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Cuentos De Terror


Enviado por   •  2 de Marzo de 2015  •  2.456 Palabras (10 Páginas)  •  124 Visitas

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L A H I S T O R I A D E U N M U E R T O

Nadie creía cuando les decía que no dormía por culpa suya, ya que nadie más lo escuchaba.

“Yo espero, amables lectores, que ustedes juzguen con objetiva certeza, el más atemorizante episodio que sufrí en carne propia y que, en estas breves y atormentadas líneas, trataré de narrarles tal cual lo viví”: En aquellas fechas sufría yo de un grave desorden del sueño, o como le dicen unos: insomnio. Trataba en vano de dormir a horas normales, pero solo conseguía dar vueltas en mi cama; así que salía de mi cuarto, recorría las escaleras en penumbras para conducirme hacia la sala-comedor y pasaba las horas sumergido en la lectura, intentando conciliar el sueño.

Teniendo varios meses ya sin poder lograr mi cometido, se me hizo costumbre no estar en mi cama antes de las tres de la madrugada que era la hora en que se me acentuaba un poco el cansancio.

He de decirles que eso no me había ocasionado ningún problema hasta una noche de esas en que comenzaban los aguaceros fuertes de aquel agosto y, como acostumbraba, entré a mi recamara a esperar que el sueño me venciera de un momento a otro.

Todo parecía la paz y el silencio cotidiano, sin embargo, proveniente de un callejón aledaño al que finalizaba en la casa de todos ustedes, comencé a escuchar el sonido de una jauría de perros aullando quejosamente. Pude claramente escucharlos todos al tiempo despertando esto en mí un esbozo de miedo, pero el temor real se manifestó al darme cuenta que estaban sirviendo de apertura a aquello que es la razón de este amargo recuerdo.

De pronto todo es silencio, se esfumaron los perros en la nada, ni siquiera los grillos desearon hacerse presentes en ese instante. Como si ya supieran lo que proseguía.

“Es normal para ustedes pensar que es invención mía, o atribuirlo a algún desorden en mi cabeza, pero no. ¿Cómo podría inventar yo semejante cosa? ¿Cómo podrían ser tantas noches de angustia provocadas por mi mente?

Ustedes que pueden juzgar esta historia, podrán también tener un poco de bondad y no ser tan duros conmigo”: En ese momento, bajo las sabanas, me quede quieto y con los oídos bien alerta, queriendo pensar en otra cosa, pero aquel silencio tan profundo, tan anormal, me incitaba a prestarle toda atención… Un alarido muy hondo y terriblemente lúgubre pareció provenir de aquél callejón cercano, la voz de un hombre se quejaba de muerte dolorosa, muerte horrible, muerte interminable.

Esto provocó que me erizara la piel, temblara todo mi cuerpo y me calara hasta los huesos cual si hubiera sido alcanzado por una descarga eléctrica ahí mismo, dentro de mi cama.

“¡Ah!, pero este, amables lectores míos, fue solo el preámbulo de lo que parecía el inicio de su jornada. Su penitencia”:

Aquél lamento era acompañado por el sonido lento y claro de pesadas cadenas que eran arrastradas lenta y cansadamente a cada paso que daba. Casi podía verlo en mi mente: imaginarlo caminando trabajosamente, cargando pesadas y largas cadenas, lamentando su muerte y su dolor, con una expresión funesta y atormentada, igual a la que tendría cualquier muerto que no sabe que lo está.

“Es pura suposición, lo sé de sobra, pero no podrán culparme por pensar lo pensado, pues esa idea me ha acompañado todo el tiempo transcurrido desde que sucedió, ¿No podrán creer aún que lo invento o que estoy loco, verdad?”: Otro alarido: ¡Aaaaaaaaaaaaaaaayyy, aaaaaaaaaayy!, esta vez un poco más cerca que el primero. Después otro más cerca, más cerca de mi casa, de mi alcoba, de mí. Un sudor frío no dejaba de deslizarse por mi espalda mientras rezaba desesperadamente lo poco que sabía rezar, ¡E imploraba que se fuera por Dios! Se oía tan triste, tan necesitado, tan sincero que en otras circunstancias saldría en su ayuda sin pensar.

“Sin duda esto último les podrá quitar duda alguna de que estoy loco, ¿Qué loco saldría pues en auxilio de alguien que se quejaba de manera tan espeluznante y desenfrenada, Verdad? Un demente no entiende de otra cosa que no sea él mismo. ¡Ah!, pero en este caso, gentiles destinatarios, era una ineludible excepción”: El miedo no me impidió pensar en si en ese momento estaría escuchando productos de mi imaginación, o del sueño que ya llegaba por fin, pero el pesado tintineo de las cadenas sobre el suelo, no dejaba lugar a dudas… Lo oía. Trataba e serio de rezar, pero no podía concentrarme en hacerlo, él no me dejaba.

Por la distribución de los callejones, uno casi frente al otro formando una desembocadura común, sabía perfectamente que el de “La Guacamaya” era el que amparaba aquel espanto, motivo de mis miedos más profundos en los años de adolescencia; por tanto sabía también que, al llegar al lugar en que dos callejones se hacen uno, las cadenas se dejaban de percibir, el silencio se recrudecía y se escuchaba un último lamento, aún más largo y fuerte que los anteriores… después todo terminaba. “Así transcurrió casi medio mes, y lo comenté a quien quiso escucharlo, pero nadie lo creía. La verdad llegué a pensar si de verdad no se me estaría agudizando alguna psicopatía o algo así; pero después de la noche en que tuve la suerte de no estar solo, cambió mi perspectiva.

Si no me equivoco fue por los primeros de septiembre, pues las lluvias de agosto no se terminaban de ir, pero ya eran las últimas”. Me encontraba en compañía de mi novia, quien me acompañó a casa a dejar de mi madre, puesto que ella no quería salir de la fiesta a la que fuimos invitados, así que me mandó a mí. Ya saliendo de la casa, tratábamos de abrigarnos bien y resguardarnos los dos debajo del paraguas porque la lluvia que había comenzado a caer hacía escasos minutos se tornaba cada vez más recia. Llegamos rápido a la desembocadura del callejón, tenuemente iluminado por un farol en la esquina que trataba sin conseguirlo, abarcar las dos desembocaduras de sus costados.

“Cabe mencionarles, piadosos confidentes, que mi novia era persona escéptica del todo respecto a los hechos expuestos por este servidor acerca del asunto en cuestión, pero bien que mal, me escuchaba. Aclarado lo anterior, volvamos”: Caminamos varios pasos ya por la empinada bajada de La Alameda, donde el callejón de “La Guacamaya”, nos quedaba paralelo y bastante cerca. De pronto el viento arreció fuertemente callando el sonido de la lluvia, mi acompañante se detuvo y dijo: -“Este silencio es muy extraño”- asentí con la cabeza y me disponía a aclararle, temeroso ya, que mis historias tenebrosas se convertirían en su experiencia cuando sin aviso, lo oímos: ¡Aaaaaaaaaaaaaaaaaaaaay, aaaaaaaaaaay, aaaaaaaaaaaaaaaaaaaayyyy!

Nos miramos fijamente, ella con angustiosa sorpresa y yo, con temerosa mirada de ¡ya ves!, pero no dijimos nada, solo aceleramos el paso y nos apretamos más. Ya para ese momento comenzó el pausado arrastrar de cadenas lentas, pesadas, cansadas y… otro alarido.

Ella trataba de decirme algo, pero se le atoraban en la garganta y solo vi una lágrima recorrerle la mejilla, así que la abrasé más fuerte y aceleré más el paso. No volteamos atrás por el miedo, pero algún tiempo después del episodio, coincidimos los dos en que teníamos la sensación de que no caminábamos solos… Casi llegábamos ya a la plazuela de “Los Carcamanes” y comencé a descansar del todo. Un farol nos alumbraba de frente y podíamos ver bien nuestro andar. Al dar la vuelta hacia la plazuela arriba mencionada, con el farol de frente, vimos los dos una sombra pasando delante de nuestros pies y nos obligó a detenernos, la vimos pasar de lado a lado y nos quedamos fríos de la impresión, porque nuestras sombras no se proyectaban de frente, sino de espaldas.

“Comprenderán ustedes que esto no podía ser más aterrador y que, catapultados por un acto reflejo, corrimos despavoridos”: Yo tomaba su mano, bajamos hacia la esquina que hacía la iglesia de “La Compañía” con la antigua oficina de correos. Inmediatamente apareció, como caído del cielo, un taxi desocupado que tomamos en seguida. Ella, desahogándose del todo, lloró. Yo, asustado, solo la contemplaba callado, pero secretamente satisfecho por tirar de una vez a la basura, la idea de mi psicopatía noctámbula.

Como dije, ya han pasado muchos ayeres de aquel suceso, pero algunas cosas, las que ya he contado, están aún frescas, debido a que seguí sufriendo de estos sucesos muchos meses después de lo ya contado. “No pude lograr que ella me refrescara del todo la memoria y contribuyera de buen modo a no dejar tanta responsabilidad a mi perdidiza memoria, así que este es el argumento más completo con el que puedo convencerlos que es verídico de lo que acaban ustedes de enterarse”: Como último recuerdo claro de esa noche, les diré que me miró, me acarició, y yo le dije: -“Espero que ya me creas. Esto es lo que he estado escuchando todas las noches-”. No contestó nada ni habló en todo el camino a su casa, aún ahora me es difícil sacar de ella alguna aclaración más completa que esta, pero nada. Aunque sé que ella lo tiene más presente que yo…

M E N T I R A S

José era un chico muy animado y amigable, a pesar de nunca haber conocido a sus padres, ya que habían desaparecido desde que él era apenas un bebe, él vive con su adorable tía Ana, quien lo quiere mucho y siempre cuida de él. José es fanático de las películas y cuentos de terror, dice que no sabe porque, pero le gusta mucho sentir esa sensación de miedo, de expectativa de no saber qué se va a aparecer de repente y lo hará saltar de su puesto, su leyenda favorita, es una muy conocida por sus amigos y las personas del pueblo, sobre demonios que solo buscan el alma de las personas, pero estos eran conocidos por ser grandes mentirosos y engañadores, tanto que podrías conocer alguno sin darte cuenta de lo que es, pero una vez que se revelan o los descubres, desapareces para siempre, José tenía su grupo de amigos, chicos adolecentes muy divertidos, entre ellos estaba su mejor amiga y la chica de sus sueños; Clarisa, una chica dulce, y graciosa que siempre tenía una sonrisa para regalar, ella era huérfana, y realmente nadie sabía dónde o quien vivía, todos por supuesto fans del terror, y a veces se reunían en la casa e alguno de ellos para contar historias o simplemente pasarla bien.

Una vez decidieron ir a la casa de Miguel a pasar el fin de semana ya que sus padres estaban de viaje, llevaron lo necesario para tener una noche especial, estaban Miguel, Adrián y José, Clarisa iba a llegar algo retrasada. Estando ya reunidos decidieron, hablar de su leyenda favorita, mientras esperaban por Clarisa, estaban en la habitación de arriba sentados formando un circulo, cuando Miguel empieza a contar una historia, se escucha un ruido en la sala, José interrumpe a Miguel para bajar a ver, tal vez es Clarisa que ya llego, pero Miguel le dice: Quédate aquí con Adrián yo bajo y le abro, Jose y Adrian notan que Miguel demora mucho en regresar y Adrian decide bajar a ver; Jose escucha el grito desgarrador de Adrian y corre por las escaleras a ver que sucede, solo para ver como su amigo Miguel estaba muerto, pero no era normal, su rostro estaba demacrado como si le hubieran extraido la vida; el alma, y no solo eso su cuello estaba retorcido haciendo que su espalda pareciera su pecho….. Adrian estaba temblando y le dice a Jose que esto solo podia ser que algo sobrenatural sucedia….en eso tocan la puerta de la casa de manera desesperada, Jose con miedo decide abrir y era Clarisa que estaba agitada y asustada como si la persiguieran, al ver lo que paso con Miguel los tres amigos juran no volver a contar historias, y tratan de salir de la casa en busca de ayuda, solo para ver que las puertas no abren.

Ayzzzz Escuchan un ruido arriba en la habitacion, como si algo se arrastrara y luego golpeara el piso, con el corazon latiendo a 1000 por hiora deciden subir Clarisa entra primero y cae al suelo al ver que sus nombres estaban escritos por todas las paredes y techo, con un mensaje que decia: “Sus almas seran mias” los 3 sintieron un frio en sus espaldas, y sentian que no estaban solos, derrepente Adrian es elevado por los aires por una fuerza invisible, Clarisa y Jose solo pueden ver como la cabeza de Adrian gira 180 grados mientras gritaba y luego es estrellado contra la pared

En la confusion Jose y Clarisa se separan, Jose logra esconderse en el armario de la otra habitacion, mientras escucha llorar a Clarisa, tal vez escondida en el bano, luego de un largo silencio, Jose sigue escondido pero preocupado por Clarisa, piensa en salir a buscarla, pero escucha unos pasos que se acercan a la habitacion donde el esta, son pasos lentos pero firmes, podria ser Clarisa? Los pasos se detienen en la puerta, Jose estando en el armario, solo podia ver por entre los pequenos espacios que le daba la puerta del armario hecha de madera, en eso, la puerta de la habitacion es arrancada con violencia y disparada dentro, Jose queda petrificado, sabia que no podia ser Clarisa y que el era el proximo, pero en esta ocasion pudo ver por fin lo que habia asesinado a sus amigos, entra una mujer caminando en cuatro patas como si gateara, muy lentamente, sin un cabello largo y blanco que le tapaba el rostro a esa distancia, tenia una piel gris y arrugada, y jadeaba como un animal.

Jose, sintio eso que le gustaba mucho sentir, la sensacion de miedo y de no saber que podria pasar, solo que esta vez, no le gustaba, la mujer se dirije en su caminar hacia la puerta del armario, como si ya supiera que Jose esta alli, Jose con lagrimas en sus ojos y con un terror indescriptible, logra ver el rostro de ese ser; era Clarisa, si ella, quien todo este tiempo le habia mentido y enganado a el y a sus amigos, solo que su rostro no era como siempre ahora tenia ojos negros y vacios como si no hubiera nada, y con una sonrisa malefica, abrio la puerta del armario, Jose comprendio lo que sucedio a sus padres, a sus amigos y lo que le iba a pasar a el…. Al dia siguiente, su tia Ana, y los padres de los demas lloraban desconsolados, al ver la casa destruida por dentro pero sin rastros de ninguno de los chicos.

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