Colombia Un País Pobre, Resultado De Un Estado Mental

Colombia un país pobre, resultado de un estado mental

Autor: Ángel Eduardo Díaz Sierra – Ingeniero Industrial, Especialista en Alta Gerencia

Haciendo referencia a un artículo publicado en la prestigiosa revista colombiana Semana y estructurado por María Teresa Rondero, actualmente Asesora editorial de la misma, donde se mencionan algunos aspectos de interés que definen hechos que enmarcan realidades en Colombia como lo son; una economía apenas en crecimiento, un porcentaje de desempleo que aún se conservaba en dos dígitos (17%, para esa época) y algunas políticas que encarecían el empleo, era claro que el gobierno colombiano entrante enfrentaba una tarea difícil de cara a su gestión futura, generar estrategias eficientes para enfrentar y vencer aquello que bajo las circunstancias descritas línea arriba se había generado; “Mas empleos informales que formales”. Como lo describe la señora Rondero, la situación contrasta con una época de prosperidad económica dada entre los años 2003 y 2008 donde el crecimiento promedio del país significó el 5,5% del PIB cada año superando en desempeño económico a países como Brasil, Chile y México. Lo que realmente llama mi atención es que tal crecimiento no fue suficiente para que en términos sociales el resultado manifestara un comportamiento similar. Seguimos siendo dueños de nuestra propia pobreza, hablando en términos económicos y sociales.

Así mismo, el señor Pedro Medina, Director de la fundación “Yo creo en Colombia”, bajo el concepto de que nuestro país no es un país pobre enmarca en su artículo Colombia ¿País rico o pobre?, una idea central que me lleva a concluir que son nuestras acciones las que definen un contexto donde cabe sin lugar a dudas la palabra pobreza. Debo decir que al leer aquellas líneas del señor Medina me sentí muy identificado con algunas de la concepciones que entre letras se pueden identificar en su escrito y son las posiciones socioeconómicas y políticas de estas personas, además de la necesidad de crear espacios donde se puedan generar empleos formales como estrategia eficaz para vencer el concepto de pobreza, algunas de las razones que me hacen compartir mi posición frente al tema.

El conflicto entre actores armados que se desarrolla en medio de una guerra financiada con recursos que pudieran significar el inicio de la construcción de un camino hacia el aprovechamiento de oportunidades de crecimiento nacional, la corrupción que vergonzosamente identifica actualmente a nuestro país, el narcotráfico y el analfabetismo político que nos hace sobresalir sobre un vago concepto de democracia son, a título personal, motivos extremadamente suficientes para generar lo que he bautizado como “un estado mental de pobreza” que se ha adueñado de nuestras actitudes y por consecuencia definen a Colombia como un país rico en este concepto.

Paradójicamente, los colombianos somos ricos en pobreza como actitud resultante de un estado mental y justifico mi apreciación en que contamos con una gran biodiversidad de especies vegetales y animales, hecho que nos ubica en el segundo lugar a nivel mundial en este aspecto, somos productores de recursos naturales no renovables, cantidad de minerales, metales y piedras preciosas y nuestra extensión nos regala espacios propicios para el desarrollo del agro en todo su nivel. Este hecho es bajo cualquier punto de vista una ventaja comparativa, que desde su definición nos entrega condiciones favorables para estimular y disparar los niveles de crecimiento económico, social y político, lamentablemente aquel estado mental no permite que saquemos provecho de tan privilegiada situación.

Países como Japón que son más pequeños que la región de la Amazonía y que no cuenta con todos los recursos que hacen de Colombia un país diverso es la tercera potencia mundial después de EEUU y China. Así mismo, Suiza que es más pequeño que el departamento del Guaviare y el factor clima no le permite sacar provecho sobre su agricultura a lo largo del año, tiene una de las economías más estables a nivel mundial siendo importadora de casi todo lo que usa, pero produciendo artículos y productos de la mejor calidad. Colombia, al contrario, optó por no utilizar de manera productiva y, en algunas ocasiones, legal sus ventajas comparativas, prefiriendo adoptar una posición violenta, corrupta, con un sistema de salud quebrado, ocupando el 9° puesto en inequidad y el puesto 56 entre los países más pobres según el IDH (índice de desarrollo humano), con niveles bajo de educación y llenándose de excusas para justificar nuestra ya no tan privilegiada posición pero pareciera que aceptada con vehemencia.

Entonces,

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