Deporte En La Recreación
1245687425 de Abril de 2014
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Barrios desfavorecidos y prácticas deportivas: integrar el deporte en la política urbana
Antonio Santos Ortega
Dpto. Sociología-Univ. Valencia
Enriqueta Balibrea Melero
Área Deportes-Univ. Politécnica Valencia
Introducción: Deporte para mejorar la cohesión social
Durante los últimos veinte años, las políticas sociales y urbanas de los países con sistemas de bienestar social más avanzados han comenzado a incorporar el deporte para intervenir sobre problemas tradicionales de la acción social o sobre manifestaciones más recientes de la exclusión social. En ambos casos, el deporte contribuye a complementar y renovar las herramientas clásicas de los profesionales de lo social y permite acercarse a los jóvenes, reforzar la identidad de un barrio o potenciar la autoestima de grupos vulnerables. En Francia, Italia o el Reino Unido, los especialistas en la materia han probado estas potencialidades del deporte y han comenzado a planificar programas para reforzar la cohesión social en zonas urbanas desfavorecidas, para mejorar las relaciones interétnicas o intergeneracionales, para combatir situaciones de drogodependencias, para reinsertar a reclusos, para prevenir la violencia de los jóvenes o para intensificar la participación social de otros colectivos con discapacidades .
Aunque incluso en estos países, estas intervenciones deportivas se encuentran en una etapa inicial, los resultados que se avanzan ratifican que el deporte contribuye a fortalecer los vínculos sociales y su futuro es prometedor en el campo de las políticas sociales y urbanas. Una buena muestra sería la atención creciente que se le está prestando desde la Unión Europea. La Comisión Europea elaboró en 1998 un documento-marco -Evolución y perspectivas de la acción comunitaria en el deporte- en el que se enumeraban cinco funciones propias de la actividad física que las políticas europeas debían favorecer: función educativa, función de salud pública, función cultural, función lúdica y función social. Poco a poco, el deporte está comenzando a tener un papel más relevante en la agenda europea, prueba de ello es la reciente decisión de la Comisión de declarar 2004 como “Año europeo de la educación por el deporte” y de reconocer sus ventajas al aplicarlo en la lucha contra la exclusión en zonas urbanas desfavorecidas .
En este artículo, pretendemos profundizar en estos vínculos del deporte y sus potencialidades aplicadas a las políticas urbanas y en concreto a aquellas dirigidas a actuar sobre barrios en dificultad. Dedicaremos una primera parte a recopilar y analizar algunas de las iniciativas que se han llevado a cabo en este terreno en países europeos. En segundo lugar, presentaremos algunas reflexiones preliminares sobre medidas concretas que podrían aplicarse para mejorar la cohesión urbana mediante cambios en los equipamientos o en la planificación de actividades deportivas de barrio. Las entrevistas realizadas a trabajadores sociales y educadores de calle en el marco de nuestra investigación servirán para ilustrar todas las posibles líneas de actuación sugeridas.
I.- Renovar la ciudadanía y la ciudad: el lugar de las prácticas deportivas
Las dos últimas décadas del aún muy reciente siglo XX han experimentado un periodo de replanteamiento y crítica en el contexto del urbanismo en Europa. Una de las preocupaciones más apremiantes se ha centrado en el proceso de deterioro que sufrían las periferias de las grandes ciudades. La degradación física de las enormes torres edificadas en los barrios periféricos en los años 50-60 iba acompañada también por una progresiva degradación social, que destilaba problemas en la vida cotidiana de los habitantes de estas zonas. Los desajustes espaciales en la integración social con el resto de la ciudad, el desgaste de las relaciones vecinales, los conflictos juveniles han sido, entre otras, las principales cuestiones que han aparecido en los análisis de los sociólogos dedicados al estudio de la ciudad.
En los últimos veinte años, estas preocupaciones se han plasmado en iniciativas innovadoras y planes de renovación urbana dirigidos a los barrios de la periferia. La idea más fecunda en este periodo, que ha inspirado toda una nueva gama de políticas urbanas, ha sido la necesidad de no disociar la dimensión urbana de la dimensión social. El diagnóstico más generalizado es que esta disociación ha sido la causante de gran parte de los problemas de las ciudades europeas en las postrimerías del siglo XX. La ciudad no es una mera acumulación de edificios y personas, sino que es un lugar de participación, de cultura y de intercambio. Como subrayan muchos urbanistas, la ciudad no es meramente urbs sino que es también civitas y polis –lugar de participación y cohesión-. El derecho a la vivienda -que ya afrontaban los grandes planes urbanos de los sesenta- solo será un buen proyecto si se acompaña de una dimensión integradora que agregue y no disgregue a los ciudadanos. Este derecho será más efectivo si se amplía y se combina con el derecho a la ciudadanía social. No es suficiente hacer viviendas sociales sin tener en cuenta unas condiciones que impidan que se conviertan en áreas de marginalidad urbana. Es preciso, así, integrarlas espacialmente en la ciudad, hacerlas accesibles y visibles sin segregarlas del tejido urbano, combinando todo ello con servicios y actividades que generen un espacio público de calidad.
I.1.- La utilización de las prácticas deportivas y culturales como apoyo a un urbanismo solidario. Experiencias europeas
Este urbanismo renovador y sensible a lo social encuentra hoy ejemplos muy destacables en algunos de los países que más sufren las consecuencias de los llamados “barrios problemáticos”. En todos ellos, la incorporación de las actividades deportivas a la planificación de la política urbana da prueba de su utilidad para lograr objetivos de cohesión. Seleccionaremos algunos ejemplos.
El programa Soziale Stadt es una de las más iniciativas más recientes llevadas a cabo en Alemania para mejorar la situación de los barrios desfavorecidos. Las ciudades alemanas y sus barrios en dificultad tienen características muy diversificadas. Los problemas varían mucho entre las viejas zonas obreras o las ciudades-dormitorio del Oeste y los barrios construidos en el contexto del urbanismo socialista en el Este, (Plattenbausiedlungen) donde las ciudades sufren un proceso preocupante de abandono y despoblación. El Instituto Alemán de Urbanismo (DIFU) ha presentado 16 barrios que representan experiencias de carácter innovador incluidas en Soziale Stadt.
El proyecto de Gelsenkirchen/Schalke Nord en la cuenca del Ruhr ha permitido la construcción de equipamientos deportivos complementarios a los de la escuela del barrio. Esta innovación ha servido para acondicionar locales del colegio como centro cultural y lugar de encuentro. Este modelo de escuela abierta constituye una experiencia creativa que ha atraído la atención de los expertos en desarrollo social urbano en Alemania.
En Flensburg, una ciudad situada al norte del país, la gestión del proyecto se lleva conjuntamente por el servicio de planificación urbana y por los servicios sociales. Esta cogestión está justificada al tratarse de una intervención integral en la que se promueve la participación de los vecinos mediante la reformulación de espacios del barrio para usos culturales y deportivos. Para la introducción de estas reformas, se ha previsto la dotación de un presupuesto participativo en el que los vecinos colaboran en la decisión sobre las medidas elegidas.
En Italia, desde 1997 el Contratto di Quartiere –contratos de barrio- ha sido el marco ideado por el Ministerio de Obras públicas para desarrollar proyectos urbanos en los barrios degradados. Los contratos de barrio han venido a suplir las carencias de los grandes planes de rehabilitación, que tienen un carácter más general y que no llegan a abordar los problemas especiales que presentan las zonas desfavorecidas. En estos lugares, no es suficiente rehabilitar las viviendas, también es preciso desarrollar programas paralelos de intervención socioeconómica y estimular mecanismos participativos del vecindario. Algunos ejemplos pueden dar idea de la lógica de “proximidad” que preside estas intervenciones.
El contrato de la ciudad de Padua se desarrolla en dos barrios de la periferia donde, además de la rehabilitación de los edificios, se ha procedido a incorporar destacadas innovaciones sociales. Espacios vacíos de bajos comerciales se han utilizado para local del ‘laboratorio de barrio’, lo cual ha servido para dinamizar otras iniciativas que han surgido en su entorno: local de encuentro para los jóvenes, ludoteca, laboratorio fotográfico. Atendiendo a la importancia de la sostenibilidad urbana, el proyecto ha incluido la realización de un parque, que reformula las zonas verdes en la línea de expandir los espacios públicos. El parque urbano cubriría necesidades de múltiples colectivos –zona de picnic familiar, zona de paseo-, pero por la composición de edad del barrio se destacan las finalidades deportivas y la construcción de una pista para recorridos ciclistas con diferentes trazados.
El proyecto del barrio de Arquata (Turín) destaca por la fuerte participación vecinal que ha generado la creación de un ‘laboratorio social’, una ‘mesa social’ y una agencia de desarrollo que han propuesto numerosas medidas guiadas por la transversalidad en los ámbitos de acción. En el barrio, residen 2000 personas distribuidas en 850 unidades
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