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Comprension Lectora


Enviado por   •  7 de Septiembre de 2014  •  1.118 Palabras (5 Páginas)  •  156 Visitas

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EL COYOTE PORTADOR DEL SOL

En aquel tiempo, cuando en la tierra sucedían cosas difíciles de comprender, la tierra india estaba envuelta en una casi total obscuridad. El Sol no había empezado a brillar y, al no haber Sol, no había flores, ni frutos, ni alegría, ni canciones. Todo era tristeza, cansancio y lentitud.

En esta tierra india, cubierta de noche, vivía el coyote, es decir, el lobo americano. Y el coyote se pasaba el día cazando a tientas, pues no había suficiente luz para cazar con sosiego. Un día, sin embargo, cazando, cazando, se alejó de su territorio sin darse cuenta. El ansia de la caza lo llevó lejos, muy lejos, hasta un país que se le antojó el más hermoso que jamás hubiera visto. Estaba inundado de una claridad nueva, que daba vida a las cosas: el Sol acariciaba la tierra durante el día y, por la noche, la Luna, suavemente la peinaba. Los frutos y las flores estaban por todas partes, las plumas de los pájaros adquirían unas tonalidades jamás vistas, las mujeres, los niños y los pájaros cantaban de la mañana a la noche...

Maravillado y cegado, el coyote emprendió el camino de vuelta a su casa. Cuando llegó, contó a los animales del lugar todo cuanto había visto. Pero aquellos animales que siempre habían vivido a oscuras no llegaban a imaginar que pudiera existir algo parecido y no creyeron sus palabras. Tanto y tanto dudaron que el mismo coyote acabó pensando si no habría sido un sueño.

El coyote, confuso y dudoso, decidió consolidar su visión, y un buen día marchó nuevamente hacia aquella maravillosa tierra. Atravesó montañas, bosques y la gran pradera. Y volvió a encontrar a las flores, a los frutos, a los pájaros, a los alegres niños, y al Sol, que parecía presidir una fiesta sin fin. Luego, no era un sueño. Era una realidad.

De regreso a las oscuras montañas, contó de nuevo su historia. Y por segunda vez sus compañeros no pudieron comprenderle y no le creyeron. Incluso llegaron a pensar si no habría perdido el juicio.

Pero el coyote no olvidó aquel hallazgo. Día y noche su cabeza estaba repleta de aquella claridad, aquella bonanza, aquella alegría.

Y entonces tomó una decisión valiente y de envergadura: traería a los suyos aquel astro capaz de tanta maravilla. Y se puso en camino por tercera vez.

Llegado al término de su viaje se escondió entre unos matojos: desde allí estuvo espiando todo lo que sucedía durante unos días. Descubrió que, por la noche, el jefe indio guardaba al Sol en su tienda. De día, guardaba a la Luna.

Una noche, el coyote, al ver que regresaba la mujer del jefe, se transformó en una rama seca junto al camino, muy cerca de la tienda. Al pasar la mujer por allí, se inclinó y recogió la rama pensando utilizarla para hacer fuego. Era precisamente lo que el coyote quería. Una vez en la tienda se escondió entre la leña destinada a la fogata del día siguiente, y permaneció muy quieto.

Al poco rato, el jefe de la tribu y su mujer, cansados de la dura jornada, se acostaron y se durmieron. Cuando el coyote tuvo la seguridad de que dormían a pierna suelta, volvió a su forma originaria y se apoderó, con gran cuidado, del Sol. Entonces, salió de puntillas de la tienda, procurando no hacer ningún ruido, y huyó pies para qué os quiero.

Sin embargo, a pesar de las precauciones, algún ruidillo debió hacer, pues el jefe despertó. Al darse cuenta de que habían robado el Sol empezó a llamar a todos sus hombres a fin de perseguir al ladrón. Pero el coyote había huido más veloz que el rayo. No encontraron ni rastro de él.

De nuevo en sus montañas, mostró el Sol a sus compañeros. Todos estaban ofuscados y medio atemorizados.

Al fin, uno de ellos se acercó paso a paso a la brillante bola y, rozándola con el pie, dijo:

-¿Y para qué va a servirnos esto?

- Esto servirá para darnos luz y calor -respondió el coyote-. Haremos que todos, en todas partes puedan disfrutar de él.

Y después de pronunciar estas palabras subió a la montaña más alta de aquellos contornos. Cogió el Sol y lo lanzó por encima de las nubes, al tiempo que le ordenaba que cada día surcara el cielo de este a oeste.

Y desde entonces, el Sol prodiga a todos sus rayos, su calor y su luz.

Y ello, gracias a la audacia del coyote.

Leyenda de los indios norteamericanos

1.- Señala la respuesta correcta, marcando con una X:

1. Sin la presencia del Sol, la tierra estaba cubierta de

 tinieblas y silencio

 oscuridad y tristeza

 frío y humedad

2. El coyote es el

 lobo polar

 lobo americano

 zorro americano

3. Un día se alejó de su territorio

 sin darse cuenta

 porque quería descubrir nuevos

...

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