Decálogo Personal Como Abogada
ahtramnaret29 de Agosto de 2011
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DECALOGO PERSONAL COMO ABOGADA
I.- AMAR LA JUSTICIA, COMO VIRTUD DE LA PROFESIÓN.
Así se evitarán las improvisaciones que tanto daño hacen. Cuidando las cosas pequeñas, la virtud se convierte en excelencia: cada vez un poco mejor. La virtud es bella y lo pequeño es hermoso. Virtud en nuestro ser. Virtud en nuestras actividades. Virtud en las cosas.
II.- BUSCAR LA VERDAD EN LOS HECHOS Y EN LAS PRUEBAS.
Decir la verdad no implica faltarle el respeto a nadie. Vive auténticamente como un ser humano. Ser honesto es ser transparente; Es necesario desprenderse de las máscaras que el ser humano se pone para defenderse, para ocultar sus inseguridades o miedos. Una falta de sinceridad, de veracidad, es aparentar una imagen que no corresponde con la realidad.
III. Orientar el conocimiento, la interpretación y aplicación de la ley con espíritu perfeccionista.
La excelencia comienza con un conocimiento realista de uno mismo: fortalezas y debilidades. No hay conocimiento, interpretación y aplicación sin exigencia. No hay calidad personal sin esfuerzo; supone repetición de acciones buenas. La envidia y el orgullo son auto-destructores de la excelencia. La excelencia personal es un proceso de mejoramiento continuo para desterrar hábitos negativos y adquirir otros positivos.
IV. Guardar respeto ante las autoridades correspondientes.
Respeto y consideración por las ideas ajenas. Vivir los buenos modales, y las normas de educación son señales claras de respeto a los demás. El respeto es también tolerancia. Pero hable claro de sus ideas. La cortesía, la amabilidad, el agradecimiento, la puntualidad, las caras amables… son formas de mostrar respeto.
V. Conducirse con lealtad y secreto profesional.
El compromiso con la organización debe ser total. Pertenecer a una empresa es identificarse con su cultura organizacional: alinear los propios valores con los valores corporativos. Compromiso significa solidaridad para con todos: colaboración, ayuda mutua… La unión hace la fuerza. El empeño por conservar el buen ambiente es una manifestación de pertenencia.
VI. Luchar como uno mismo por el Derecho y la Justicia.
Todo lo que vale, exige esfuerzo, disciplina, dedicación. Ejercitar la paciencia es una manera de fortalecer la voluntad: paciencia para escuchar a los inoportunos, para controlar los impulsos, para no contestar mal, etc.
Hable claro, aunque pase un mal rato. ¡Atrévase! Corra riesgos, sin dejar de ser prudente. No acepte ser esclavo de sus vicios o de sus sentimientos negativos: sublévese, sepárelos de su vida.
VII. Encaminar el ejercicio profesional con dignidad, valor, independencia y libertad.
Cuando se esfuerce por ofrecer un buen servicio, no espere recompensa; hágalo porque servir es uno de sus principios. Para ofrecer un buen servicio no es suficiente dominar unas técnicas de relaciones humanas. El servicio no admite vacaciones, ni excepciones: debe ser permanente, con cada persona. El público no existe; existen individuos concretos. Viva el espíritu de servicio con todos y siempre: clientes, proveedores, compañeros, familiares, etc.
VIII. Cuidar y desarrollar los diversos roles que se desempeñan en la vida.
Adquiera el hábito de observarse a usted mismo. Cuando se proponga un objetivo, cúmplalo. Después de tomar una decisión, es necesario asumir las consecuencias de esa elección. Lo contrario es una irresponsabilidad. No sea un mero ejecutor de instrucciones. Quejarse, lamentarse, achacar culpas a otros, son formas de perpetuar los problemas.
IX. Ejercer autoridad sin arrogancia.
La autoridad es la capacidad moral de mandar. El poder lo otorgan, la autoridad se gana. Sin autoridad cualquier grupo humano se siente desvalido y sin rumbo. Se necesita sentir
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