Cristianismo y la universidad
marianita995Resumen20 de Enero de 2016
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La pregunta que da título a este inciso es el llamado “Problema Crítico”, un tema propiamente epistemológico y el Dr. Alejandro Llano Cifuentes, quien ha sido Director del Departamento de Filosofía de la Universidad de Navarra, en su libro Gnoseología (EUNSA, Pamplona, 2000) lo describe como: “el problema del alcance y de la validez del conocimiento humano”.
La definición se orienta a los niveles de la realidad que antes vimos. ¿Hasta dónde alcanza nuestro conocimiento de la realidad? ¿Sólo alcanza hasta el nivel físico o llega al metafísico o alcanza hasta el religioso?
Se han dado, a lo largo de la historia de la filosofía diversas respuestas: unos dicen que hasta uno, otros que hasta dos y, otros más, que hasta los tres niveles podemos conocer. Sólo por mencionarlas, son cinco:
1.-la epistemología empirista sostiene que sólo puede conocerse el nivel físico y a través de la experiencia de los sentidos, todo lo demás es una creación especulativa de la mente.
2.-La epistemología racionalista sin negar el conocimiento empírico sostiene que no es fuente de certeza (porque los sentidos se equivocan mucho), mientras que el nivel metafísico alcanzado por la inteligencia abstracta sí produce certeza y, además, propone que el nivel religioso es alcanzable pero no se compromete completamente con la Revelación divina (pues desborda la razón).
3.-La epistemología idealista extrema la posición racionalista y propone que la inteligencia abstracta produce sus propios contenidos (ideas) al margen de la realidad (la razón no se adecúa a la realidad sino que le impone sus propias ideas) y acepta la información sensible sólo como fuente de las ideas que se elaboran sobre el nivel metafísico y del nivel religioso, la mente crea sus propias ideas también dejando al margen la Revelación divina por la misma razón que los racionalistas. La epistemología escéptica la veremos más adelante. Y la epistemología realista es la que hemos estado revisando.
Todo esto en cuanto al alcance. Otro asunto es el de la validez de esos conocimientos ¿sólo valen para cada quien o pueden generalizarse? ¿Su valor sólo se apoya en evidencias físicas o, también, en argumentos inteligibles? Y ¿tiene validez el conocimiento por fe? Ese valor ¿es relativo o puede ser absoluto? Los empiristas consideran que el valor es particular porque cada quien conoce desde sus condiciones personales. Los racionalistas consideran que el valor del conocimiento racional es absoluto y válido para todos dado que todos compartimos la facultad intelectual. Los idealistas sostienen que el valor del conocimiento intelectual puede ser universal en la medida que entendamos y compartamos las ideas (la verdad es un “acuerdo” entre las personas sobre una realidad que nunca conoceremos en sí misma). Para los escépticos ningún valor tiene el conocimiento: ni individual ni universal. Finalmente para los realistas el conocimiento humano, empírico, intelectual y por fe sobrenatural puede conocer la realidad en sus 3 niveles y podrá tener en unos casos valor relativo y en otros absoluto.
Con esta rapidísima revisión del Problema Crítico debe quedarles clara su grave importancia: dependiendo de la epistemología que el sujeto adopte, resultará su compromiso con la realidad. El tema no sólo es el de la ciencia sino, también, el de la Fe. Y de lo que nosotros aceptemos que podemos conocer, se seguirán formas alternativas de actuación. Es todo un tema.
Puede no haber mucha discusión en cuanto al alcance de los niveles físico y metafísico pues hasta el científico más comprometido con su saber exacto acepta la realidad cuando la ve y también cuando la entiende. Las evidencias empíricas y las demostraciones racionales abonan a la certeza de esos conocimientos humanos. En el terreno del conocimiento científico (dato sensible procesado por la razón) hay bastante acuerdo.
El asunto de vuelve menos fácil cuando llegamos al nivel religioso: aquí no hay acuerdo pues sin evidencias sensibles ni demostraciones lógicas inferidas sólo de esas evidencias, muchos científicos se abstienen de aceptar la existencia de ese tercer nivel de la realidad.
Los creyentes religiosos no son ingenuos y ante los no creyentes no pelean con las armas de la fe sobrenatural porque serían ignorados. Un hombre de fe no niega los hallazgos del conocimiento intelectual sólo comprometido con la realidad sensible. Lo que hacen los creyentes es argumentar la posibilidad racional de la existencia de Dios para no ser excluidos de la discusión con los científicos.
Dios es lógicamente posible. El creyente, por su Fe religiosa tiene la certeza indudable, pero ante el no creyente tiene que argumentar desde el nivel metafísico: no sólo se puede inferir a partir de evidencias empíricas (lo inteligible de lo sensible) sino, también, de supuestos invisibles empíricamente: todos los efectos requieren de causas. Y Dios es la causa primera detrás de las teorías del Big Bang y del Universo Estacionario. Y detrás de la Teoría de la Relatividad y de la Teoría Cuántica. Detrás de Albert Einstein y de Stephen Hawking.
A quien no tiene fe no puede pedírsele que crea pero sí que acepte la posibilidad de Dios.
El mundo occidental ha producido estas epistemologías y por épocas se ha comprometido con alguna más que con otras. Durante el Modernismo los ingleses se comprometieron con el Empirismo, los franceses con el Racionalismo y los alemanes con el Idealismo y cada epistemología con sus campeones produjo argumentos inteligentes pero, sobre todo, comprometidos, y les reconocían validez absoluta.
Pero en el mundo posmoderno pueden no abundar compromisos así. Lo que podemos encontrar más, como vimos en el “pensamiento débil” de Vattimo, es que la gente (fuera de los laboratorios, las aulas universitarias y las iglesias) se inclina por un relativismo epistemológico y por un escepticismo,en la experiencia común de su vida.
2.3.1. Crítica del relativismo epistemológico y del escepticismo
Veámoslos de uno en uno. ¿Cómo entendemos el relativismo epistemológico? Como una resistencia de la inteligencia a aceptar la existencia de alguna verdad absoluta(=cuya existencia no dependa de quien la conozca) inclinándose a aceptar sólo verdades relativas(=las que dependen de quien las conozca).
Entendámonos, el relativismo epistemológico no dice que no existe ninguna verdad ni que todo lo que pensamos es falso. Al contrario, parece decir que todo lo que pensamos es verdad pues depende de quien lo piense. Así todas las personas tendrán “sus verdades particulares” relacionadas con sus circunstancias personales. Toda verdad es relativa a alguien y sólo para ella vale.
“Relativo” es contrario de “absoluto” y “particular” es contrario de “universal”.
Cuidado: no es una tontería completa pues sí hay verdades particulares. Por ejemplo, sí es verdad que para mí las matemáticas son difíciles pues el hemisferio dominante en mi cerebro no me facilita esos cálculos. Pero otra cosa es decir que “toda verdad es particular y relativa” y esta afirmación puede llevar a conclusiones equivocadas como decir que algo no existe sólo porque yo no lo conozco y discutirle al profesor de Anatomía que es “su verdad personal” que el cerebro humano tiene dos hemisferios y que “mi verdad particular” es que el cerebro no se divide en hemisferios, sólo porque yo lo ignoro. O decir, esto es frecuente, que Dios existe para los creyentes y no existe para los ateos y que cada quien se quede con “su verdad particular y relativa” sobre la existencia de Dios. La realidad de la existencia de Dios no depende de mi fe religiosa o de mi ateísmo: o existe para todos o no existe para nadie.
Allá está la crítica al relativismo epistemológico: en que pone la verdad no en la realidad sino en la percepción individual de ella (que puede ser exacta o errónea). La verdad depende de mi relación con la realidad y ésta se ajusta a mis condiciones, cuando debe ser al revés. Recordemos la definición de verdad que dimos antes: la verdad es el juicio que se forma la mente sobre la realidad pero ajustándose a la realidad. Y lo dice Tomás de Aquino siguiendo a Aristóteles: “la verdad es la adecuación de la mente con la realidad”.
El relativismo epistemológico hace el planteamiento contrario: “la verdad es la adecuación de la realidad con la mente” y entonces resulta que es “verdad” cualquier idea con la que la mente humana ajuste la realidad.
Por eso oímos a los alumnos decir: “según yo la calificación que me pusieron es injusta”. Perdón, si la calificación es justa o injusta no es “según tú” sino según la realidad: ¿contestaste lo que te preguntaron o lo que creíste que te preguntaron? Y hay una realidad a la que la calificación debe ajustarse: el reactivo del examen y los apuntes o libros mandados para estudiar.
El Realismo afirma categóricamente: la realidad es absoluta porque su ser no depende de la percepción humana y la verdad sustentada en esa realidad debe ser considerada igualmente absoluta. Hasta las que llamamos “verdades particulares” porque son relativas a mí personalmente (ejemplo: “se me hacen difíciles las matemáticas”) son absolutas en mi situación aunque no con los demás porque es mi realidad psicológica que no presento disposición natural para el aprendizaje de las matemáticas, disposición que sí presentan otras personas.
Así pues, hay que
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