Construyamos un futuro sostenible. Diálogos de supervivencia
Jezus08Documentos de Investigación1 de Noviembre de 2015
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Construyamos un futuro sostenible. Diálogos de supervivencia
Amparo Vilches, Daniel Gil
Professors de Física i Química
Universitat de València
Introducción
La idea de una presentación detenida del libro “Construyamos un futuro sostenible. Diálogos de supervivencia” (Vilches y Gil, 2003), planteada como un taller en el que se pretende implicar a los asistentes, tiene su origen en las mismas razones que llevaron a los autores a escribir dicho libro. Se trata de tomar conciencia de un extraño olvido: la educación científica no se ocupa del futuro, ni tan solo del más inmediato. No aborda los problemas a los que la humanidad ha de hacer frente para hacer posible su supervivencia (Hicks y Holden, 1995; Orr, 1995; Travé y Pozuelos, 1999; Anderson, 1999). No parece que se haya comprendido la gravedad de la situación y la urgencia de las medidas que se deben adoptar.
De hecho, para nosotros fue una sorpresa que en la Primera Cumbre de la Tierra, organizada por Naciones Unidas y celebrada en Río de Janeiro en 1992, se realizara un llamamiento a todos los educadores, de todas las disciplinas, para que contribuyéramos a una mejor percepción ciudadana de la situación de emergencia planetaria en la que estamos inmersos, sus causas y las posibles medidas a adoptar (Naciones Unidas, 1992). Con ello, se pretendía hacer posible la participación ciudadana en la toma fundamentada de decisiones, así como los necesarios cambios de comportamiento, para evitar que las condiciones de vida de la especie humana lleguen a degradarse de manera irreversible.
Una sorpresa porque hasta entonces no se había prestado atención a dicha problemática, a pesar de que en realidad estos llamamientos ya se habían producido en conferencias anteriores de Naciones Unidas, como por ejemplo en La Conferencia Internacional sobre el Medio Humano, celebrada en 1972 en Estocolmo, veinte años antes de la primera Cumbre de la Tierra. Y no se trata solo de voces procedentes de organismos políticos internacionales sino también del propio mundo de la ciencia. Se pueden citar a este respecto las declaraciones, en 1997, de la mayor asociación mundial de investigadores científicos, la AAAS (American Association for the Advancement of Sciences, 1997). A través de su presidenta, se señaló que el grueso de los científicos deberían reorientar su trabajo hacia el tratamiento de los problemas del planeta, para hacer posible la continuidad de la especie humana.
Y es necesario señalar que estos llamamientos no se dirigen exclusivamente a los educadores o a los científicos sino que se extienden al conjunto de la ciudadanía, a través, muy en particular, de la acción militante de numerosas ONG.
Cabría, pues, preguntarse por qué no se ha producido una amplia reacción de la mayoría de los educadores, de los científicos o de los ciudadanos y sus representantes políticos, permaneciendo inconscientes de la gravedad de la situación. Hay que reconocer que estos llamamientos quedan amortiguados, no se les da la difusión que merecen y tropiezan, en general, con una indiferencia fruto de la ignorancia, de la costumbre de considerar que nuestras acciones tienen un efecto local y no afectan al conjunto del planeta y, en definitiva, de los intereses y preocupaciones a corto plazo de todos nosotros, que nos impiden dirigir la mirada más allá de lo inmediato espacial y temporalmente y considerar las repercusiones generales de nuestros actos (González y de Alba, 1994; Hicks y Holden, 1995; Brown, 1998).
Hasta que algo es capaz de romper esa indiferencia hacia el futuro y se comienza a prestar atención a esta problemática. Entonces se intuye que la comprensión de los problemas a los que se enfrenta hoy la humanidad y que amenazan su futuro requiere algo más que información. Se precisa, para empezar, una profunda reflexión, cuestionamiento de supuestas evidencias y te das cuenta de que hay mucho que leer... y mucho que discutir, para comprender de verdad la situación y no quedarse en una enumeración de problemas inconexos.
Es de esta forma que, como educadores, como científicos y como ciudadanos “sorprendidos”, comenzamos a ocuparnos de esta problemática. Y la verdad es que este trabajo, estas lecturas, las discusiones entre nosotros y con otros muchos colegas han sido apasionantes. Estos diálogos han sido los que nos han permitido replantearnos muchas cosas y nos han impulsado a adoptar medidas, como el escribir el libro que se presenta.
Podríamos preguntarnos por qué un libro precisamente si, como se ha señalado, existe ya una muy amplia literatura al respecto, tanto de trabajos de investigación como de divulgación. Es necesario señalar que la pretensión de los autores ha sido preparar algo diferente, algo que, desde la perspectiva de una visión global, convierta a los lectores y lectoras en coautores, dándoles la voz, estimulando su reflexión autónoma, incorporándoles a los debates que la situación de emergencia planetaria genera, en vez de transmitirles simplemente una información y unos determinados análisis. Porque, como es bien sabido, quien participa, en alguna medida, en la construcción de un conocimiento, en la elaboración de unas propuestas, se implica mucho más en el tratamiento de los problemas que aquellos que se limitan a recibir una información.
Concebimos, por esa razón, un formato dialogado y un desarrollo a partir de preguntas abiertas, para que el lector o lectora pueda elaborar su propias respuestas tentativas a las cuestiones planteadas y las confrontarlas después con las proporcionadas por los expertos (Brown et al., 1984-2002), incorporándose así a la apasionante aventura que constituyen estos diálogos de supervivencia para la construcción de un futuro sostenible.
Esa misma idea de impulsar a los lectores y lectoras a convertirse en participantes de un debate y de un trabajo colectivo es la que se pretende también en la presentación del libro, implicando a los asistentes en la medida que lo permite el tiempo disponible, en el debate que se plantea en el libro.
Una pregunta para reflexionar sobre la situación del mundo
Como decía el gran epistemólogo francés Gaston Bachelard, todo conocimiento responde a cuestiones. Se trata, pues, de incorporar a los asistentes a la reflexión, al debate de sus propias propuestas, a partir del planteamiento de una pregunta: “¿Qué os gustaría ver tratado en estos Diálogos de supervivencia?”. O, con otras palabras, “¿Qué consideráis que podría ser conveniente discutir en torno a la Construcción de un futuro sostenible?”. Se propone, de esta forma, un momento para reflexionar, individualmente o, mejor, hablando con nuestros vecinos, en torno a la cuestión planteada, anotando en una octavilla los aspectos, que en su opinión convenga tratar. Aunque no se disponga de mucho tiempo, este breve esfuerzo de reflexión tiene interés en sí mismo y permitirá discutir algunas cuestiones de interés.
¿Qué os gustaría ver tratado en unos Diálogos de supervivencia?
¿Qué consideráis conveniente discutir en torno a la Construcción de un futuro sostenible?
Esta actividad, que ya ha sido ensayada de forma similar con asistentes a cursos de formación del profesorado, permite abordar aspectos interesantes que se suelen plantear siempre que se ha realizado. Una primera consideración a realizar es la amplitud de aspectos contemplados. Se suelen referir, en primer lugar, a los problemas relativos a la contaminación, a la creciente y desordenada urbanización, al agotamiento de recursos, a la degradación del medio y pérdida de diversidad...
Es particularmente interesante el hecho de no caer, cuando se plantea esta actividad colectivamente, en el reduccionismo tan frecuente de limitarse a los aspectos físicos y biológicos (Tilbury, 1995), sino señalar problemas como los desequilibrios Norte-Sur y los conflictos que generan, así como señalar las consecuencias del desarrollo tecnocientífico, cuestiones relativas al consumo y al aumento de la población mundial.
Y lo que es muy importante: no limitarse a hablar de problemas, sino hacer también referencia a las medidas a adoptar, tanto en el plano tecnocientífico, como en el educativo y el político, con referencias a las consecuencias de la llamada globalización, etc., etc., así como a la necesidad de ampliar los derechos humanos incorporando los avances hacia una sociedad sostenible. Como se recoge en el libro: “...recordemos también lo que en el mismo sentido señalan Hicks y Holden (1995): Estudiar exclusivamente los problemas provoca, en el mejor de los casos, indignación y, en el peor, desesperanza”.
En relación con todo esto, conviene señalar dos cosas fundamentales. La primera es que hemos constatado que este resultado positivo del número de aspectos contemplados se obtiene siempre que un colectivo amplio se plantea cuestiones como las formuladas anteriormente (Gil et al., 2003).
La segunda es que todos estos aspectos están, efectivamente, relacionados entre sí, de forma que cualquier intento de comprender la situación que estamos viviendo y las posibilidades de intervención, exigen tomarlos globalmente en cuenta, sin caer en reduccionismos. Ésta es la conclusión a la que se llega al profundizar en los problemas, como se ha intentado plasmar en los diálogos del libro. Dos anexos incluidos en el libro intentan reflejar esta visión global que trata de contribuir a superar los habituales reduccionismos (ver Anexo 1a y Anexo 1b, al final de este documento).
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