Crisis Partidos Politicos

REPRESENTACION POLITICA Y CRISIS DE LOS PARTIDOS

EN EL PERU DE LOS 90

Francisco Guerra Garcia

Hace unos pocos meses, en una entrevista concedida al diario Folha de Sao Paulo, el presidente Fujimori expresó su convicción de que la democracia en el Perú no necesita de partidos políticos. Señaló que en nuestro país no había democracia y que, precisamente, la superación de esa "formalidad" hizo que los partidos políticos perdieran presencia. Añadió que su decisión de clausurar temporalmente el Congreso y el Poder Judicial fue necesaria y que el rescate de la democracia ha hecho del país uno de los más seguros del mundo y de la economía peruana la más abierta de América Latina. Esta declaración conocida a través del cable < > sintetiza algunos de sus más reiterados planteamientos y, ciertamente, expresa con nitidez una de las posiciones polares de un debate insuficientemente desarrollado en el que ha primado el cálculo de corto plazo, la focalización de las causas de la crisis en los actores políticos y la despreocupación por el desarrollo institucional en términos de largo plazo.

Por otra parte, a partir del golpe de Estado de Abril de 1992, los dirigentes de los partidos y los intelectuales de la oposición han definido como eje de su acción la crítica a la sistemática devaluación que el gobierno realiza del sistema institucional del país, particularmente de los partidos, considerándolos como principales responsables, por acción u omisión, de todos los males que aquejan a nuestra sociedad. En este lado del debate -nos referimos a la oposición- han brillado por su ausencia tanto el balance de las performances partidarias en los últimos 15 años, como la rendición de cuentas (accountability) y el deslinde de responsabilidades personales e institucionales.

Democracia y representación

Desde una perspectiva democrática de la política el poder legítimo y, en consecuencia, la autoridad auténtica, requieren necesariamente la aceptación y el apoyo del pueblo. Es la voluntad del pueblo la fuente de todo poder legítimo y, para descubrirla, deben realizarse periódicamente las elecciones que permitan a los ciudadanos escoger a sus gobernantes y expresar su aprobación o desaprobación respecto de la gestión gubernamental.

Una concepción moderna de la representación reposa sobre la idea de que los numerosos intereses específicos de la comunidad pueden, gracias a las elecciones y al desarrollo de la lucha política en un marco de reglas de juego que institucionaliza el conflicto, arribar a negociaciones y compromisos que posibiliten el logro del interés general, vale decir, el interés de la comunidad considerada en su conjunto.

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