EL NUEVO PROGRAMA ECONOMICO

EL NUEVO PROGRAMA ECONOMICO

- El plan de shock de abril de 1975 como respuesta a la crisis

Después del intenso debate al interior del equipo oficial en torno a las estrategias más adecuadas para derrotar la inflación, en abril del año 1975 se imponen las concepciones de los monetaristas ortodoxos que propiciaban un ataque frontal al crecimiento de los precios a través de una reducción brutal del déficit fiscal. Todo esto en oposición a las tesis gradualistas que habían prevalecido hasta entonces.

Los sectores más moderados habían contado inicialmente con el apoyo de los altos dirigentes políticos del régimen, incluido el propio general Pinochet. Sin embargo el comportamiento de los precios, había desencadenado durante el segundo semestre de 1974 una serie de dudas y objeciones a la política económica.

1974 Terminaba con una inflación de 369 por ciento, o sea, muy similar a lo que se había registrado al término de la Unidad Popular. Los salarios habían caído verticalmente y aunque hubo una cierta recuperación del producto, la producción industrial permanecía por debajo de los niveles de fines de 1973 y la tasa de desocupación superaba el 9 por ciento. A comienzos de 1975, la situación económica se había deteriorado aún más, la economía mostraba síntomas de recesión.

A su vez las posibilidades de renegociación de la deuda externa tropezaban con obstáculos políticos y los intentos de atraer inversiones extranjeras en montos significativos habían fracasado.

La estrategia ortodoxa neoliberal proponía aplicar recortes adicionales al gasto fiscal, con el propósito deliberado de provocar una recesión económica que permitiera hacer frente simultáneamente a los dos problemas centrales de la coyuntura. Ellos eran frenar bruscamente la alza d los precios que no habían respondido a las reducciones “graduales” de gasto fiscal y superar la crisis de balanza de pagos mediante una fuerte contracción de las importaciones.

Los monetaristas ortodoxos tuvieron la ventaja de ofrecer alternativas globales coherentes y equipos técnicos para materializarlas, lo que contribuyo en medida importante a que terminaran imponiéndose al interior del Gobierno.

El plan de Shock de 1975 consistía básicamente en una intensificación de la estrategia estabilizadora seguida hasta entonces, utilizando para ello el mismo instrumental ortodoxo:

• El énfasis estaba colocado en recortes adicionales al presupuesto fiscal.

Sin embargo, al aplicarse sobre un presupuesto gubernamental ya fuertemente recortado, esas reducciones dieron origen a una profunda y prolongada recesión que elevó el costo social de la política económica hasta extremos desconocidos hasta ese momento.

Lo anterior expreso, sobre todo, el triunfo de las concepciones que, sobre la lucha anti-flacionaria y el proyecto económico a largo plazo, venían proporcionando los sectores más ortodoxos, del equipo económico oficial, manifestó no sólo el rigor y dogmatismo con que se aplicaron las recomendaciones monetaristas en el plan de estabilización, sino también en la velocidad, extensión y profundidad con que se acometieron las reformas estructurales tendientes a consolidar una economía de libre mercado y plena apertura externa.

Dicha inflación se vio acompañada del alejamiento de los sectores “moderados” y pragmáticos de las posiciones claves del aparato de conducción económica, y de su remplazo por funcionarios y técnicos que adherían en forma incondicional a los postulados neoliberales.

LOS RESULTADOS ECONOMICOS DE LA POLITICA DE SHOCK

La política de Shock dios origen a una profunda y prolongada recesión. Durante 1975, la producción industrial cayó en un 28 por ciento y el PIB decreció en un 13 por ciento. El desempleo abierto se elevó hasta el 20 por ciento a principio de 1976, pese a que ya encontraban en marcha

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