Aprender, desaprender y reaprender: ¿Analfabeta, yo? ¡No!

¿ANALFABETA, YO? ¡NO!

Mgtr. Doris Medina Escobar

«Los analfabetos del siglo XXI no serán aquellos que no sepan leer y escribir, sino aquellos que no sepan aprender, desaprender y reaprender» (Herbert Gerjuoy). Iniciamos este ensayo con estas frases, ya que el docente que deja de aprender, es aquel que deja de crecer y, hoy, en una sociedad llamada del conocimiento, se convierte en un analfabeto. ¿Analfabeta, yo? ¡No! El propósito de este trabajo es, pues, demostrar que en la actualidad, tenemos la oportunidad de “aprender, desaprender y reaprender” más que en otras épocas, ya que las herramientas, las metodologías y la información están en un clic; por tanto, no somos ni seremos analfabetos, excepto haya en cada uno de nosotros desidia y eso no permitiremos que se diga del maestro. A continuación, a través de argumentos de autoridad, definición y ejemplificación demostraremos nuestro punto de vista.

«¿Alguna vez han pensado por qué se les educa, por qué están aprendiendo historia, matemáticas, lenguaje, geografía o lo que fuere? ¿Alguna vez se han preguntado por qué asisten a escuelas y colegios? ¿Acaso no es importante averiguar por qué se les atesta con información, con conocimientos? ¿Qué es toda la así llamada educación?» decía Krishnamurti (2007, p. 9) en el El arte de vivir y que tomo prestadas en esta oportunidad para ejemplificar que hoy, los maestros, nos damos cuenta de que esa no es la verdadera razón de la educación y que esta tiene la gran responsabilidad de formar seres que, en el futuro, tomarán las riendas de la sociedad, guiarán a las siguientes generaciones y engrandecerán o empequeñecerán a sus naciones; por tanto, el aprendizaje ya no es la mera repetición de conceptos, sino la búsqueda de la formación de un pensamiento crítico que ayude a resolver problemas cotidianos, el aprender no para un momento, sino para toda la vida como muy bien se dice en esta definición de Krüger (2006):

El concepto actual de la ‘sociedad del conocimiento’ no está centrado en el progreso tecnológico, sino que lo considera como un factor del cambio social [negritas añadidas] entre otros, como, por ejemplo, la expansión de la educación. Según este enfoque, el conocimiento será cada vez más la base de los procesos sociales en diversos ámbitos funcionales de las sociedades. Crece la importancia del conocimiento como recurso económico, lo que conlleva la necesidad de aprender a lo largo de toda la vida [negritas añadidas]”. (p. 6)

En conclusión, y para el logro de lo señalado, nosotros, los docentes, hemos tenido que “aprender, desaprender y reaprender”; ¡no!, no somos analfabetos, estamos poniendo al servicio de nuestros estudiantes nuestra capacidad de flexibilidad, adaptabilidad y resiliencia con la finalidad de formarlos, capacitarlos y brindarles las herramientas de un aprendizaje para toda la vida y para que comprendan que la enseñanza de historia, matemáticas, lenguaje, geografía o lo que fuere tiene un sentido.

Parafraseando a Krishnamurti (2007), señalaré que la educación no es solo un proceso de aprender a leer, a calcular, a construir puentes, de realizar investigaciones para encontrar nuevos modos de utilizar el poder atómico y demás; su propósito es fundamentalmente ayudar al hombre a que se libere de su propia mezquindad y de sus estúpidas ambiciones, porque la educación implica también ayudar al estudiante a crecer en libertad y sin temor (p. 59). Amo a este filósofo, por eso, pese al tiempo transcurrido de sus expresiones, estas no pierden ni perderán vigencia, cuánta razón, ¿verdad?, la “educación debe ayudar al estudiante a crecer en libertad y sin temor” y nosotros, ¿qué estamos haciendo para lograrlo? Considero que mucho, porque hemos cambiado la forma de ver la educación, la forma de impartir educación y a ello ha contribuido, y mucho, esta llamada “sociedad del conocimiento”, ya que “Este tipo de sociedad está caracterizada por una estructura económica y social, en la que el conocimiento [negritas añadidas] ha substituido al trabajo, a las materias primas y al capital como fuente más importante de la productividad, crecimiento y desigualdades sociales” (Drucker,1994, citado en Krüger,2006). En síntesis, los docentes, hemos tenido que “aprender, desaprender y reaprender” para el logro de nuevas generaciones, una generación que no diga “Sí, señor”, sino una generación que analice, que critique, que opine y levante la cabeza: una educación en libertad; por ende; ¡no!, no somos analfabetos, estamos cultivándonos cada día, en un aprendizaje constante y, a veces, doloroso de las nuevas tecnologías y acorde a una sociedad 4.0.

“Decía Paulo Freyre «Lucho por una educación que nos enseñe a pensar, y no, por una educación que nos enseñe a obedecer». Frases cargadas de verdad, expresiones que no se divulgan porque no convienen a intereses manipuladores y que se encuentran en la búsqueda de ignorancia y más ignorancia. Por ello, la autora considera que para revertir este fracaso de la educación moderna es necesario que nuestros estudiantes aprendan desde muy pequeños a argumentar sus posiciones con sustentos sólidos, con cuestionamientos apoyados en autoridades en el tema, en estadísticas, el sentir de la sociedad, en frases célebres, etc. y para lograrlos no basta con brindar las famosas «clases magistrales», las cuales solo logran que el docente se «luzca», se convierta en «biblioteca caminante», mas no les enseña a sus discípulos a establecer un diálogo coherente, sostenido y con base consistente” (D. Medina, comunicación personal, 8 de enero de 2019). Considero conveniente tomar este fragmento de un ensayo anterior, ya que se cuestiona, muchas veces, el concepto “Sociedad del conocimiento” y se habla de una “sociedad del capitalismo”; sin embargo, creo que todo en la vida es bueno y es malo a la vez, pero depende de cómo lo apliques o cómo lo utilices para que se transforme en apropiado o no. Krüger (2006) señalaba: “En este sentido,

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