Curso sueño y estress.
leilisnuezEnsayo1 de Noviembre de 2016
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1.1 La naturaleza del sueño
Las ideas acerca del sueño cambiaron radicalmente en el siglo pasado, especialmente en la segunda mitad éste. En primer lugar, de ser considerado como un estado pasivo o lo que es lo mismo, como el resultado de la falta de vigilia, pasó a serlo como un estado activo con sus propios mecanismos reguladores. Esto fue posible gracias a los estudios neuroanatómicos, neurofisiológicos y neuroquímicos, tanto en animales como en humanos. Además, dichos estudios permitieron saber que el sueño no es un estado unitario, sino uno en el que se producen cambios importantes en los diversos aparatos y sistemas orgánicos de gran trascendencia para la salud y la enfermedad. Dichos cambios se producen de acuerdo con patrones que han permitido caracterizar lo que se conocen como fases del sueño, que en conjunto configuran dos subestados dentro del mismo que se han dado en llamar sueño REM y No REM (NREM). Estos se alternan de forma cíclica varias veces durant e la noche.
El sueño está modulado por un ritmo circadiano (de un período de unas 24 horas; circa=alrededor, dies=día) alternado con la vigilia. A su vez, la alternancia REM-NREM sigue un ritmo ultradiano (ritmo con un período menor de 24 horas) con un período de unos 90 minutos.
En los distintos apartados de este apartado describiremos sucesivamente: las características básicas del sueño normal, los mecanismos que lo regulan y los cambios que se producen en los distintos aparatos y sistemas. Dada la naturaleza de esta exposición, destacaremos los hechos y conceptos básicos, que son fundamentales para el propósito de la misma, es decir la relación entre sueño y estrés. En la bibliografía sugerida encontrará el lector abundante información que le permitirá profundizar más en cada aspecto.
■ Las fases y los ciclos de sueño
En la introducción ya se ha mencionado que el sueño se compone de dos subestados: el sueño NREM y el sueño REM. Ambos se identificaron hace más de 50 años por sus características electroencefalográficas, electromiográficas y electrooculográficas, que difieren entre ambos estados y en relación con la vigilia.
La vigilia se caracteriza por un electroencefalograma (EEG) compuesto predominantemente por ondas de bajo voltaje y frecuencias rápidas cuando la persona tiene los ojos abiertos. Además, el electromiograma (EMG) muestra una actividad de alto voltaje y en el electrooculograma (EOG) se registran movimientos oculares rápidos y parpadeo. Si la persona cierra los ojos, el ritmo predominante en las zonas parieto-occipitales es el alfa (sinusoidal y con una frecuencia entre 8 y 13 herzios). A medida que la persona se relaja en vigilia, el ritmo alfa se generaliza a todas las zonas cerebrales y si se progresa al adormecimiento, dicho ritmo se fragmenta hasta desaparecer y el EEG empieza a mostrar los signos propios del sueño NREM. Este se ha dividido en cuatro fases que se designan con los números 1 a 4 (Bixler y Vela-Bueno 1987; Carskadon y Dement, 2011; Rama et al 2006).
La fase 1 típicamente aparece en la transición inicial de vigilia a sueño y a continuación de cualquier periodo de vigilia o despertar (aunque este sea muy breve) durante el periodo de sueño. El EEG se caracteriza por tener baja amplitud (las ondas de mayor voltaje están dentro de la banda theta, o de 4 a 8 herzios) y por una mezcla de frecuencias, apareciendo ondas agudas en el vértice de gran amplitud (ondas V) cuando la fase está bien establecida. El EMG tiene menos amplitud que en vigilia y en el electrooculograma (EOG) se registran movimientos lentos pendulares .
La fase 2, que aparece unos 10 minutos después del comienzo de la fase 1, se caracteriza por un EEG basal de baja amplitud y mezcla de frecuencias, sobre el que aparecen de forma intermitente husos del sueño (salvas EEG de perfil fusiforme de 12-14 herzios) y complejos K (ondas de gran amplitud, con una componente negativa seguida de una positiva). En esta fase pueden aparecer ondas delta (de 0,5 a 4 herzios de frecuencia) en pequeñas cantidades. El EOG no muestra movimientos oculares.
Las fases 3 y 4 se caracterizan porque el EEG contiene cantidades crecientes de ondas de gran amplitud y baja frecuencia. Se considera que se está en fase 3 cuando dichas ondas ocupan el 20 % del tiempo y en fase 4 cuando hay un 50 %. Ambas fases se consideran en conjunto como sueño con ondas lentas (SOL). En ellas el EMG muestra una amplitud menor que en vigilia y no se observan movimientos oculares en el EOG.
El sueño REM (R=rapid; E=eye; M=movement) se caracteriza por un EEG que se parece al de la fase 1, es decir bajo voltaje y mezcla de frecuencias, observándose también ondas “en diente de sierra”, llamadas así por su perfil característico. Estas tienen lugar, con frecuencia, en asociación con las salvas de movimientos rápidos de los ojos que se observan en el EOG. El EMG muestra una abolición del tono de la mayoría de los músculos, quedando activos el diafragma, el miocardio y algunos esfínteres como el cardias y el esfínter anal.
Los fenómenos EEG, EOG y EMG que se han descrito hasta ahora pueden dividirse en tónicos y fásicos. Los tónicos son los continuos, duraderos, que persisten, por ejemplo, durante un tipo de sueño (como el REM); es el caso de la actividad EEG de base o la atonía en el EMG. Los fenómenos fásicos son breves en duración, discontinuos y aparecen esporádicamente, ejemplos son los elementos EEG típicos del sueño como las ondas V, los husos de sueño y los complejos K (todos de NREM) y las ondas en “diente de sierra” (de REM). Otro ejemplo son los movimientos oculares rápidos (REM) y contracciones breves en el EMG (más típicas de REM). Se suele dividir el sueño REM en fásico y tónico, según que estén presentes los movimientos oculares rápidos (fásico) o no (tónico) (Bixler y Vela-Bueno 1987). El sueño REM representa el 20 a 25 % del tiempo de sueño. El resto se distribuye asi: el 5-10 %, fase 1, el 50-60 %, fase 2, el 10-20 % SOL.
La secuencia sueño NREM-REM es lo que se conoce como ciclo de sueño y se produce cada 90 minutos como promedio. En total hay 4 a 6 ciclos por noche. El sueño comienza por un breve periodo de fase 1 (el tiempo que transcurre hasta la primera fase 1 estable se conoce como latencia del sueño), seguido de fases 2, 3 y 4 y se vuelve a fases 3 y 2, antes de que aparezca el primer periodo de REM, unos 70-100 minutos después del comienzo del sueño. El tiempo que transcurre hasta que aparece el primer período de REM, se conoce como latencia de REM.
Los sucesivos períodos de REM dentro de una misma noche tienen una duración progresivamente mayor, por lo que este tipo de sueño predomina en las últimas horas de sueño. En cambio el SOL predomina en las primeras horas y disminuye progresivamente. La fase 2 se distribuye de forma más homogénea a lo largo de la noche. La vigilia durante el período de sueño se distribuye de forma desigual. Es más abundante en la primera hora, algo menos en las últimas cinco horas y tiene un mínimo en la segunda y tercera horas. Las Figuras 1 y 2 incluyen las características de las fases y de los ciclos del sueño que hemos mencionado.
Figura 1: Fases del sueño
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Figura 2: Ciclos del sueño
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■ El sueño y la edad
Lo que se ha descrito antes es lo propio de la edad adulta joven. El sueño cambia a lo largo de la vida tanto en lo que se refiere a la duración de los períodos que se duerme, como a su distribución en las 24 horas y a su composición en fases (Bixler y Vela-Bueno 1987; Carskadon y Dement, 2011; Rama et al 2006). Así la duración del sueño es de unas 16 horas al nacer frente a las ocho horas del adulto joven y menos en el anciano.
El recién nacido y el bebé muestran un sueño polifásico, es decir duerme en varios períodos intermitentes a lo largo de las 24 horas. Con la maduración el período principal de sueño se va consolidando de noche y el sueño diurno va disminuyendo. En la edad preescolar el período principal de sueño ya es el nocturno y se duerme aun una siesta. El niño mayor, el adolescente y el adulto duermen de noche y, en condiciones habituales, rara vez duermen siesta. El envejecimiento se asocia con una relativa fragmentación del sueño que aumenta con el paso de los años. Esto se traduce en más despertares nocturnos y una mayor tendencia a dormir siestas.
La proporción de las fases del sueño también cambia con la edad. Así, mientras que los recién nacidos tienen un 50 % de su sueño constituido por fase REM (hasta 80% en el prematuro) este porcentaje disminuye progresivamente hasta el 20-25 % en el adulto y en el anciano. El SOL también disminuye progresivamente a lo largo del ciclo vital desde 20-25 % en el niño hasta estar prácticamente ausente en el anciano.
■ El sueño de la mujer
La comparación de muestras amplias de mujeres y hombres ha permitido demostrar las diferencias del sueño entre ambos sexos mediante estudios poligráficos. Así las mujeres duermen más y mejor, teniendo un mayor porcentaje de sueño calculado sobre el tiempo total en cama (concepto preferible en castellano al de “eficiencia” de sueño), tienen menos fase 1, más SOL y más REM que los hombres. La latencia del sueño es similar en ambos sexos (revisión en Bixler et al., 2003).
1.2 Regulación del sueño y la vigilia
En un apartado previo ya mencionamos que la alternancia sueño-vigilia sigue un ritmo circadiano. Esto se traduce en la tendencia a dormir de noche y a estar despierto de día. Por otra parte el ciclo NREM-REM es la expresión de un ritmo ultradiano. Tanto los ritmos biológicos como los estados de sueño y vigilia tienen sus propios mecanismos reguladores.
En esta sección describiremos sucesivamente las principales características del ritmo sueño-vigilia y de ritmos circadianos con que se asocia, como el de la temperatura corporal y el del cortisol. A continuación describiremos los mecanismos que regulan los ritmos circadianos y los que regulan la alternancia NREM-REM.
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