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Drogas, Racismo Y Ciencia (primera Parte)


Enviado por   •  8 de Agosto de 2014  •  1.157 Palabras (5 Páginas)  •  279 Visitas

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por Josefina Cano

“No soy abogado del uso de drogas ilícitas, que 20 millones de adictos en Estados Unidos no necesitan ninguno”.

“Ochenta a noventa por ciento de las personas no son afectadas neganivamente por las drogas, pero en la literatura científica casi el 100 por ciento de los informes señalan lo contrario. Hay un enfoque sesgado de la patología. Nosotros científicos sabemos que podemos conseguir dinero si seguimos diciéndole al Congreso que estamos resolviendo este problema terrible. Hemos jugado un papel más bien vergonzoso en la guerra a las drogas”.

—Carl Hart

En lo que es una magnífica y robusta demostración de por qué la guerra contra las drogas, como se la ha hecho hasta ahora, es una perdida, Carl Hart, neurocientífico en la Universidad de Columbia escribe un libro que aparte de ser un viaje a su más que mortificada vida de negro en un barrio bajo de Miami, está lleno de información novedosa resultado de sus investigaciones en el laboratorio, con usuarios de drogas, humanos, no ratones.

El libro arranca con una historia que lo deja a uno al borde de la incredulidad. Un día Hart le ofreció a un adicto al crack escoger entre una dosis o cinco dólares. El muchacho prefirió los cinco dólares. ¿Y cómo es posible eso si, según todo lo que se sabía hasta el momento el crack es una droga que produce adicción inmediata desde el primer momento que se la fuma? Pues resulta que no es así y que entre el 80 y 90% de quienes la prueban no se vuelven adictos. Una cifra que es la inversa a la publicitada en los medios y sostenida por investigaciones en ratones.

Hart dirige un laboratorio que suministra dosis diarias de crack (fumado) y cocaína (aspirada) –ahora también metaanfetaminas– en condiciones controladas, a personas que han sido sometidas a muchas pruebas para establecer un perfecto estado de salud y por otro escoger sólo a quienes son usuarios de las drogas y no a quienes tienen deseo de dejarlas pues no sería ético. Un grupo de médicos y enfermeras controla los signos vitales 24 horas al día y por supuesto todas las tomas son administradas y recibidas sin ningún conocimiento por las dos partes. Los usuarios deben permanecer en el hospital durante 3 semanas. Durante ese tiempo son expuestos a tomar decisiones si quieren, por ejemplo, un día de crack o una compensación. Los resultados son asombrosos y echan por tierra la idea de que quien entra al mundo de las drogas ya no tiene salida. Hart sostiene que jamás vio a ninguno de los participantes gritando o rodando por el piso en busca de más droga. Aquí él señala que, al igual que sucede con los ratones, un entorno seguro y sosegado hace la gran diferencia.

Carl Hart nació en uno de los barrios más pobres y difíciles de Miami. Quinto hijo de una familia numerosa, con una madre analfabeta y religiosa que paría cada nueve meses (envió, como es costumbre en estas familias, a una de sus hijas donde la abuela paterna y a otra donde la materna), y un padre que aunque trabajador bebía el fin de semana y le daba palizas, una de ellas casi mortal, el niño vivió una vida de continuos abusos, físicos y mentales.

Sin embargo, con todo y eso, la inmensa familia formada por tíos, primos, abuelos, compartía las miserias

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