este fenómeno de grupos religiosos de denominación evangélica merece una especial atención, pues presenta más indicios de  orden sociopolíticos que religiosos.

Los documentos de San Fe I y II,  plasman las bases ideológicas para el proyecto de derecha del poder norteamericano, y han servido como base operativa del fortalecimiento de la política de dominación norteamericana en América Latina. Pero sobre todo son un intento de frenar el avance hacia lo popular, y en esta línea aparecen las iglesias neoliberales que intentaran frenara la opción por los pobres que después del Vaticano II hizo la iglesia católica.  

Las iglesias evangélicas tradicionales han desarrollado actitudes pastorales de mayor compromiso social que la Iglesia Católica. Su incidencia en la población ha sido modesta, sin querer nunca entrar en una cruzada para ganar adeptos.

Sin embargo la proliferación de grupos evangélicos debe llama la atención porque en el fondo este movimiento no constituye una expresión religiosa. Toda esta corriente ha surgido como una estrategia de manejo y control social. Convirtiéndose en una forma de desconectar y  neutralizar las preocupaciones terrenales concretas y las respuestas que se le pueden dar.

Poniendo especial énfasis en los sectores más humildes y desprotegidos de la sociedad, estos movimientos surgen en los lugares donde es más probable que puedan darse reacciones a las diversas situaciones de injusticias sociales, convirtiéndose en claras estrategias contrainsurgentes; como mecanismos de contención.

Sus planes son muy funcionales a los planes de las potencia del Norte –Estados Unidos– que nos toma como su patio trasero. Para la potencia del norte todo lo que sea contestatario, foco de rebeldía, es potencialmente peligroso, pues podría poner en tela de juicio el statu quo. 

Estos movimientos supuestamente religiosos, terminan por convertirse en movimientos políticos; en instrumentos para sectores de poder que no desean el más mínimo cambio. Mientras estas iglesias crecen, las iglesias históricas que se preocupan por la pobreza no lo hacen. Vemos pues que la pobreza tiene causas muy concretas: las injusticias, la violación de los derechos humanos, la explotación amparada en el racismo.

A la feligresía de estas iglesias neo-pentecostales no se le permite ver la pobreza y simplemente se les induce a resolver sus problemas personales de manera inmediata, sin pensar en el futuro, ni en la comunidad. Se invita a la salvación individual sin importar que tenga que hacer para conseguirla. En su discurso no hay un mensaje teológico o espiritual. Se mueven como sectas apelando al fanatismo o fundamentalismo intolerante.

Las ciencias sociales definen la religión como un reflejo de las crisis económicas, políticas, sociales y culturales de quienes la practican; las personas que en muchas ocasiones no encuentran salida a sus problemas. Éstas son bienes terrenales, instituciones basadas en el ejercicio del poder.

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