EL TRAYECTO DE LA FORMACION
bnk9125 de Noviembre de 2013
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EL TRAYECTO DE LA FORMACION
LOS ENSEÑANTES ENTRE LA TEORÍA Y LA PRÁCTICA
GILLES FERRY
La tarea de formarse (Pag.43-65)
Ninguna persona se forma a través de sus propios medios, tampoco se puede formar por un dispositivo, por una institución, ni por otra persona.
La formación de los enseñantes surge de la problemática general de la formación. Las prácticas pedagógicas e institucionales de la formación permanente se han extendido en ocasiones como fuentes de renovación de la formación de los enseñantes, por medio de la participación en talleres externos, o por medio de la introducción de estas prácticas en las escuelas normales o en otros centros de formación. Lejos de limitarse a lo profesional, la formación invade todos los dominios: uno se forma en múltiples actividades de esparcimiento, como consumidor, como inquilino, como padre, como compañero sexual. En todos los niveles de responsabilidad. La problemática de la formación de los enseñantes es la misma en cualesquiera que sean los contextos nacionales y las concepciones presentes. La formación de los enseñantes es el lugar de mayor concentración ideológica. Las decisiones que puedan tomarse son políticas, en el doble sentido de una política de la educación, que consiste en promover un conjunto de medidas organizadas con metas propiamente educativas, y de una política general que pretenda conformar un cierto tipo de sociedad en relación con un conjunto dado de fuerzas. La formación puede verse también como una institución, que es un dispositivo organizacional que está hecho de programas, de planes de estudio, de certificaciones, de construcciones. Con la irrupción de la formación permanente apareció otro tipo de dispositivo: el mercado de la formación, donde la formación se vende y se compra, ya sea en jornadas de talleres, en planes de formación, en paquetes, en videocasetes o en terminales de computación. Una institución es también el lugar de una práctica, con sus normas, sus modelos, su propia tecnicidad, su lenguaje trivializable y sus practicantes, los formadores.
La noción de formación se ha cargado de tantos equívocos y aparece de tal manera pervertida por la utilización que se hace de ella desde la extensión de la formación permanente. Esta incitación a radicalizar la reflexión critica sobre la formación evidentemente no puede hacer desaparecer ni el mita de la formación, ni las instituciones de formación, ni los proceso formativos, que son parte de nuestro universo económico, social y cultural. Pero ella obliga a reinvertir en la formación todo lo que su puesta en marcha tiende a retirarles: la efervescencia de lo imaginario, la apertura a lo inesperado, la satisfacción de la aventura.
* Especificidad de la formación de los enseñantes
(Cualidad de lo que es característico de una persona o cosa o que está destinado a un fin determinado)
La formación es un proceso de desarrollo individual tendiente a adquirir o perfeccionar capacidades. Esta definición sitúa a la formación del lado de la dinámica psicológica. Incluye tanto el periodo adolescente de “la formación” como los “años de aprendizaje”. La formación incluye también las etapas de la vida escolar con sus éxitos y fracasos, las capacitaciones programadas para esto o aquello, es decir, los caminos marcados e instrumentados que emprende obligatoria o facultativamente el trayecto de la formación. Formarse es reflexionar para sí, para un trabajo sobre sí mismo, sobre situaciones, sobre sucesos, sobre ideas.
Es importante hacer notar tres características de la formación de los enseñantes que plantean 3 categorías de problemas:
* Una formación doble
El oficio de enseñante exige una formación científica, literaria o artística y una formación profesional que a veces se reduce a una formación pedagógica. Si
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