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Capitulo II Del Mperio Retorico


Enviado por   •  20 de Agosto de 2013  •  669 Palabras (3 Páginas)  •  480 Visitas

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CAPITULO II

El objetivo principal de Chaim Perelman en el capítulo II “La argumentación, el orador y su auditorio” en su libro El imperio Retorico es dejar en claro la diferencia entre la argumentación y la demostración formalmente correcta a través de un paralelo de teorías y ejemplos; define la argumentación y sus consecuencias; propone nociones centrales de orador, auditorio y cierra este orden de ideas con los géneros de discursos en retórica.

El autor parte de la pregunta ¿Qué es lo que distingue a la argumentación de una demostración formalmente correcta? La cual da origen a todo el capítulo; definiendo la argumentación como: “forma de influir sobre un auditorio, modificar sus convicciones o sus disposiciones mediante un discurso que se le dirige y que busca ganar la adhesión de los espíritus, en lugar de imponer la voluntad por la coacción o por el adiestramiento… Se desarrolla en una lengua natural, en la que la ambigüedad no está excluida por anticipado”[1] Mientras que la demostración formalmente correcta “Es una demostración conforme a reglas que son explicitadas en los sistemas formalizados… Los signos utilizados deben estar desprovistos de toda ambigüedad y su fin es probar la verdad de la conclusión partiendo de las premisas”[2].

Para ambos conceptos Perelman ejemplifica con “El status de los axiomas, siendo muy diferente en la demostración y en la argumentación: En una demostración matemática, los axiomas no están en discusión… Quien desee justificar la escogencia de axiomas deberá recurrir a la argumentación”[3]; porque por medio de esta se convence o persuade un auditorio de un tema especifico.

Para Perelman “La argumentación se propone influir sobre un auditorio, la cual modifica sus convicciones o disposiciones mediante un discurso que se le dirige y que busca ganar la adhesión de los espíritus, en lugar de imponer la voluntad por la coacción o por adiestramiento, es ya una cualidad no despreciable la de ser una persona a cuyas opiniones damos algún valor”[4], un ejemplo de ello son las iglesias donde el padre se dirige a sus parroquianos todos los domingos y fiestas obligatorias para todos los creyentes católicos y apostólicos. Otro caso más conocido en lo académico se da con las tesis de grado de un estudiante, si este no convence, persuade a su auditorio (entre ellos profesores) bajo argumentos verídicos no se gradúa.

El auditorio constituido por el interlocutor único del diálogo frente a una multitud reunida donde se establece el dialogo y controversia ente preguntas y respuestas (técnica socrática) adaptadas a la argumentación cuyo fin es conseguir un objetivo: persuadir; esto sucede solamente “cuando es movido por promesas y atemorizado por amenazas” según San Agustín cuando habla de “verdades practicas” es por ello

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