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EFECTOS DEL MEDIO AMBIENTE EN LA CONSERVACIÓN DE BIENES Y EQUIPOS METÁLICOS


Enviado por   •  16 de Diciembre de 2012  •  3.140 Palabras (13 Páginas)  •  416 Visitas

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II. EFECTOS DEL MEDIO AMBIENTE EN LA CONSERVACIÓN DE BIENES Y EQUIPOS METÁLICOS

LA CORROSIÓN atmosférica, que es la causa más frecuente de la destrucción de metales y aleaciones, es posible únicamente cuando la superficie metálica está humedecida. El mecanismo de corrosión es de naturaleza electroquímica.

El electrolito es una capa de humedad que unas veces es extremadamente delgada e invisible y otras moja perceptiblemente el metal. La corrosión depende del tiempo en que esta capa permanece sobre la superficie metálica.

Los contaminantes gaseosos y sólidos potencian el efecto corrosivo de los factores meteorológicos. Así, el proceso de corrosión depende fundamentalmente de la humedad relativa del aire y de los contaminantes presentes en el mismo.

El cloruro de sodio (NaCl) y el dióxido de azufre (SO2) son los principales contaminantes corrosivos en la atmósfera. El primero es un contaminante "natural" y llega a la atmósfera proveniente del mar (atmósfera marina). El SO2 se encuentra en el aire, y es originado principalmente por la combustión de combustibles fósiles. Los niveles más altos de contaminación sulfurosa se registran en las áreas industriales (atmósfera industrial) y en las grandes ciudades (atmósfera urbana). El grado de contaminación salina depende de la distancia al mar. Más allá de unos pocos cientos de metros del borde del mar, la salinidad y la velocidad de corrosión suelen decaer ostensiblemente.

La humedad relativa es importante en el grado de corrosión atmosférica. El hierro desnudo no se corroe en zonas urbanas ni industriales con una humedad relativa (HR) ambiente menor de 70%. La humedad crítica está asociada con la naturaleza higroscópica del sólido contaminante presente, como la de los productos de corrosión. Sus valores oscilan entre el 50 y el 70% en el acero, cobre, níquel y zinc.

Las partículas de polvos en suspensión en la atmósfera, en conjunción con la humedad, forman celdas de corrosión por aireación diferencial en la superficie. A través de la absorción de SO2 también pueden acelerar la corrosión en la zona de contacto con el metal.

Tanto la exposición directa como el resguardo de la lluvia pueden ser beneficiosos o perjudiciales. El agua de lluvia puede lixiviar inhibidores solubles de revestimientos protectores, así como productos de corrosión con características similares.

Otro tipo de contaminantes que pueden estar presentes en ciertas atmósferas son los vapores de ácidos orgánicos de tipo alifático (fórmico, acético, propiónico, etc.), originados por degradación de algunas maderas, plásticos, gomas y pinturas, y constituyen otra fuente de corrosión atmosférica. En atmósferas húmedas concentraciones muy bajas de estos compuestos, hasta de 0.1 partes por millón (ppm) resultan agresivas para algunos metales.

Afortunadamente, la que podríamos llamar "corrosión por vapor" se encuentra sólo en atmósferas confinadas (interior de equipos, envoltorios de embalaje, etcétera).

MÉTODOS DE CONTROL

Por lo dicho hasta el momento, es evidente que la forma más efectiva de disminuir la corrosión atmosférica sería a través de la eliminación de las sustancias agresivas y en especial del SO2. Como esto no puede realizarse en equipos y estructuras situados en zonas industriales, se requiere, por lo tanto, de técnicas de protección adecuadas. En interiores, el aire acondicionado mantenido continuamente puede asegurar una atmósfera filtrada, limpia y seca, con una humedad relativa baja, pero su interrupción (por ejemplo, durante la noche) puede causar condensación de agua con la consiguiente iniciación de la corrosión.

Cabe señalar que un material resistente al ataque de un determinado tipo de atmósfera no necesariamente será resistente a otra. Existen diferentes tipos de recubrimientos para proteger especialmente al acero de la corrosión atmosférica. Por otra parte, también hay metales y aleaciones que son muy resistentes. Así, los aceros inoxidables y el aluminio, que tienen buena resistencia a la corrosión en atmósferas industriales, urbanas y rurales, no la tienen en las marinas.

Pequeñas cantidades de aleantes como cobre, fósforo, níquel y cromo incorporados al acero aumentan considerablemente su resistencia a la corrosión atmosférica. Algunos aceros de este tipo son los llamados autopasivables, por formar con el medio películas protectoras, adherentes, de composición compleja. Por lo tanto, no requieren de recubrimientos de pintura, la principal protección contra la corrosión atmosférica utilizada para el acero. Estos aceros autopasivables se emplean en la construcción de puentes, estructuras para edificios, etc., pero no en interiores, ya que al abrigo de ciertos componentes atmosféricos no forman dichas películas pasivantes.

Para proteger al acero descubierto en lugares inaccesibles (embalajes, componentes internos de maquinaria, etc.) se usan inhibidores volátiles o en fase vapor. Los más comunes son el carbonato de ciclohexilamina (con gran poder inhibidor, pero de bajo tiempo de protección por su alta presión de vapor) y el nitrito de diciclohexamina. Estos compuestos actúan por evaporación lenta, depositándose sobre la pieza de acero como una película protectora. Sin embargo, algunos de ellos corroen los metales (cobre, zinc y cadmio) que pueden estar junto al acero. Su acción es efectiva si los envoltorios están sellados adecuadamente, si los componentes metálicos no se encuentran ya corroídos y si la presión parcial del inhibidor volátil es suficiente.

CONSERVACIÓN DE EQUIPOS DURANTE EL ALMACENAMIENTO Y TRANSPORTE

Un producto metálico o formado por partes metálicas, como maquinaria, instrumentos de precisión, aparatos ópticos, aparatos eléctricos y electrónicos y otros muchos, puede sufrir daños por corrosión durante el transporte y almacenamiento, antes de ser utilizado, a menos que se proteja adecuadamente en los ambientes húmedos, con altas temperaturas y niveles de contaminación, en los que puede situarse temporalmente. El daño puede convertirlo en un producto totalmente inadecuado o, simplemente, puede crear problemas estéticos. En cualquier caso, la comercialización del producto se dificulta. La exportación de artículos supone, a menudo, largo tiempo de transporte y almacenamiento. El peligro de daño por corrosión existe sobre todo en los envíos por vía marítima. Una inadecuada protección puede echar por tierra los mayores y más cuidadosos esfuerzos de producción.

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