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Cómo hacer tu primer trabajo de investigación?

addielPráctica o problema13 de Mayo de 2012

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¿Cómo hacer tu primer trabajo de investigación?

Judith Bell

Ediciones

Gedisa

Barcelona

2002

Este material se utiliza con fines exclusivamente didácticos

4. REGISTRO, TOMA DE NOTAS Y LOCALIZACIÓN DE BIBLIOTECAS

Antes de seguir con la planificación, debemos comprobar si, como investigadores, estamos familiarizados con los sistemas de registro y de toma de notas. Es muy habitual que profesionales expertos rechacen la idea de que se les deba recordar la forma de llevar un registro de las cosas y de tomar notas. Sin embargo, la experiencia enseña que por muy bien que sepamos estudiar e investigar, a todos se nos debe recordar la importancia de un registro sistemático. Las destrezas que este supone son parte de las herramientas de trabajo del investigador.

Encontrar la información por primera vez puede resultar bastante difícil. Encontrarla de nuevo un poco después puede ser más difícil todavía, a menos que dispongamos de un método sistemático de registro y archivo. Todos pensamos que nos acordaremos pero, después de unas semanas de leer, analizar y seleccionar, la memoria va fallando. Al cabo de unos meses, tal vez recordemos vagamente haber leído algo en algún momento sobre el tema que estemos estudiando, pero se nos escapa cuando y dónde. Transcurrido un periodo un poco más largo, las posibilidades de acordarse son remotas. Así pues, hay que tomar nota de todo lo que se lea, y cuanto antes se adopte un método de registro sistemático, mejor.

Registrar una fuente que demuestra no tener utilidad ni interés puede parecer una perdida de tiempo, pero alguna razón debe de haber para que decidiéramos consultarla la primera vez. Tal vez nos, pareció interesante el título, o quizá habíamos leído otras obras del mismo autor que nos habían impresionado. Es posible, entonces, que al cabo de un tiempo, el título siga pareciéndonos interesante y recordemos aún que el autor tenía otras buenas obras en otro contexto. Podemos encontrarnos de nuevo con la referencia y tener que pedir el libro otra vez. Todo esto es una pérdida de tiempo, y en cualquier investigación nunca se dispone del suficiente para hacer todo lo que hay que hacer. Una nota que nos recuerde por qué el libro no tenía interés bastaría para refrescarnos la memoria y poder abandonar esa línea de investigación.

Las fichas

En los primeros días de una investigación, podemos pensar que basta con anotar una referencia en el reverso de un sobre, pero unos sobres viejos dejados en una caja no nos servirán de fuente de información fiable, y lo más probable es que las referencias sean incompletas y de difícil seguimiento en fases posteriores. Si no vamos a necesitar más que media docena de referencias, pueden servir trozos de papel, pero a medida que avanza la investigación, iremos acumulando muchas fuentes de información y será necesario disponer de un sistema ordenado desde el principio. Muchos de los que se dedican a la investigación reconocen que han desperdiciado un tiempo valioso buscando libros, publicaciones y citas por no haberse acordado de anotar la referencia en su momento, o porque inexplicablemente no tomaron nota del nombre de la revista, del autor o de la fecha.

Yo sigo utilizando las fichas. No dispongo de ordenador portátil y, en cualquier caso, por portátiles que sean, llevarlos sigue siendo un engorro. Las fichas prácticamente no pesan nada, son baratísimas, caben perfectamente en una caja de zapatos y, si siempre llevamos alguna en el bolsillo, en cualquier momento podremos registrar detalladamente las fuentes dondequiera que se encuentren. Yo guardo copia de todo. Soy de las que siempre se preguntan: “¿Y si ...?” ¿Y si pierdo todas las fichas? ¿Y si las tiro por descuido? ¿Y si...? Por esto, tan pronto como puedo, paso al ordenador la información de las fichas. Así dispongo de una segunda copia y de las entradas de toda una lista de referencias, en orden alfabético. Con el ordenador soy aún más de ese talante del ¿y si...? ¿Y si por un apagón pierdo todo el trabajo hecho? O lo que es más probable, ¿y si un día me equivoco de tecla y borro diez capítulos? Copias de seguridad, por supuesto, con lo que ya tengo un tercer registro, por si acaso. Realmente no importa el método de hacer copias que escojamos, siempre que las hagamos. Algunos colegas consideran que mi obsesión por disponer de diversos tipos de copias es excesiva. Quizá tengan razón, pero cada uno tiene su forma de trabajar y no debemos permitir que nadie nos diga que sólo hay una forma de hacer las cocas.

Los ordenadores nos han cambiado la vida a todos. Recuerdo los días en que casi nadie disponía de ordenador y escribir un libro, un informe o una tesis significaba pasar los escritos a máquina una y otra vez. Si resultaba que un párrafo no estaba donde correspondía, mala suerte. A mecanografiar de nuevo la página. Ahora se puede cortar, pegar y borrar en segundos. Hacer gráficos, esquemas y tablas era muy laborioso, algo que yo nunca conseguí hacer decentemente. Hoy, pese a mi incompetencia informática, hasta yo me las se arreglar para que el ordenador me haga el trabajo.

Pero sigo utilizando fichas de 15 x 10 centímetros, que normalmente tienen espacio suficiente para información adicional, como la del ISBN, con el que bibliotecarios y libreros pueden localizar un libro; tal vez una nota para señalar que la biblioteca dispone del libro o la revista; una referencia a capítulos o páginas

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relacionados con determinados temas; o cualquier otra cosa que pueda ser de utilidad. Las fichas son como unas existencias portátiles, y conviene empezar a almacenar existencias tan pronto como empecemos la investigación.

Las referencias

Hay varias formas de registrar fuentes y otro tipo de información, todas ellas perfectamente aceptables, aunque la mayoría de las instituciones educativas disponen de su sistema preferido “de la casa”, que se supone que tendremos que adoptar. Si nos dejan escoger, deberemos considerar cuál de las opciones posibles nos va mejor.

Las distintas editoriales tienen estilos diferentes. Fijémonos en las Bibliografías o las Referencias del final de los libros. Lo más probable es que nos encontremos con diversos sistemas, aunque todos contendrán la siguiente información:

Para libros

Apellido y nombre, o iniciales del nombre, del autor

Fecha de publicación

Título (subrayado en el manuscrito; en cursiva en la copia impresa)

Lugar de publicación

Nombre del editor

Para artículos y capítulos de libros

Apellido y nombre, o iniciales del nombre, del autor

Fecha de publicación

Título (entre comillas)

Fuente del artículo o el capítulo, es decir:

Título de la revista o el libro (subrayado o en cursiva)

Volumen, número y números de página en las revistas

El sistema de Harvard, que es el que utilizo en este libro, tiene una serie de ventajas sobre otros sistemas. Evita las notas a pie de página, que siempre resultan incómodas. Todas las fuentes que se citan aparecen al final del libro o del artículo, y no capítulo por capítulo. Cuando en el texto se hace referencia a las fuentes, sólo aparecen los nombres de los autores y la fecha de publicación. Por ejemplo: “Como dicen Delamont y otros (1997, pág. 47)...”. Todos los detalles de la obra aparecen después en la lista alfabética de referencias del final del artículo, libro o tesis, y se relacionan todos los nombres incluidos en el “y otros”, de la siguiente manera:

Delamont, S., Atkinson, P. y Parry, O.(1997) Supervising the PhD: A Guide to Success. Buckingham, SRHE y Open University Press.

“Y otros” se emplea cuando hay tres o más autores, pero cuando sólo son dos, se incluyen los nombres de ambos.

Si Delamont, Atkinson y Parry tuvieran más de una publicación en 1997, se le añade “a” y “b” al año. Por ejemplo, en el texto aparecería Delamont y otros (1997a) o (1997b), y sus nombres, junto con la “a” o la “b”, aparecerían en la lista de referencias y en nuestras fichas. Si se citan varias de sus publicaciones con distintas fechas de publicación, estas se relacionan en orden cronológico.

Tal vez queramos añadir a la ficha una determinada información o algún recordatorio. Si es así, la ficha podría quedar como sigue:

Delamont, S., Atkinson, P. y Parry, O. (1997) Supervising the PhD: A Guide to Success. Buckingham, SRHE y Open University Press.

ISBN N° 0 335 19516 4 (rústica)

Ver pág. 47 sobre ética.

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Dos palabras sobre esta ficha. Después del título puede aparecer punto o coma. Tampoco es necesario sangrar a partir de la segunda línea. Si se desea, se pueden poner los nombres en mayúscula, como en algunos de los ejemplos que doy a continuación. Pero hay que tener en cuenta que las editoriales y universidades tendrán sus propias normas y hay que adaptarse a su sistema. Si no existen normas, y si decidimos que es mejor otro formato, adoptémoslo, pero recordemos que, una vez decidido, hay que respetarlo.

El registro de artículos de revistas o de colecciones tienen algunas diferencias, como se ilustra a continuación.

Artículos de revistas

GLATTER, R. (1997) “Context and capability in Educational Management”, Educational Management and Administration, 25(2), pp. 181-192.

Artículos de colecciones

BAKER, S. y CARTY, J. (1994) “Literature Searching, Finding, Organizing and Recording Information” en Bennett, N., Glatter, R. y Levacic, R. (comps.) Improving Educational Management through Research and Consultancy, Londres, Paul Chapman en asociación

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