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Cuento la otra cara


Enviado por   •  20 de Agosto de 2018  •  Apuntes  •  1.326 Palabras (6 Páginas)  •  83 Visitas

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Cuento La otra cara

Luego de casi un mes soltero, era hora de “volver a las pistas”. Y por supuesto las aplicaciones para “pinchar” no podían faltar en el celular.

¿Qué foto iba a ocupar? Si quería conseguir algo bueno tenía que cambiar esa foto del perrito y poner una más sugerente. Pero el pololeo me dejó con kilos extras que no me daban ganas de mostrar. Sí, sé que tengo que ponerme en campaña.

Decidí “desempolvar” mi ropa deportiva y ponérmela. Una selfie, en la entrada de mi departamento en Bellas Artes, en un ángulo indicado y con la mirada hacia un punto fijo, frunciendo levemente los labios. Ya. Con esa foto estaba listo. Y ahora podría aprovechar de salir a correr, y hacer efectivamente algo de ejercicio.

Mis piernas se acalambraron a medio andar por el barrio. La falta de training era notoria. Bajé la intensidad, mientras el celular en mi bolsillo constantemente vibraba. Preferí ignorarlo para no interrumpir mi rutina.  

Corría por la vereda, pasando por las cafeterías, divisando los frondosos árboles del parque forestal. Pese al suave y fresco viento que soplaba, estaba empapado en sudor y jadeaba de cansancio. Mi condición física daba vergüenza, y me imaginaba que varios chicos del barrio me podrían haber visto. Ya era hora de volver a casa.

Caminando de vuelta a mi hogar saqué el celular del bolsillo. Para mi sorpresa, tenía múltiples notificaciones de Tinder. Con un juego de dedos sobre la pantalla ingresé a la aplicación… Doce match’s en poco menos de una hora ¡nada mal! Me quería duchar, pero necesitaba revisar los mensajes y perfiles.

El chico que me escribió se llamaba Matías, 32 años. Salía bastante guapo en las tres fotos de su perfil. En una de ellas aparecía en una paradisíaca playa mostrando su llamativo torso desnudo. Y con una escueta descripción “Nuevo en esto”.

— Hola ¿Cómo va el día?— decía el mensaje que me envió.

— Hey. Todo bien, llegando de entrenar— le escribí— ¿y tú?

— Ah qué bien. ¿Qué deporte entrenas? Yo llegando del trabajo.

— Salí a correr un rato jajaj. —respondí. — ¿En qué trabajas?

— Como director de marketing en una agencia de publicidad. ¿Tú?

— Qué buena. Yo soy diseñador gráfico. Pero ahora estoy trabajando freelance.

— Buenísima, quizás un día de estos necesitemos nuevos diseñadores.

— Sería bacán. Sobre todo trabajar con gente guapa como tú jajaja.

No me contestó. Pasó media hora, una hora, dos… ¿Le habrá incomodado que le dijera guapo? O quizás analizó bien mi fotografía y no le gusté. Pero de ser así me habría bloqueado, y aún aparecía en mi lista. No, seguramente estaba ocupado haciendo cualquier cosa. En tanto, iba hablando con otros chicos que eran poco interesantes... Al día siguiente me volvió a hablar.

— Sorry por no contestar ayer.  No había visto el celular, andaba ocupado.

— No te preocupes. Se entiende —respondí. —Oye ¿cuándo nos conoceremos?

— No lo sé, no estoy seguro la verdad.

— ¿Ah?—no entendí qué quiso decir. Y pasaron tres días para que me volviera a hablar.

— Sorry lo desaparecido. ¿Te gustaría juntarnos hoy? Como a las 7 de la tarde.

— Dale ¿y dónde?— ya no estaba muy entusiasmado, me molestaba esa conversación tan interrumpida. Mi interés ya sólo radicaba en lo guapo que era. — ¿No crees que sería mejor si nos damos nuestros números de teléfono?

Me lo terminó dando luego de dubitativos mensajes. Nos juntaríamos en una cafetería cerca de mi casa, pues vive lejos (en Lo Barnechea) y a diferencia de él no tengo auto para llegar hasta allá.

Me senté en una mesa al exterior de la cafetería “Segnora”. Ahí lo esperé, mientras pedía un vaso de agua mineral.

Y llegó por fin… Era aún más guapo en persona. Vestido de camisa celeste a rayas y pantalón beige, típico look de oficina. En cambio yo andaba de polera sport, y con short ajustados. Sí, reconozco que me arreglé para la ocasión: perfume, cabello peinado y un infaltable chicle de menta en el bolsillo por si nos acercábamos más de la cuenta. Lo saludé. Él me sonrió y se sentó frente a mí.

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