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CUMBRE DE JOHANNESBURGO 2002


Enviado por   •  17 de Mayo de 2015  •  1.965 Palabras (8 Páginas)  •  1.161 Visitas

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Del 26 de agosto al 4 de septiembre de 2002, en Johannesburgo, Sudáfrica, se realizó la Cumbre Mundial sobre el Desarrollo Sostenible. La Cumbre de Johannesburgo fue una oportunidad muy importante para que el mundo logre avanzar en pos de un desarrollo sostenible para el futuro, en el cual todas las personas puedan satisfacer sus necesidades presentes y futuras, sin dañar al medio ambiente.

El desarrollo sostenible, significa abordar de una manera distinta la cuestión del desarrollo e implica una nueva modalidad de cooperación internacional, en la cual se reconoce que las decisiones tomadas en una parte del mundo pueden afectar a las personas de otras regiones. El desarrollo sostenible requiere emprender acciones que miren hacia el futuro y que impulsen el progreso mundial en beneficio de todos.

El camino a seguir se planteó en la Cumbre realizada en Río de Janeiro. No obstante aún queda mucho por hacer pues existe una larga distancia entre las propuestas de Río y las acciones concretas que se han tomado desde entonces. La Cumbre de Johannesburgo busco promover la implementación de acciones concretas en tiempos delimitados.

El tema principal de la Cumbre fue; cómo se debe transformar al mundo para asegurar el desarrollo sostenible. Este propósito, implica abordar una gran variedad de cuestiones relevantes como la Erradicación de la Pobreza, el Desarrollo Social y Económico, la Protección del Medio, la Desertificación, el Agua, La Energía, La Salud, La Agricultura, La Biodiversidad, El empleo, La Educación, Los Océanos, Los Bosques, Las Tierras Áridas, Los Pantanos, El Calentamiento Mundial y la Atmósfera, entre muchos otros.

Los acuerdos de Johannesburgo, se desarrollarán sobre las sólidas bases que plantearon foros internacionales de alto nivel anteriores, tales como la Cumbre de Río (1992), la Cumbre del Milenio (2000) y la Conferencia Internacional sobre la Financiación para el Desarrollo, realizada recientemente en Monterrey (marzo de 2002).

La cumbre se quedó en palabras, pero al menos el Protocolo de Kioto cobró vida. Una de las imágenes que mejor reflejan lo que fue la cumbre ecológica de Johannesburgo, es la del sorprendido secretario de Estado de Estados Unidos, Colín Powell, tratando de pronunciar su discurso en medio de los fuertes abucheos con los que miembros de varias ONG e incluso de algunas delegaciones oficiales manifestaron su rechazo a las políticas de Washington en materia ambiental.

La reunión, a la que asistieron miles de personas en representación de gobiernos, empresas y organizaciones no gubernamentales, fue convocada para dar respuesta al problema de conciliar las urgencias del desarrollo económico con la necesidad de mantener habitable el planeta para las generaciones futuras. Pero más que eso, fue un escenario para dar rienda suelta a las frustraciones de los países pobres y subdesarrollados por la incapacidad de la comunidad internacional, y especialmente de las grandes potencias, para reaccionar contra el deterioro ecológico y sus múltiples manifestaciones (contaminación, calentamiento global, pérdida de especies, incendios forestales y otras catástrofes) que amenazan cada día más la supervivencia del hombre sobre la Tierra.

Con la firma de un Plan de Acción para frenar ese deterioro y al mismo tiempo combatir la pobreza, los líderes mundiales reunidos bajo el auspicio de las Naciones Unidas volvieron a expresar en el papel (como lo habían hecho en la primera cumbre, realizada hace diez años en Río de Janeiro) lo que muchos de ellos no están cumpliendo. Según dicho plan, la comunidad internacional se comprometió a reducir a la mitad, de aquí al 2015, el número de personas sin acceso al agua potable, y a aumentar el uso de energías renovables, aunque no precisaron en qué porcentajes ni en qué fechas. Con razón el documento fue calificado de insuficiente por la Unión Europea y agudizó el escepticismo de los ecologistas.

Junto con el aludido Plan de Acción fue aprobada la Declaración de Johannesburgo, un compendio de buenas intenciones que recuerda la Declaración de Río. Se habla allí de la protección del medio ambiente, de la solidaridad internacional y otras bellezas, pero faltan los pactos específicos, los calendarios y las metas concretas que los organizadores de la cumbre hubieran querido cristalizar pero que algunos países, con Estados Unidos a la cabeza, buscaron evitar a toda costa.

Algo positivo, sin embargo, salió de la cumbre. Con los anuncios de Canadá y Rusia de que ratificarán pronto el Protocolo de Kioto contra el cambio climático, se puede decir que la comunidad internacional ya pudo reunir los gases necesarios para dar vigencia a ese importante instrumento. Kioto fue una de las palabras claves de esta macro reunión, pues por un lado simboliza la renuencia de Estados Unidos y otros países a sumarse a la causa común por un planeta menos contaminado, y por otro significa la posibilidad concreta de imponer normas para evitar el efecto invernadero.

Esto último ya se logró. El complejo sistema que pone en vigor el Protocolo establece que no basta con un número de ratificaciones – son suficientes las de 55 países y ya se acercan a 90-, sino que es preciso que los países que ingresen al tratado sumen más del 55 por ciento de los gases contaminantes del planeta. Esta cifra era la que no se había alcanzado, pues antes de la cumbre la aritmética arrojaba apenas un 37 por ciento. Con las adhesiones canadiense y rusa, anunciadas en medio de aplausos de la asamblea, se llega al 57,8 por ciento de los malos aires.

1.1. EN QUE CONSISTE LA HERENCIA NATURAL.

La Cumbre de Johannesburgo se refiere al desarrollo sostenible, que satisfaga las necesidades de la gente de hoy en día y de las generaciones futuras. No es una conferencia sobre la pobreza sino una conferencia sobre la clase de desarrollo que deben procurar alcanzar tanto las naciones en desarrollo como las desarrolladas. Sin embargo, la pobreza, el consumo excesivo y las formas de vida insostenibles son las grandes preocupaciones de la Cumbre de Johannesburgo. Por lo tanto, el desarrollo sostenible procura abordar esas preocupaciones mediante medidas que promuevan el crecimiento económico y el desarrollo social y, además, la protección del medio ambiente.

La Cumbre de Johannesburgo no es sólo la continuación de la Cumbre para la Tierra celebrada en Río; tampoco de la reciente Conferencia Internacional sobre la Financiación para el Desarrollo celebrada en Monterrey. Se basa en los logros de ambas conferencias, pero también procura lograr los objetivos convenidos en muchas conferencias -incluidos los aprobados por los líderes mundiales en la Cumbre

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