Caballero De La Armadura Inexistente

Bradamante después de toda su vida de amazona guerrera tuvo una profunda insatisfacción que se había abierto camino en su animo; Había emprendido la vida caballeresca por el amor que sentía hacia todo lo que era severo, exacto y riguroso, conforme a una regla moral; y en el manejo de las armas y los caballos a una extrema precisión de movimiento. Pero en cambio, ella tenia a su alrededor hombres sudados que se dedicaban a hacer la guerra con aproximación y negligencia, y cuando estaban fuera del horario de servicio siempre haraganeaban detrás de ella.

La jornada de Bradamante empezaba cuando se ponía la armadura y montaba en silla su caballo, y en efecto, cuando tenia sus armas encima, era otra; toda reluciente desde la punta del casco hasta las botas, haciendo alarde de las piezas de la armadura más perfectas y nuevas y ésta adornada con cintas azules, ninguna de ellas fuera de su sitio. Con aquella voluntad suya de ser la más resplandeciente en el campo de batalla, más que una vanidad femenina, expresaba un continuo desafío a los paladines y una superioridad sobre ellos.

A los guerreros, amigos o enemigos, les exigía una perfección en el uniforme y en el manejo de las armas.

En el amor, era una amante a la vez tierna y furiosa, pero si el hombre la seguía por ese camino y se abandonaba y perdía el control de si mismo ella enseguida perdía interés y volvía a ponerse en la búsqueda de temples más rudos. Pero ninguno de los campeones, cristianos o enemigos tenían ya interés para ella, de todos conocía las debilidades y sandeces.

Un día se ejercitaba al tirar con el arco delante de su tienda cuando RAMBALDO, que iba buscándole ansiosamente le vio por primera vez el rostro, vestía una pequeña túnica corta, los brazos desnudos tensaban el arco, la mirada de Rambaldo no se detuvo en ninguna observación detallada , vio en conjunto a la mujer, su cuerpo , sus colores y no podía ser si no ella aquella a la que casi sin Haberla visto todavía deseaba desesperadamente, ya para él no podía ser distinta; la flecha salió del arco y se clavó en el palo del blanco en la línea exacta de otra tres que ya había incado. Te desafío con el arco dijo Rambaldo corriendo hacia ella, se enamoró el joven feliz y desesperado, inseguro de si.

Pero la mujer también existe y no existe, ahí frente a el temblorosa también ella, insegura; como puede el joven no entenderlo, que importa cual de los dos es el fuerte ni cual el débil, son iguales pero el joven no lo sabe porque no quiere saberlo, aquella de la cual se enamoro es aquella mujer íntegra, la mujer que existe.

Ella en cambio sabe mas cosas, cosas distintas es una distinta manera de ser lo que busca. Realizan juntos una competición de arqueros, ella le regaña y no lo considera, él no sabe que solo es por jugar, a su alrededor observaban los pabellones del ejercito de Francia; los sirvientes

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