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EL PERSONALISMO EN EL DISCURSO POLÍTICO VENEZOLANO. UN ENFOQUE SEMÁNTICO Y PRAGMÁTICO


Enviado por   •  17 de Noviembre de 2015  •  Ensayos  •  1.368 Palabras (6 Páginas)  •  183 Visitas

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Tutora: LISBETH CAMPINS

Alumna: CARMEN CEDEÑO DE BONFANTI

Cedula: 3.888.507

Asunto: ENSAYO CRITICO

EL PERSONALISMO EN EL DISCURSO POLÍTICO VENEZOLANO. UN ENFOQUE SEMÁNTICO Y PRAGMÁTICO

INTRODUCCIÓN

        A partir del movimiento político social llamado El Caracazo el 27 de febrero de 1989, el País comienza un cambio  en lo que respecta al comportamiento social de venezolano, la población de menores recurso encuentran una nueva voz que se convertirá en un nuevo discurso político que tiene sus inicios en el año 1993, con la campaña a la candidatura presidencial de Rafael Caldera y se hace más fuerte con la Campaña y Presidencia de Hugo Chávez Fría. Ambos actores políticos, mediante sus discursos buscaron que los electores se identificaran con ellos y lograr su afinidad y de esta manera, poder tener el control político de los mismos. Si bien el presente ensayo comprende el análisis del discurso hegemónico de nuestra contemporaneidad política, nos referiremos específicamente en el uso del lenguaje coloquial y la imagen popular en forma de crear un símbolo. Para la realización de este ensayo, nos basamos en la propuesta teórica de Paolo Virno, sobre Biolinguistica y la relación que el autor establece entre el lenguaje y el cuerpo político. Así como los postulados sobre los Aparatos Ideológicos del Estado de Louis Althusser (1974) y la propuesta de Jesús Martin –Barbero (1991) sobre Medios, mediaciones y hegemonía.

        La vigencia del discurso político actual obliga a comprender, a partir de abordajes distintos, un funcionamiento político que pareciera no estar aún definido, en este sentido, es urgente aceptar la lectura sobre el presente político y social que permita aproximarnos al momento actual, como un texto en donde el lenguaje produce representaciones sociales a partir del discurso político y traspasando la estructura lingüística se convierte en un acto de poder que toma del lenguaje su estructura y su facultad humana, para convertirse en un instrumento que sobrepasa algunas acciones políticas, para transformarse el mismo, en una acción, ya que parte del Estado se constituye y mantiene a fuerza del lenguaje, lo cual genera discursos  que no son simples producciones hechas sobre las bases políticas, más bien como un modo de producción de poder que articula nuevas representaciones.

        Quizás la novedad de ese funcionamiento no radica en el hecho de que el poder configure discursos a partir de los cuales mantiene modos de sujeción con la gente, eso es lo que hace todo aparato ideológico de Estado. Tal vez la novedad sea, que es el propio lenguaje, el habla y la oralidad, es lo que se constituyen en un instrumento que permite tomar del hablante, la realización individual de su facultad humana, para a partir de ello, establecer nuevas representaciones, formuladas no desde el imaginario social, sino desde el aparato de Estado. Partiendo de lo expuesto anteriormente, nuestro propósito es leer la manera como los discursos fueron alterando su forma tradicional, hasta convertirse en un instrumento de poder que toma del sujeto-hablante sus enunciados cotidianos, los convierte en discurso y los devuelve resemantizados, para generar, nuevas representaciones sociales que sustituyan a

partir de la identificación lingüística, los tradicionales modos de sujeción. En otras palabras, intentamos leer cómo se producen nuevas representaciones a partir del lenguaje.

EL CAMBIO DE REPRESENTACIONES A PARTIR DEL 27 DE FEBRERO DE 1989.

        Es importante señalar que todo discurso es ficción (Barrera 2006, pág. 800)  y que necesariamente toda ficción produce sus representaciones a fuerza de lenguaje. El Caracazo fue percibido como una explosión social de los conglomerados marginales, a partir de la cual muchos leían la necesidad de justicia social y cambio político, aun cuando en este estallido no existieran los signos tradicionales de una protesta, que independientemente de su clasificación, finalizo en una masacre. En el discurso pronunciado por Rafael Caldera en la Sesión Conjunta del Congreso de la Republica, en 1992, tenía la representación de los conglomerados marginales, cuando al respecto señala:

[pic 3]

        

        Siete años después, el discurso pronunciado por Hugo Chávez, durante la toma de posesión de la Presidencia de la Republica en 1999, también dejara ver la relación que los grupos políticos establecieron entre el estallido y el intento de golpe de Estado. Este discurso, a diferencia del leído por Rafael Caldera, se caracteriza por el código oral desde donde se produce:

[pic 4]

 

        Más allá de las causas históricas, económicas, políticas o sociales que establezcan los dos discursantes respecto a los sucesos del 27 de febrero y del 4 de febrero, debemos observar cómo, a partir del discurso, se instaura una relación entre ambos sucesos que parte de lo social y de su representación, para luego alcanzar una enunciación política. De manera que del estallido social se pasa al quiebre institucional y luego a la relación que ambos mantienen con los intentos de golpes de Estado, resultando como protagonista principal, causa y excusa, los sectores populares representados, ya sea en su forma de victimario o de victima social, o en la representación que reúne a ambas, Estas representaciones y su relación con los acontecimientos de 1989 y 1992 resultaran fundamentales para el establecimiento de un nuevo discurso, basado principalmente en la oralidad como estrategia de identificación e instrumento de poder.

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